Página 42 - Libro AGRICULTURA SIN AGRICULTORES

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AGRICULTURA SIN AGRICULTORES
I
INFOAGRO COLOMBIA
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I
SEPTIEMBRE
2013
La concentración de la tierra
En Colombia continua el proceso de cre-
ciente concentración de la tierra en grandes
latifundios improductivos oengrandes plan-
taciones controladas por el narcotráfico y el
gran capital financiero, mientras hay cente-
nares de miles de habitantes del campo que
carecen de ella, otros tantos son desalojados
después de embargarles y rematarles sus
propiedades, son desplazados a las grandes
ciudades por distintas formas de violencia o
se debaten en la miseria amarrados a sus mi-
nifundios antieconómicos.
Pero la concentración de la tierra no es
solo causada por el desalojo violento de
sus propietarios. Las consecuencias de la
política aperturista de estos últimos veinte
años han llevado a miles y miles de com-
patriotas a perder sus tierras al no poder
pagar sus deudas bancarias mientras los
gobiernos hacen demagogia con planes
de refinanciación que les dan más ganan-
cias a los banqueros y que apenas aplazan
el momento del remate de los endeudados,
prolongando sus dificultades; o amarran a
los parceleros de por vida, sometiéndolos a
las cadenas y “alianzas” productivas, en las
que el pequeño productor produce para la
gran empresa, según sus normas, exigen-
cias, precios y plazos o, a lo sumo, recibe su-
mas ridículas por fungir como propietario
de una tierra a la cual ni se puede asomar.
Esta situación se multiplicará ahora con la
política de “reparación” impulsada con gran
demagogia por el gobierno actual.
“La apertura económica globalizó el pro-
blema agrario. El campo ya no enfrenta sólo
ni principalmente la‘vía terrateniente’, sino en
especial al capital transnacional y su modelo
de acumulación, que necesita ‘limpiar’ el te-
rritorio de la gente que considera ineficiente
y poco competitiva”. Cuando no son arruina-
dos por la apertura, sufren el desplazamiento
causado por la violencia, sin dejar de señalar
que enmuchos casos son afectados tantopor
la violencia como por la apertura.
Esto ha llevado a que “la participación
de la agricultura en el PIB total pasara de
9,6% en el año 2000 a 8,5% en 2009. Con
la particularidad que los únicos cultivos con
aumento en sus áreas sembradas y en vo-
lúmenes de producción fueron los tropica-
les, tal como a comienzos de este siglo lo
había recomendado el Plan Colombia” (ver.
Suárez Montoya, Aurelio. Confianza inver-
sionista. Ediciones Aurora, Bogotá, 2010).
Según estadísticas y estudios del mismo
gobierno, un reducido número de gran-
des terratenientes (0.4% del total) acapara
más de la mitad de la tierra del país (61.2%)
mientras el campesinado (57.3% de los pro-
pietarios rurales) sólo cuenta con 1.7% del
área predial rural registrada, distribuidas
en parcelas de menos de 3 hectáreas por
propietario. Hay cerca de 40 millones de
hectáreas de pastizales en ganaderías ex-
tensivas o en rastrojos, mientras la produc-
ción campesina y la agricultura comercial
se confinan en apenas cuatro millones de
hectáreas. Quince mil grandes latifundistas
poseen casi cincuenta veces más tierra que
casi dos millones de familias campesinas.
Un estudio auspiciado por la Contraloría
General de la República (Colombia: entre la
exclusión y el desarrollo, 2002, edit. Alfao-
mega), señala que mientras en 1992 sólo
1.4% de la población era propietaria de
46% de las tierras, en el año de 2002 ya un
número menor de terratenientes (1.08% de
la población) acaparaba 53% de los suelos,
y que había más de un millón de campesi-
nos desposeídos de ella. A todas luces esta
tendencia de concentración de la tierra se
mantiene en lugar de revertirse.
No queda más salida, por tanto, que
oponernos decididamente a la firma y apli-
cación de los Tratados de Libre Comercio,
o de cualquier acuerdo que se le parezca y