Al juicio político siguió un gobierno de infeliz memoria, una de cuyas primeras acciones fue un empréstito al extranjero sin saber de antemano en qué lo iba a emplear y del que no sabemos nada más.
Cumplida su misión de ser cómplice, ese gobierno, ejercido por el vicepresidente de Lugo, Federico Franco, se fue sin rendir cuentas ni ser luego cuestionado y juzgado por lo mucho que robó.
Todo esto es muy duro y por eso muy vergonzoso. Y también muy peligroso para Paraguay.
Nos están haciendo recorrer un camino por el que no queremos ir. Nuestra deuda externa era muy pequeña, ahora ya la duplicaron y prometen cuadruplicarla, al estilo del argentino Carlos Menem, vendiendo al extranjero y privatizando las riquezas del país.
La pobreza extrema aumenta y la clase media baja ya es pobre. Pero tenemos 165 multimillonarios y la mayor parte de las ganancias se quedan en el 1 por ciento de paraguayos acaudalados.
Y todo esto comenzó un desgraciado 22 de junio de 2012.
Cuando nos unamos los urbanos y los campesinos seremos fuertes, pero tardaremos años hasta llegar allí donde estábamos con Fernando Lugo, para desde ese lugar iniciar de nuevo y, por otros caminos, lograr nuestro desarrollo.
¡Cuántos años habremos perdido¡