Caciques y líderes indígenas denuncian intervención del gobierno federal en favor de hidroeléctrica
Tras la intervención del Poder Público de Jacareacanga, municipio al sur del estado de Pará, los caciques y líderes indígenas denunciaron que el pueblo Mundurukú seguirá resistiendo la construcción de usinas hidroeléctricas en el río Tapajós, por los riesgos de inundación de aldeas y zonas de cultivo
Para los líderes Mundurukú, el gobierno federal y otros grupos interesados usan a la municipalidad y a los ediles para dividir al pueblo y facilitar la aprobación del proyecto.: “Hasta han realizado una reunión para presentar un informe al gobierno", denuncia Jairo Saw, portavoz del cacique Mundurukú.
El 3 de agosto fue convocada una reunión para evaluar el movimiento de resistencia a los proyectos vinculados con la usina. Realizado en Jacareacanga, el encuentro contó con la participación de 83 caciques.
"El orden del día decía que la reunión sería para evaluar los últimos avances del movimiento y para fortalecer la lucha contra los grandes proyectos y la organización de los Mundurukú en general", explica Sierra.
Sin embargo, el alcalde de la ciudad, Raulien Queiroz, afiliado al gobernante Partido de los Trabajadores (PT); policías fuertemente armados; ediles y asesores políticos lograron cambiar el orden del día: la reunión pasó a ser para modificar la dirección de la Asociación Pusuru. Hombres armados prohibían registros fotográficos, quien llegaba era revisado y se prohibió que se mostraran pancartas contra el proyecto hidroeléctrico.
La Asociación Pusuru se había transformado en uno de los principales instrumentos del pueblo Mundurukú contra emprendimientos hidroeléctricos en los ríos de la Amazonía.
Entre abril y mayo, los Mundurukú ocuparon dos veces el cantero de la usina hidroeléctrica de Belo Monte, sobre el río Xingú, y en junio hicieron manifestaciones en Brasilia y frenaron la acción de los técnicos que estaban trabajando dentro del territorio indígena para preparar el informe ambiental a favor de la construcción de la usina.
También protestaron ante el Concejo Municipal de Jacareacanga, con el fin de que los concejales rechazaron el proyecto del gobierno federal.
Todas las acciones fueron criticadas por el alcalde durante la reunión, sin posibilidad de defensa por parte de los Mundurukú.
"A los caciques y a los líderes indígenas no se les dio la palabra. Esto no existe en nuestras reuniones. La mayoría no entendía qué se estaba discutiendo ", destacó Jairo Sierra. El movimiento señaló que el golpe fue dado por políticos de la ciudad para poner fin a la resistencia a la hidroeléctrica, pero indicó que "no pudo concluirse porque somos la mayoría".
Maria Leusa Mundurukú acaba de ser retirada de la Asociación Pusuru, de la que fue vicepresidente. Pasó cerca de dos meses fuera de la aldea, entre las ocupaciones de la construcción de Belo Monte y las protestas en Brasilia. Siempre ha estado en contra de la usina y fue testigo de cuando el secretario de Asuntos Indígenas de Jacareacanga amenazó con que no garantizaría el combustible a los barcos para el regreso de los líderes indígenas a sus comunidades ii no se eliminaban los carteles contrarios al proyecto.
“El cacique con quien el secretario hablaba, se sintió intimidado. Había muchos agentes y matones. A todos nos tomó por sorpresa", afirma. María Leusa.
La estrategia desde arriba
No es la primera vez que el Poder Público de Jacareacanga es utilizado como puerta de entrada para la imposición de proyectos en tierras Mundurukú, pasando por arriba de las voluntades y opiniones del pueblo indígena.
En agosto de 2011, representantes de la empresa Celestial Green, vinculada al mercado de carbono, se reunieron con los concejales para firmar un contrato de concesión de derechos de uso absoluto de las tierras indígenas, concesión cedida a la empresa por 30 años. El pueblo Mundurukú no lo aceptó.
Para Jairo Saw, la situación actual no es diferente: el gobierno federal actúa a través del Poder Público local para imponer el proyecto de la usina.
"La idea del gobierno es acabar con nuestra cultura y dividir al pueblo indígena. Si el pueblo indígena no hace nada van a desaparecer sus tradiciones y su lengua ", explica el asesor del cacique líder de todos...
Otro punto destacado por Saw es el lugar de la reunión. Según dijo,, la trama empezó cuando se decidió que el encuentro seria en la ciudad. "Ellos (alcalde y concejales) temían lo que pudiera pasar si el encuentro hubiera sido en las aldeas. Temían que los líderes indígenas se sublevasen contra la actitud de los concejales. En Jacareacanga podían llamar a la policía en cualquier momento, intimidando a los caciques y líderes", analiza Saw.
El encuentro fue organizado, de acuerdo con el líder, por los propios gestores municipales. De los 83 caciques presentes, sólo seis tenían derecho a hablar.
Saw explicó que, incluso habiendo sido elegidos con los votos de los Mundurukú, los legisladores indígenas no representan al pueblo, ni pueden hablar y decidir por el pueblo, como sucedió en ocasión de la firma del contrato con la Celestial Green y ahora con la construcción de la usina. Los Mundurukú rechazan cualquier proyecto de ese tipo en los ríos de la Amazonia, especialmente en el Tapajós.
“Tienen que respetar esa decisión. El gobierno federal debe discutir con nosotros, nuestra opinión es la que vale. La otra vez fue lo mismo: Paul Maldos (de la Secretaría General de la Presidencia de la República) se reunió con los concejales mientras los caciques estaban esperando por él en la aldea Sai Cinza”, destacó Saw.
"Brindo asesoría al cacique líder de todos y él acompaña el movimiento de resistencia, así como otros caciques. Incluso él estuvo presente aquí en Jacareacanga para que los guerreros mantuviesen el control y que él pudiera orientarlos”, afirmó.
Foto: LUNAE PARRACHO/REUTERS