-¿Cuál es tu evaluación de esta 38ª Reunión?
-Muy positiva. No solo por los informes que se dieron desde las distintas regiones y federaciones que ha creado la Regional sino también porque fue muy fructífera en virtud de los resultados de tantas actividades que se vienen realizando en la región y de las publicaciones que sirven como material de consulta y de análisis.

Si bien es sabido que América Latina no está exenta de los coletazos de las crisis mundiales y que los procesos cíclicos de la economía se dan uniformemente en el continente, está claro que hay un intento de algunos sectores de la economía de flexibilizar y precarizar cada vez más el trabajo.

Todos los informes presentados han concluido lo mismo y han analizado cómo se trata de impulsar estas políticas a través de reformas laborales y de la seguridad social.

-Y latente la posibilidad de que en América Latina regresen regímenes autoritarios, como es el caso de Honduras o Paraguay, por ejemplo.
-Está claro que la democracia en la región se ha visto debilitada. A los sectores que concentran la economía no les alcanza sólo con el control económico, quieren también abarcar los estamentos del Estado en su conjunto.

Honduras ha sido uno de los principales ejemplos. En Paraguay se dio de otra forma, pero también hubo un debilitamiento democrático después de la destitución ilegal del presidente Fernando Lugo y un claro avance de la derecha; la desestabilización que está viviendo Brasil debido a las artimañas de los sectores más corruptos deja en evidencia el progreso de la derecha.

-¿Cuáles son los principales desafíos que se presentan a partir de esta reunión?
-La corrupción, la droga y la delincuencia organizada responden a un sistema de ajustes del capitalismo, que además concentra medios masivos de comunicación.

El avance de los sectores económicamente más fuertes en el manejo de las cuestiones del Estado y del poder, sin dudas abre grandes desafíos tanto para los sindicatos como para la Secretaría Regional.

Tenemos que centrarnos en analizar profundamente estos cambios en la estructura y fortalecer los lazos de solidaridad en la región.

Los pobres no corrompen, corrompe el millonario dueño de las empresas que forma parte de este sistema que viene avanzado peligrosamente en el continente.

En este contexto, el desafío de los sindicatos es integrar las cuestiones propias del sindicalismo con las de la sociedad civil para defender los mecanismos democráticos de participación ciudadana que tiene actualmente la región.

Permitir el avance de la derecha también en el ámbito de los gobiernos sería nefasto, porque traería aparejado una serie de ajustes que solo perjudicaría a la clase trabajadora y a los sectores económicamente más vulnerables.

Tenemos Europa como ejemplo, en particular los casos de Grecia y España, con el consecutivo debilitamiento de las organizaciones sindicales y un regreso a la persecución y el hostigamiento a los sindicatos a través de la criminalización de la protesta.

-¿Cuáles crees que son entonces los pasos a seguir?
-Ante este escenario regional y global debemos defender las conquistas de los trabajadores, la democracia y la estabilidad que se ha logrado en la región.

Si en Europa las grandes transnacionales están aplicando todas estas medidas de flexibilización y precarización laboral, como evidenció el informe del compañero Fernando Medina de Comisiones Obreras de España, ¿qué nos hace pensar que no lo trasladarán de inmediato a América Latina? ¿Por qué van a pagar salarios altos por estas latitudes y mantener beneficios sociales?

Creo que hay que consolidar el trabajo que se viene realizando con las federaciones, y evalúo que la tarea que lleva a cabo Norberto Latorre, como presidente de la Regional, tu persona y un magnífico equipo de dirigentes hombres y mujeres, es el camino a seguir.

Lo que más se destacó en esta 38ª Reunión fue el trabajo en equipo, la participación de los dirigentes y activistas de base en las federaciones y las coordinadoras locales, que llevan a su vez adelante un plan estratégico de acciones concatenadas que van día a día aceitando la maquinaria y haciendo que nuestra tarea sindical sea cada vez más eficiente.

Resumiendo, creo que de aquí en más hay que incrementar las acciones de solidaridad, sobre todo en aquellos países donde el movimiento sindical se ha visto debilitado o atacado.

También se debe consolidar la democracia en los distintos países, lo cual no significa aliarse a partidos políticos, pero sí involucrarse con las políticas que defiendan a los sectores más pobres de la sociedad.

Pensemos que se están reflotando las políticas de los años 1990: devaluación de las monedas locales; ajustes financieros y sociales; ventas de empresas estatales y ataque sistemático al movimiento obrero.

Tenemos que estar unidos, solidarios y alerta porque más temprano que tarde la crisis de Europa se hará sentir también aquí con fuerza y para entonces debemos estar preparados. La clave está en fortalecer las bases sindicales.

Es impensable mantener una estructura unitaria si las decisiones se toman desde un escritorio, solamente como narradores de los conflictos.

Tenemos que trabajar mucho, informar, capacitar, concientizar y organizar para frenar estos intentos de destruir las conquistas tan arduamente ganadas por la clase trabajadora a lo largo de la historia. Y en ese camino está nuestra Regional.