Caen ventas de maíz transgénico de Estados Unidos a China
Una naciente conciencia ambiental
Ilustración: Rel-UITA
Desde fines de 2013 China redujo radicalmente sus compras de maíz transgénico a Estados Unidos. La explicación sería que la creciente clase media del país asiático está muy atenta a lo que come y rechaza que le vendan gato por liebre.
China era hasta ahora uno de los principales compradores del cereal norteamericano, 100 por ciento modificado genéticamente.
Hasta octubre pasado, había importado más de 1,5 millones de toneladas del cereal, convirtiéndose en el cuarto comprador del mundo.
Sin embargo, en noviembre las autoridades de control de alimentos encontraron que desde Estados Unidos les estaba llegando un maíz de una variedad OGM -la MIR 62– que no estaba aprobada por el Ministerio de Agricultura y la rechazó.
Más de medio millón de toneladas (540.000) fueron devueltas al mes siguiente a los productores norteamericanos.
Desde entonces las ventas estadounidenses han continuado (China aprobó hasta ahora la importación y el consumo de 15 variedades del cereal genéticamente modificado), pero se han reducido sustancialmente, en 85 por ciento según el Wall Street Journal.
Esa caída ha supuesto desde fines del año pasado una merma de 500 millones de dólares de ingresos a los productores norteamericanos.
El boom de las importaciones de maíz tiene casi que la misma explicación que su caída: el aumento del consumo de la clase media china, que pasó de representar el 4 por ciento de la población urbana en el año 2000 a algo menos del 25 por ciento en 2013.
“Los sectores medios en un primer momento reclamaron que se les diera acceso a alimentos que no se producían en suficiente escala en el país, como carne o cereales, pero en un segundo tiempo comenzaron a reclamar por la calidad de esos productos”, apunta Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, basado en España.
¿Qué compramos? ¿Qué comemos?
“Los representantes de la creciente clase media en China tienen una actitud muy seria hacia las mercancías que compran. Si uno compra algo parecido a fresa en su aspecto, sabor y aroma, pero no es tal fruta, no tiene ningún valor para el consumidor”, coincidió Thorsten Pattberg, un investigador de la Universidad de Pekín, en declaraciones al Wall Street Journal.
De los sectores medios es que provendría también el mayor interés por el cuidado del medio ambiente, “uno de los grandes déficit del modelo de desarrollo chino” de capitalismo de Estado, que por un lado “ha generado cifras de crecimiento de la economía gigantescas, pero por el otro ha aumentado la brecha social (la desigualdad, las injusticias) y descuidado el ambiente al fomentar megaproyectos de toda clase”, dice Ríos.
La resistencia en aumento en Occidente, en particular en Europa, al consumo de alimentos modificados genéticamente habría también repercutido en los incipientes movimientos ecologistas chinos, muy atentos a lo que sucede fuera de fronteras, apunta otro analista del Observatorio de la Política China.