En Asunción,
Cuando el gobierno no escucha, avasalla y reprime
Promover la desobediencia civil
Foto: gusqui.blogspot.com
Paraguay se halla en un momento de su historia en que para cambiar las condiciones de existencia de la mayoría de la población no queda más remedio que promover actos de desobediencia civil.
La desobediencia civil es un mecanismo de protesta para impulsar cambios sociales que se caracteriza por la negación de ciertos contenidos de la legalidad, pero no todo acto de desobediencia a la ley es un acto de desobediencia civil.
Existen dos clases de desobediencia civil.
La directa consiste en la violación de una norma jurídica concreta que en sí misma es considerada injusta.
Y la indirecta, cuando se desobedecen leyes para poder alcanzar una causa justa que por otro medio no se podría lograr.
Para que una acción sea considerada de desobediencia civil debe reunir seis condiciones.
La primera es que sus autores sean capaces de imaginar un orden social mejor y que para lograrlo requieran de esa acción.
La segunda es que no estén movidos por el egoísmo o por objetivos individuales o corporativos.
La tercera condición es que para sus promotores la desobediencia civil sea un deber cívico, una exigencia de conciencia que proceda de valores objetivos positivos para la mayoría.
El ejercicio de la desobediencia civil deberá ser público (no un acto conspirativo) y apuntar a que otros adhieran a ella.
Siempre se ejercitará de modo pacífico y su meta será promover especialmente el desarrollo de grupos sociales marginados o lesionados en sus derechos, cuando no haya otros medios de alcanzarlo.
En Paraguay la actitud del gobierno y de los poderosos no deja otro recurso a los pobres, a los campesinos y a los movimientos que los representan que la desobediencia civil para hacer respetar sus derechos.
Rel-UITA
7 de julio de 2014