Página 33 - Libro AGRICULTURA SIN AGRICULTORES

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AGRICULTURA SIN AGRICULTORES
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INFOAGRO COLOMBIA
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SEPTIEMBRE
2013
des nuevas, que han puesto en aprietos al
ICA y al país. La investigación, es bueno que
nosotros lo recordemos, tiene un comple-
mento, la transferencia de tecnología. En
el ICA acabaron la asistencia técnica a los
pequeños agricultores y los programas de
publicaciones; lo mismo habían hecho en
la Caja Agraria. En general toda investiga-
ción es costosa. En el capital privado sólo
pueden hacerla las multinacionales. Desa-
rrollan sus paquetes tecnológicos para ven-
derlos a altísimos precios y a nivel mundial,
porque no tienen otro interés que las gran-
des ganancias. Corpoica fue creada como
la solución para la investigación rural, con
estructura de empresa mixta, pero termi-
nó haciendo investigación por demanda
y, lógico, quienes la hacen son las grandes
plantaciones. La asistencia a la producción
financiada con créditos de Finagro fue eli-
minada desde 1993..
5. De reforma agraria ni para qué hablar.
Desde apenas entrados los años noventas el
Incora se convirtió en una pequeña empre-
sa o bolsa de propiedad raíz rural. Y última-
mente, cuando pretenden hacer creer en la
“reparación a las víctimas” y en el retorno a
sus tierras de los campesinos desplazados
por la violencia, cambiaron el Incora por el
Incoder. “Cucarachas del mismo calabazo”,
dicen los agricultores costeños; “la misma
perra con distinta guasca”, repiten los del
interior. Lo grave de esta nueva pantomima
es que los “reparados” serán enganchados
a los planes de grandes empresas controla-
das por el capital financiero. Ya lo han dicho
cínicamente varios funcionarios del Minis-
terio de Agricultura: “Con el capital financie-
ro vamos a quebrarle el espinazo al feuda-
lismo”. Dentro de unos años oiremos decir
a nuestros pobladores rurales: “Salimos de
Guatemala para caer en Guatepeor”.
En gracia de discusión aceptemos que
se logra aplicar la “reparación” que defien-
de el ministro Juan Camilo Restrepo. ¿Será
una verdadera solución? No lo creemos.
Juan Manuel Santos habla de devolver dos
millones de hectáreas. Sin embargo, datos
oficialmente aceptados, informan que los
terratenientes, con el apoyo paramilitar, se
han tomado más de seis millones de hectá-
reas y las pocas que han restituido han sido
a costa de asesinatos a los líderes agrarios
que han acompañado esos reclamos. El
plan de desarrollo de Santos, plantea entre-
gar los baldíos de la nación a los grandes
propietarios (solo en la altillanura son más
de seis millones de hectáreas). Cuando se
mantiene la política neoliberal, e incluso
se anuncia su fortalecimiento con la apro-
bación en Washington del TLC con Estados
Unidos; cuando del exterior siguen entran-
do anualmente millones de toneladas de
productos agrícolas; cuando miles de cam-
pesinos están embargados o al borde del
embargo; cuando se cuentan por miles los
agricultores quebrados; cuando la violencia
proveniente de distintos flancos se pavo-
nea por los campos; cuando no hay vías, ni
sistemas de mercadeo, ni tecnología ni in-
vestigación que apoyen a los productores;
cuando el crédito se desvía en beneficio de
unos cuantos, ponernos a hablar de que
la solución es entregarle una parcela a un
campesino es una burla, es un chiste cruel,
que nos recuerda al buzo que recibe en el
fondo del mar un aviso del barco: ”Súbete
que nos hundimos”.
La única posición seria en la época que
vivimos en Colombia es organizar a la gen-
te y a los agricultores, inclusive a los em-
presarios agrícolas y a sectores pequeños
y mediados de los terratenientes, organizar
lo más ampliamente posible el sector agro-
pecuario para enfrentar la política neolibe-
ral que busca quebrar totalmente la agri-
cultura colombiana. Dejarnos, si acaso, una
agricultura regional de subsistencia.