Desde el gobierno pretendieron “matar” políticamente al presidente de la central sindical
Hace ya unos años se había comprobado que los servicios de seguridad de la Presidencia de la República habían espiado a legisladores de la oposición política y a estudiantes y profesores de un liceo que protestaban contra una ley. Ahora se probó que también el máximo dirigente de la central sindical fue investigado, con anuencia del propio presidente Luis Lacalle Pou.
Daniel Gatti
25 | 6 | 2024
Foto: Gerardo Iglesias
Marcelo Abdala, presidente del PIT-CNT fue objeto en febrero de 2022 de un operativo policial destinado a relacionarlo con una “boca” (un lugar de venta) de pasta base de cocaína.
El dirigente sindical había chocado con su auto, estaba cumpliendo una pena de trabajo comunitario de 15 días y el jefe de seguridad de la Presidencia, Alejandro Astesiano, aprovechó la ocasión para intentar “matarlo”, orquestando, en conjunto con los mandos policiales, una serie de operaciones de seguimiento para involucrarlo en actividades ilegales.
Investigaron, entre otras cosas, un almacén donde Abdala había estado unas horas antes del accidente para saber si allí se vendía droga.
De todos estos operativos Astesiano mantuvo informado al presidente Lacalle Pou. Que por toda respuesta le dijo: “Perfecto”. Nunca intentó frenarlo, ni a su jefe de seguridad ni a los mandos policiales.
Chats por Whatsapp, mensajes de audio, capturas de pantalla de comunicaciones prueban lo afirmado.
Se conocieron por pericias ordenadas por Fiscalía al teléfono celular del ex jefe de seguridad, preso desde el año pasado por algunos de estos delitos, y hoy muy enojado, entre otros, con Lacalle Pou porque desde el poder político le han querido endilgar a él toda la responsabilidad de hechos que estaban en conocimiento y pueden haber sido alentados desde la propia Presidencia.
La trama de espionaje a Abdala “incluyó reuniones con funcionarios de Narcóticos en una oficina de la residencia presidencial”, apuntó en una nota en el periódico La diaria el periodista Lucas Silva, que acaba de publicar un libro en el que recoge sus investigaciones respecto al “caso Astesiano”.
Como en otras aristas de este “caso”, que tiene bastantes más ramificaciones, desde la coalición de gobierno se ha puesto el acento no en las revelaciones en sí mismas sino en cómo se las ha conocido: es decir, sobre periodistas u operadores del Poder Judicial.
Sobre quiénes las han filtrado y divulgado, no sobre las ilegalidades varias que dejan al desnudo.
“Matemos al mensajero” y “no hagamos olas” han sido las máximas de los gobernantes. Pero las inmundicias seguirán apareciendo, aunque se las pretenda mantener bajo la alfombra.