No nos olvidemos que cuando Dilma Rousseff se fue del gobierno había en el país 13 centrales sindicales nacionales. Es como si en Argentina hubiera 13 CGT. Con un movimiento obrero de esas características, el pueblo no tiene capacidad de respuesta.
El segundo desafío, también muy importante, es que deberá haber un fuerte replanteo del socialismo brasileño, de su izquierda, en todas sus expresiones.
Una izquierda que fue mutando hacia un progresismo global y alejándose de los intereses nacionales del Brasil profundo, planteando ejes programáticos más cercanos a los bares universitarios que a los barrios obreros.
Bolsonaro es todo un personaje, y solo eso conocemos de él, el personaje.
Más allá de escandalosas declaraciones y dejando de lado su ideología aparentemente neoliberal y su pensamiento fascista, está su idea de una reactivación del Brasil industrial a través del resurgimiento de las grandes empresas nacionales (Petrobras, Odebrecht) como cabeza del motor productivo.
Su victoria responde a un hartazgo social (inflado por la superestructura cultural) respecto de la corrupción y la inseguridad.
Los brasileños y brasileñas vieron en este hombre una oportunidad de volver a sentir un país donde importe más la seguridad y la producción que la diversidad y el sueño de justicia social.
Algo muy similar al proceso estadounidense encarnado por Donald Trump, que nos debe llevar a pensarnos y repensarnos como sociedad.
Veremos qué pasa…
En Rosario, Mario García
NdE: “Marito” como le dicen sus allegados y amigos, integra el Sindicato de Panaderos de Rosario. En más de una oportunidad ha representado a la Rel-UITA en jornadas internacionales de jóvenes sindicalistas. Aguardamos más artículos querido Marito, tus análisis serán bienvenidos siempre. Vaya el abrazo fraterno del equipo de La Rel.