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AGRICULTURA SIN AGRICULTORES
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INFOAGRO COLOMBIA
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SEPTIEMBRE
2013
sido debilitadas por el monopolio estatal
montado por Perón. Una nación que estuvo
en tránsito al primer mundo fue devuelta a
las filas de los países tercermundistas. En el
presente siglo, y con los esposos Kitchner
a la cabeza, el Estado argentino ha tomado
ciertas medidas en el sector agrario para
que esté al servicio del país y su soberanía
alimentaria, lo que trajo el año pasado mo-
vilizaciones agrarias que la gran prensa del
continente mostró como luchas democrá-
ticas pero que no fueron otra cosa que la
gran burguesía agroexportadora resistién-
dose a perder su poder.
Estados Unidos
fortalece su agro
Volvamos atrás. Estados Unidos no su-
frió por la guerra, se benefició de ella. Y no
vivió como Europa el dolor y la vergüen-
za de que miles de personas murieran de
hambre y frío en las calles de sus ciudades.
Pero recogiendo experiencias de esos fa-
tídicos años, inmediatamente después de
terminado el conflicto, la potencia del Nor-
te dedicó sus más grandes esfuerzos a for-
talecer su producción agrícola. Para 1949,
el Departamento de Agricultura de los Es-
tados Unidos era ya el tercero dentro de
lo que podemos llamar la jerarquía de los
“ministerios” de esa nación, con un inmen-
so presupuesto y miles de funcionarios,
de todas las disciplinas profesionales, que
fueron dedicados a impulsar su política
agrícola general: acelerar su producción in-
terna y llenar en el exterior los espacios de
mercado dejados por los sectores produc-
tivos que ellos quebraban. Fue, además, el
comienzo de una intensa carrera para con-
solidar la ventaja que le había sacado a Eu-
ropa y a la URSS en la producción agraria,
aprovechándose de que su desgaste fue
mínimo por haber ingresado al conflicto
sólo al final y fuera de su territorio.
Para cumplir el cometido de impulsar su
agro, el Departamento de Agricultura llega-
ba a todos los distritos rurales del país con
créditos oportunos, suficientes y baratos,
seguros para las cosechas, asistencia técni-
ca e investigación científica y con una serie
de programas que controlaban cuánto pro-
ducían los agricultores y cuánto recibían
por sus cereales. A mediados de los años
cincuentas, o sea, 10 años después de ter-
minada la guerra, Estados Unidos era ya la
única superpotencia agrícola en el mundo
y el primer exportador de cereales, con sus
firmas comercializadoras ubicadas en todo
el Planeta. Los excedentes de producción
se contaban por millones de toneladas,
que era necesario vender o colocar de algu-
na manera. Sin embargo, los demás países
no tenían con qué comprar esos sobrantes,
ni hábitos de consumo para requerirlos, o
estaban impulsando su propia agricultura,
como era el caso de Europa. La estrategia
fue entonces crear condiciones favorables
para el comercio alimentario y hacer que
los otros comieran al estilo gringo. El pri-
mer paso fue convertir paulatinamente a
los consumidores de arroz y maíz en consu-
midores de trigo y facilitarles la compra de
este cereal. No ha sido usual que los con-
quistadores cambien masivamente las cos-
tumbres alimenticias de sus conquistados,
pero Estados Unidos lo logró masivamente
en los últimos 60 años.
Para apoyar su estrategia, Washington
aprobó una serie de medidas, la más impor-
tante de las cuales fue la llamada Ley Públi-
ca 480, y apoyándose en ella llevó a los dis-
tintos países, especialmente a los llamados
del Tercer Mundo, a adquirir sus excedentes
agrícolas y a cambiar su régimen alimenta-
rio. Los cereales han sido históricamente el
alimento principal de la humanidad. Para
Lenin : “El cereal es la divisa de las divisas”.
Y Mao Tse Tung, el gran dirigente del pue-