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Con Ernest Cañada

Un turismo con vocación social

Invitado por la Universidad de la República del Uruguay (Udelar), Ernest Cañada estuvo en Montevideo para dar una charla sobre la posibilidad de promover un turismo más equitativo, inclusivo y sostenible.

Amalia Antúnez

30 | 7 | 2024


Ernest Cañada | Foto: Daniel García

Con Ernest nos conocimos en Mar del Plata, Argentina, en la 14ª Conferencia Regional Latinoamericana de la UITA allá por 2011, cuando realizó una presentación sobre los impactos de los megaproyectos turísticos en las comunidades caribeñas.

Desde entonces pasaron 13 años, pero a él no se le notan. Sigue siendo como lo recordaba: todo paz, desde la voz a los gestos.

Entonces le pregunto qué lo trae por estos sures y me cuenta que está trabajando en Buenos Aires y, aprovechando la cercanía con Montevideo, el proyecto de extensión de la Udelar lo invitó a dar esta charla.

“Estoy trabajando en un proyecto de memoria y turismo. Con Alba SUD estamos haciendo una investigación sobre cómo espacios y movimientos de memoria contra la impunidad han encontrado un marco de relación con el turismo”, dijo. Sobre esto quedamos en ahondar más adelante.

Turistificación: una nueva crisis

El tema que lo trajo a la capital uruguaya abre un amplio debate sobre los nuevos fenómenos que se están dando en destinos turísticos por excelencia, como lo es su España natal, donde la comunidad local está protestando contra los procesos de turistificación masiva y el impacto en la vida cotidiana de los lugareños.

“De forma ampliamente compartida, en todas estas movilizaciones se enfatiza la idea de agotamiento y saturación asociada al turismo y, en consecuencia, se pone el acento en la necesidad de ponerle límites y defender el derecho a poder vivir dignamente en sus lugares de origen o donde trabajan” explica.

Entre las quejas se escucha que estos procesos de turistificación sin límites encarecen la vivienda y hay cada vez más dificultad para acceder a ella.

Los manifestantes, además, señalan que sufren aglomeraciones en el transporte y tienen dificultades de acceder a determinados espacios públicos.

Otro aspecto muy importante que emerge de las protestas es que a pesar de ser un sector que recoge fuertes dividendos, el derrame de esas ganancias no se ve.

La precariedad y la explotación laboral siguen siendo el denominador común para trabajadores y trabajadoras del sector.

“Ya los españoles y españolas no quieren trabajar en el sector, entonces los grandes complejos van a buscar a migrantes para que ocupen esos puestos y las condiciones laborales para esos trabajadores son aún peores”.

Esta turistificación no se vive aún en Uruguay en los niveles que se da en otros destinos, pero es cierto que las plataformas asociadas al acceso de vivienda temporal como Airbnb van irrumpiendo en el mercado, y no existen estudios que midan su impacto en el aumento de los alquileres a largo plazo y en la oferta de empleo para el sector.


Ernest Cañada | Foto: Daniel García
El turismo como derecho

Durante nuestra charla le planteo que en América Latina la idea de un turismo más equitativo e inclusivo está asociada a que lo consideramos como un derecho…

“Si decimos que el turismo es un derecho estamos reconociendo que cualquier tipo de turismo lo es, pero cuando se miran contextos distintos podemos ver que también es un mecanismo de explotación, es un mecanismo de expulsión y pasa por encima de otros derechos”, señala Ernest.

Para él, el turismo es un mecanismo de acumulación del capital, en su inmensa mayoría, pero en ese contexto, en tanto práctica social puede ser transformado y regirse por otras lógicas, y ahí es cuando se convierte en un mecanismo que garantiza derechos, que incluye, que respeta el ambiente y las comunidades, pero no es un derecho en sí mismo.

“Lo que reivindicamos sobre todo es el derecho al ocio, al tiempo libre”, subraya.

Este tiempo libre se puede organizar de varias maneras: yo me puedo quedar en mi casa leyendo un libro, o puedo hacer ocio con desplazamiento.

“Una de las grandes luchas obreras radica en liberar tiempo de vida a la explotación laboral, entonces no podemos renunciar a esto, lo que podemos hacer es promover el turismo social o demandar políticas públicas que generen espacios donde utilizar nuestro tiempo libre”.

Su reflexión, aclara, no les quita valor a los complejos de turismo social tan exitosos que hay en Argentina, Chile, Uruguay.

“Pero cuando decimos que la gente tiene derecho a ver el mar, no es lo mismo que decir que tiene derecho a turismo porque eso engloba a cualquier tipo de turismo. La gente tiene derecho a vacacionar, y una de las formas que podemos hacer esto es a través del turismo, pero no es la única”, apunta.

“Entonces lo que proponemos es ir un paso más allá y reivindicar el tiempo libre. Eso es lo importante”.