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AGRICULTURA SIN AGRICULTORES
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INFOAGRO COLOMBIA
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SEPTIEMBRE
2013
no se les dice, en esta época de aperturas,
que el crecimiento del Valle y de su indus-
tria azucarera se ha dado es con el mercado
nacional. Es con el consumo nacional como
se han enriquecido y modernizado los in-
genios. A ninguno de los dirigentes de los
gobiernos de los últimos veinte años les
ha dado por importar azúcar, mucho más
barata en el mercado mundial. Es decir, “re-
sultaría más barato traerla del exterior que
producirla acá”. Pero para los potentados
del azúcar eso no es aplicable. Tenemos
que aclarar que no estamos pidiendo que
eso se haga, sólo mostramos cómo la políti-
ca es para unos y para otros no. Lo que pe-
dimos es que esa política de protección se
aplique para todos, así los productos salgan
temporalmente más caros aquí, porque es
la única manera de impulsar el desarrollo
nacional. No hay país que haya logrado su
desarrollo sin la protección de su mercado.
“Es mejor la cizaña del país que el trigo del
extranjero”, dice un proverbio oriental.
Y cuando el azúcar colombiano empe-
zó a sentir pasos de animal grande con el
Área de Libre Comercio de las Américas,
ALCA, primero, y luego con el TLC que Esta-
dos Unidos pretende imponer para todo el
continente a partir del año 2005, Álvaro Uri-
be Vélez les montó el gran negocio de los
agrocombustibles, con fuertes garantías y
cuantiosos subsidios estatales.
6. El otro punto de dificultades para la
agricultura nacional es el de los insumos.
En 1992 y 1993 nos hacían propaganda en
el sentido de que la apertura era muy bue-
na porque los agricultores iban a ver cómo
los insumos, los productos necesarios para
la producción agropecuaria, se iban a reba-
jar y que así se podría producir con menos
costos y, por tanto, se conseguirían con-
diciones para competir con el productor
extranjero. Falso de toda falsedad. Los in-
sumos agropecuarios han continuado su
marcha hacia arriba en precios y hacia aba-
jo en calidad. Inclusive las multinacionales
estuvieron muy contentas en los primeros
años de la apertura porque como había li-
bertad de precios, los pudieron subir a su
arbitrio. El producto activo, que tenían que
importarlo de la casa matriz, lo traían con
arancel cero o muy bajo, pero el precio de
venta al agricultor no bajó.
Los gobiernos no se han preocupado
nunca por el costo de los insumos; han
aplicado la plena libertad de explotación,
de saqueo. La quiebra de la producción
agropecuaria nacional hace que la deman-
da de agroquímicos disminuya y buscan
compensarla con el aumento del precio y
vender menos pero más caro. Lo que no se
sabe es hasta cuándo podrán seguir esti-
rando el caucho.
Volvamos a la historia
y a los avisos no atendidos
El 4 de octubre de 1972, Octavio Franco
y Carlos Naranjo, en ese momento presi-
dente y secretario general de la Asociación
Colombiana de Ingenieros Agrónomos,
ACIA, respectivamente, señalaron en una
carta dirigida a Asohuevo, la entidad gre-
mial de ese sector avícola: “En la ACIA he-
mos analizado en varios documentos cómo
los distintos institutos y organismos oficia-
les del sector agropecuario solamente son
instrumentos de una política agraria que
golpea a los campesinos pobres y medios,
a los empresarios agrícolas no monopolis-
tas, a los pequeños y medianos ganaderos
y, entre ustedes, principalmente a los pe-
queños y mediano avicultores… Hemos
dicho claramente que esta política favore-
ce y fortalece a los grandes propietarios de
las distintas ramas del sector agropecuario
y a los monopolios norteamericanos… He-
mos repetido, casi hasta el cansancio para
quienes no comprenden nuestra posición,