Página 49 - Libro AGRICULTURA SIN AGRICULTORES

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AGRICULTURA SIN AGRICULTORES
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INFOAGRO COLOMBIA
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I
SEPTIEMBRE
2013
entre los que están los escasos de los mine-
ros artesanales.
Y a este horror contra todo criterio de-
mocrático se le suma la campaña de men-
tiras para presentar a cada minero informal
como criminal, cuando se trata de personas
respetables, con frecuencia hijos y nietos
demineros, que no logran formalizarse por-
que no se lo permite la insondable corrup-
ción de las entidades mineras del Estado,
la voracidad de las trasnacionales que aca-
paran los derechos y sobre todo la decisión
de Santos de reservarles la minería a los ex-
tranjeros, a quienes les permite destrozar el
medio ambiente, maltratar a los trabajado-
res y no pagar las regalías y los impuestos
que deberían pagar.
Con la mente puesta en la afirmación del
cura párroco de Caucasia de que allí “sin mi-
nería no hay economía”, hay que promover
una políticaminera que lleve a hacer bien las
cosas en todos los aspectos, una política en
la que quepan los pequeños mineros arte-
sanales y empresariales, así carguen con el
“crimen”de no ser monopolistas extranjeros.
Coletilla: el embajador en Washington
dice que no responde a las preguntas sobre
su papel en las compras ilegales de tierras,
porque no tienen que ver con su cargo. ¿La
corrupción no tiene que ver con la estabi-
lidad de los funcionarios del cuerpo diplo-
mático? (bit.ly/1bO5iEK).
Las protestas en Colombia no solo han sido
satanizadas, sino, sobre todo, reprimidas.
Para hacer un poco de memoria, el 14
de septiembre de 1977 se presentó uno de
los paros cívicos más relevantes en la histo-
ria de los trabajadores del país: las cuatro
centrales obreras de entonces acordaron la
realización de una huelga general, a la que
se sumaron otros sectores populares. Fue
una demostración de dignidad de un lado,
y una respuesta oficial que dejó decenas de
muertos y encarcelados, del otro.
Entre las reivindicaciones acordadas es-
taban la de alza general de salarios en más
del cincuenta por ciento; desmilitarización
y reapertura de las universidades públicas;
congelación de los precios en artículos de
primera necesidad; suspensión del estado
de sitio y respeto a las libertades políticas
y sindicales, y suspensión de decretos que
reorganizaban el entonces Instituto Co-
lombiano de los Seguros Sociales (ya des-
aparecido) que lesionaban los derechos de
los usuarios y de los mismos trabajadores
de esa institución. El gobierno de Alfonso
López Michelsen respondió con fuego a las
manifestaciones de descontento.
Hoy, el panorama de las respuestas ofi-
ciales a las expresiones de resistencia e in-
dignación, no ha variado mucho. Y se po-
dría decir, más bien, que ha empeorado. Es
el caso del régimen de Santos.
Mientras el gobierno les abre las esclu-
sas a las transnacionales, en particular a las
de la minería, acciona sus mecanismos re-
presivos contra las protestas de los media-
nos y pequeños mineros empresariales y
artesanales. Así como en el dramático caso
del Catatumbo, los macartiza y dice que es-
tán infiltrados por la subversión. Desde los
tiempos de Uribe y de Pastrana y de Sam-
per, etc., una táctica perversa de los gober-
nantes ha sido la de descalificar las justas
peticiones de los movimientos populares
¿SANTOS, HACIA EL FASCISMO?
Reynaldo Spitaletta
Sombrero de mago / El Espectador, Julio 22 de 2013