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AGRICULTURA SIN AGRICULTORES
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INFOAGRO COLOMBIA
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SEPTIEMBRE
2013
aumentaban las importaciones de alimen-
tos, los precios de los insumos agrícolas, los
tributos, las tarifas y los intereses. Se acabó
con el crédito de fomento, con la asisten-
cia técnica a los pequeños agricultores, con
la investigación, con el apoyo al mercadeo.
Fueron cerradas varias instituciones oficia-
les que en algo ayudaban al sector rural: el
Idema y la Caja Agraria, el Inderena y el DRI,
el Incora y el INAT, entre otras. Centenares
de miles de empleos desaparecieron, y cen-
tenares de miles de hectáreas se dejaron de
sembrar. Se acabaron prácticamente los
cultivos de trigo, cebada, algodón, sorgo,
ajonjolí, la producción de maíz suministra
hoy una mínima parte de lo que requieren
la industria y los consumidores nacionales,
obligando a importar anualmente más de
3.3 millones de toneladas de este grano. E
incluso el café ha sido fuertemente golpea-
do, y se importa para el consumo interno, lo
que ha llevado miseria y retroceso social y
económico a gran número de regiones que
años atrás eran prósperas. Los datos de los
últimos años nos permiten hablar de im-
portaciones agropecuarias cercanas a los
10 millones de toneladas anuales, propicia-
do este desbarajuste por la aplicación de la
apertura económica.
Pero como si fuera poco, el impe-
rio norteamericano, con la complicidad
de los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez,
y del actual bajo el mando de Juan Ma-
nuel Santos, se empeña en profundizar
su política colonialista para apropiarse
de nuestras riquezas naturales, nuestro
mercado interno, nuestra biodiversidad y
hasta del agua y el conocimiento ances-
tral de nuestros indígenas. Eso es lo que
pretende con su nefasto Tratado de Libre
Comercio, TLC, que sólo traerá más quie-
bras, embargos, remates de parcelas y
fincas y nuestra economía agraria tendrá
que limitarse sólo a lo que Estados Unidos
no esté en capacidad de producir, o sea,
lo que ellos llaman cultivos tropicales,
con el agravante que lo mismo les está
ocurriendo a decenas de países con los
cuales tendremos que competir por los
estrechos mercados mundiales de borojó
y palmito, pitaya y maracuyá, granadilla
y mora, por ejemplo. Con motivo de los
ruegos personales del presidente Santos
para la aprobación del TLC con Estados
Unidos, más explícitos en su reciente en-
cuentro en Wasinghton con el presiden-
te Obama, el gobierno norteamericano
le ha explicado a su opinión pública que
el TLC con Colombia representará un au-
mento de unos mil millones de dólares
anuales en la venta a nuestro país de sus
excedentes agropecuarios. Y esto se hace
y se dice en los mismos días en que los
datos oficiales, vía DANE, reconocen que
el agro colombiano tuvo un crecimiento
cero en el año 2010. ¡Al caído caerle!
Con el TLC se intensificará la entrega de
nuestro mercado interno, y con ello la ne-
gación de cualquier posibilidad de cons-
truir una economía propia. Será la conti-
nuación de políticas y programas que les
dan a los extranjeros lo que les niegan a
los nacionales, serán más numerosas las
importaciones de los productos básicos,
vegetales y animales, y lo mismo sucederá
con la producción industrial. Desempleo,
hambre, pobreza, cinturones de miseria
en las ciudades, descomposición e insegu-
ridad social se multiplicarán a la par que
las grandes riquezas de nuestra nación
(carbón, oro, petróleo, coltán, recursos
naturales, entre otras) y las utilidades de
nuestra economía (vale mencionar las que
se obtienen en la explotación de los servi-
cios públicos, hoy en su gran mayoría en
poder de empresas foráneas) serán para
las empresas multinacionales y un puñado
de vendepatrias a su servicio.