Marcharon con pancartas con su retrato y bailaron animados por una comparsa encabezada por Clarisa, hija de Óscar, y la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz Soto.
Un cabezudo que representaba a López recorrió varias calles de la ciudad, y en varios edificios aparecieron grandes banderolas con su foto.
Todos reclamaban al presidente de Estados Unidos Barack Obama que cese el ensañamiento con este dirigente detenido en 1981 y condenado a 70 años de prisión, 12 de los cuales ya purgó en condiciones de aislamiento total, un castigo que todas las organizaciones humanitarias del mundo coinciden en calificar de tortura.
Cuando Obama y el presidente de Cuba Raúl Castro lanzaron el 19 de diciembre el proceso de descongelamiento de las relaciones entre ambos países se mencionó que entre las liberaciones cruzadas de detenidos podría producirse la de López Rivera.
Uno de quienes lo insinuó fue el presidente de Uruguay, José Mujica, que tuvo un grado de participación en el deshielo entre Washington y La Habana y que ha reiteradamente pedido la excarcelación del boricua.
Días después, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, le propuso a Obama una suerte de canje y liberar al dirigente golpista opositor Leopoldo López, preso en Caracas acusado de intentar derrocar violentamente al gobierno bolivariano, a cambio del ex dirigente de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Puerto Rico.
Nada ha pasado hasta ahora.