Página 34 - Libro AGRICULTURA SIN AGRICULTORES

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AGRICULTURA SIN AGRICULTORES
I
INFOAGRO COLOMBIA
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I
SEPTIEMBRE
2013
Agricultura campesina
vs agricultura empresarial
La propaganda imperialista de esta épo-
ca, la del Banco Mundial y las agencias grin-
gas y de las entidades nacionales que les
hacen el juego, está dirigida a que la gente
crea que lo correcto es defender la agricul-
tura campesina, de subsistencia, y atacar la
agricultura empresarial. Es lo que en gene-
ral la gente entiende o acepta, pues es muy
bonito y relativamente fácil plantear que
primero se debe defender al campesinado.
Casi que por tradición católica, por aquello
de la caridad, se dice “sí, claro, hay que de-
fenderlos; cómo no vamos a defender a un
pobre campesino que no alcanza a mante-
ner a su familia en la pequeña parcela que
tiene, o que no tiene parcela y debe traba-
jar como arrendatario, como conuquero, al
servicio de un terrateniente”. Es cierto, de-
bemos apoyar las medidas que defiendan
al campesinado. Pero lo que debemos te-
ner muy claro es que la política imperialista
busca enfrentar los sectores de agricultura
campesina con los de agricultura comer-
cial, con el sector empresarial colombiano.
“Divide y reinarás”. Y es igual en los demás
países de América Latina y del mundo sub-
desarrollado, vale para todos.
¿Qué es lo engañoso de esa política? Lo
que ocurría al empezar a imponer la aper-
tura económica. Los articulistas del gobier-
no separaban la agricultura de la industria:
“Acaben con la industria, con esos mono-
polistas, pero al sector agropecuario no le
toquen un pelo”, alcanzaron a decirnos va-
rios de los más “ilustres” dirigentes del sec-
tor agropecuario colombiano. Les respon-
dimos con un dicho popular: “Si rasuran
al vecino, pon tu barba a remojar”. Ahora
nos plantean: Defendamos a los pobres
agricultores que no tienen con qué comer
ni con qué sembrar, hagamos una política
caritativa, una política de subsistencia, de
apoyo a la agricultura campesina. A los que
tienen 20, 50 ó 100 hectáreas en arroz o
maíz no deben ser defendidos porque ha-
cen parte de los ricos. ¿Y cuál es la esencia
de esa posición? Que el pequeño agricultor
de subsistencia no les compite a las multi-
nacionales, porque no alcanza a sacar sus
productos al mercado, y si lo logra hacer
no importa porque son el tomate de árbol,
la mora de Castilla, la uchuva, productos
que no les interesan al imperialismo y a las
multinacionales comercializadoras de pro-
ductos agrícolas. Incluso cuando compiten
también son víctimas, como en el caso del
fríjol sometido a la competencia de las im-
portaciones o como la lenteja y el garbanzo
destruidos con la producción foránea
Pero el arroz, el maíz, el trigo, la cebada,
el sorgo y la soya, esos sí les interesan. Su
política es acabar con ellos. Atacan la agri-
cultura relativamente desarrollada existen-
te en el país, y mientras tanto hacen dema-
gogia defendiendo al pequeño campesino
que no es factor de competencia. Pero,
además, el imperialismo y las clases domi-
nantes necesitan que la agricultura de sub-
sistencia se mantenga, sobreviva, porque
en determinado momento va a servir como
un colchón de seguridad para la sociedad o
para inmensas capas de la población, em-
pezando por los mismos agricultores de
subsistencia que no se van a morir de ham-
bre porque pueden comerse así sea las raí-
ces de los árboles de su pequeña parcela.
La empresa agropecuaria tiene ese pro-
blema: no sirve como alimento cuando en
determinado momento la quiebran. Usted
no puede comer tierra o tamo de arroz. Por
eso la falta de ese colchón de seguridad,
de ese amortiguador, de unos millones de
campesinos en agricultura de subsisten-
cia, puede llevar a las más explosivas mo-
vilizaciones y levantamientos en estos paí-
ses subyugados por el imperialismo. En la