Más allá de la discusión entre quienes promueven un lenguaje en el que se precise el género y los que defienden el lenguaje inclusivo, entre ellos la Real Academia Española (RAE), existe una legión de seguidores atentos a los discursos del presidente venezolano Nicolás Maduro que luego se burlan de su particular utilización del idioma español.
Tres de los abundantes disparates de su autoría, de los tantos ubicables en Internet, son: “vamos a repartir gratuitamente 35 millones de libros y libras para los escolares”, “millones y millonas de bolívares” y “hay que estar alertas y alertos”.
A 1.600 kilómetros de la madrileña sede de la RAE, en la localidad de Lucena (Provincia de Córdoba) tiene su sede una transnacional andaluza cuyo principal negocio es la elaboración de aceites y la producción de energía, registrada como Aceites y Energía Santamaría SL.
Se trata de un grupo familiar fundado en la década de los 60 por Luis Santamaría Contreras y sus inversiones fuera de España son:
Argentina – Inversiones Río Uruguay S.A., produce aceitunas y oleaginosas en las localidades de Tres Arroyos y Coronel Dorrego.
Chile – Santamaría Chile SPA, produce energía partir de biomasa.
Cuba – Miesa Exportación S.A. y Kodesol Caribe, distribuye productos químicos y de limpieza para la Isla y Centroamérica.
Uruguay – Agrohispano Inversiones S.A., emprendimientos agrícolas y ganaderos (engorde de ganado en feed-lot).
¿Qué tiene que ver todo esto con el lenguaje de Maduro? Que Comisiones Obreras de Córdoba firmó un convenio con Aceites Santamaría que establece que el incremento salarial pactado comenzaría a aplicarse en enero de 2017.
Que los trabajadores han recibido el aumento pactado, pero no así las trabajadoras. Que el argumento de la empresa para justificar esta decisión es que “el convenio dice trabajadores y no trabajadoras”.
Según destaca la compañera Mar Ávalos, secretaria de la Mujer de CCOO de Córdoba, no se trata de una cuestión económica pues las mujeres son minoría en la empresa.
Actitud propia de oligarcas machistas y oligarcos machistos, por más Santamaría que se apelliden.