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AGRICULTURA SIN AGRICULTORES
I
INFOAGRO COLOMBIA
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SEPTIEMBRE
2013
polio mundial de la producción y el comer-
cio de toda clase de alimentos. En nuestro
país el neoliberalismo ha tenido su mayor
desarrollo a partir de 1990, pero tenemos
antecedentes bien importantes. Como en
el campo agrícola el aspecto fundamental
es la producción de cereales, y no la pro-
ducción de flores, pitaya, mora de Castilla,
higos o morera para alimentar gusanos de
seda, el primer golpe se le da a Colombia
precisamente en su producción de trigo. En
1954 prácticamente nos autoabastecíamos
de este cereal. Pero en desarrollo de la polí-
tica norteamericana, en esos años vinieron
al país una serie de funcionarios gringos, hi-
cieron firmar un “convenio triguero” según
el cual comprábamos barato el cereal y lo
pagábamos con buenos plazos y bajos in-
tereses, hasta el punto que los gobernantes
nuestros argumentaban que “era más bara-
to comprárselo a Estados Unidos que pro-
ducirlo en Colombia”, de la misma manera,
por la misma causa y por la misma época en
que el Chian Kai-shek propagaba en Taiwan:
“Comer trigo es patriótico”. Obedeciendo los
lineamientos de la Ley 480, Colombia em-
pezó a cambiar sus hábitos alimenticios, se
consumieron más pan y galletas, hambur-
guesas y perros calientes, y se elevó paula-
tinamente el consumo de trigo hasta llegar
a importar alrededor de un millón de tone-
ladas al año. Es bueno anotar que al termi-
narse en 1960 el “convenio triguero”, se ter-
minó también el trigo barato y tuvimos que
pagarlo caro y de contado, lo que hemos
hecho durante las últimos cuatro décadas.
Esto llevó a que su producción apenas lle-
gue a unas 40 mil toneladas anuales (40.245
toneladas en el año 2005, según Fenalce),
en pequeñas siembras familiares de Nariño
y Boyacá, y que incluso parte de la política
agraria sea eliminar esos reductos.
Fue el primer golpe directo a la produc-
ciónagrícolanacional. Si saltamosunosaños,
encontramos que a finales de la década de
los 60 y comienzos de los años setentas vie-
ne la ofensiva contra otro producto nuestro,
completamente nuestro, de gran consumo
para la alimentación humana, para la ceba
de animales y para la industria de alimen-
tos concentrados. Hablamos del maíz. Hoy,
para mantener los consumos de este grano
tenemos que importar anualmente más de
tres millones de toneladas (3.3 millones de
toneladas, datos de Fenalce) Desde el año
agrícola 1969-1970 empezó a declinar la
producción maicera; en ese año se produje-
ron en Colombia 1.250.000 toneladas. En el
año 2007 la cosecha fue de 1. 370.000 tone-
ladas, pero para un consumo anual de 4 mi-
llones 500 mil toneladas. Es decir, el mayor
consumo de maíz en Colombia ha sido su-
plido con importaciones, a pesar de que te-
nemos suelos, climas y conocimientos para
producir más, mucho más. Valga la pena
señalar que un buen porcentaje del avance
investigativo y tecnológico de Estados Uni-
dos en la producción maicera tiene como
base el germoplasma que se llevaron de
nuestros países. Desde hace unos años está
de moda hablar de la biodiversidad, del ger-
moplasma, de los genes, pero hace 25 años,
a 99.9% de la gente le parecía extraordina-
rio que Estados Unidos viniera a investigar,
que montara sus centros de investigación,
que nos “ayudara” en la tarea de desarrollar
el campo. No nos creían que esa investiga-
ción era para robarse nuestra riqueza gené-
tica, como ocurrió con la del maíz.
Los cereales
y la disputa USA-URSS
Algunos investigadores y “politólogos”
señalan que el avance aceleradísimo de Es-
tados Unidos en la producción agropecua-
ria de la posguerra precipitó la caída de la
Unión Soviética y la pérdida de la carrera
por el control del mundo, pues esta se de-