Lo confirma Soledad Castro, delegada de UGT que ha participado con su testimonio en el libro: “Cuando llevo la mitad de la jornada ya me he tomado ocho analgésicos para poder continuar, llego a casa a rastras”.
Asegura que su situación no es de las peores porque trabaja ocho horas diarias y libra dos días a la semana.
Soledad se queja de que tiene 59 años, 20 a sus espaladas como camarera de pisos y está “más mal que bien”.
Denuncia que los ritmos de trabajo son insufribles también para las trabajadoras jóvenes por el aumento de la carga de tareas y limpieza.
“Comencé limpiando 20 habitaciones al día con dos camas y ahora hago 27 con cuatro camas”, afirma, y añade que antes no había que limpiar tan a fondo y tan a menudo las habitaciones porque los clientes contrataban más días en el hotel.
Aun así, esta delegada sindical se considera afortunada porque en Baleares se “consiguió parar la externalización de la limpieza de los hoteles”, algo que no ha ocurrido en otras zonas de España, en las que esta tarea la realizan empresas multiservicios, con convenio propio, que pagan menos -dos euros la hora por habitación- que lo que contemplan los convenios de hostelería.
“Que me expliquen cómo el empresario dice que no gana dinero cuando cada vez hay más turistas, hay colas en el comedor, en el ascensor, pero no ganan dinero”, reivindica Soledad Castro.
La delegada lamenta que hubo que pelear el convenio de hostelería de Baleares para conseguir un aumento de sueldo del uno por ciento para este año, pero que el IRPF se les ha incrementado en un tres por ciento.
“No hemos perdido derechos con el convenio, pero tampoco hemos ganado”, sentencia.
El secretario federal sectorial de hostelería y turismo de UGT, César Galiano, afirma que es necesario mejorar las condiciones a través de la negociación colectiva, derogar la reforma laboral para que no prevalezcan los convenios de empresa, con peores condiciones, sobre los convenios sectoriales.
Además, reclama que las dolencias de las camareras de pisos se reconozcan como enfermedad profesional y que aumenten los medios de la Inspección de Trabajo para controlar los abusos.
“Es necesario dignificar la profesión de las camareras de pisos”, concluye.
