En marzo de 2018 el Frente Farabundo Martí ya había recibido una dura lección electoral, cuando bajó a tan solo 385 mil votos en las legislativas, menos de la cuarta parte de lo que había obtenido para ganar las presidenciales de 2014. El mensaje parece que no fue recibido.
La dirigencia del partido se empecinó y este domingo 3 el Frente logró apenas 377 mil votos.
Ganó en primera vuelta Nayib Bukele, un empresario joven, ex alcalde de San Salvador a quien el mismo FMLN sacó del anonimato para después expulsar de sus filas.
Nayib usó como vehículo el partido Gran Alianza Nacional (GANA), fundado en 2010 por diputados disidentes del ultraderechista ARENA, luego de no lograr inscribirse como candidato de su propio partido Nuevas Ideas.
La falta de coherencia le pasó al Frente una dura factura. En 10 años gobernando el país, no hubo reforma ni revolución sino una continuidad del consenso neoliberal.
Los gobiernos del FMLN mantuvieron la dolarización de la economía y firmaron más tratados de libre comercio que los de ARENA. Aunque dicen oponerse a la privatización del agua, la facilitaron en una reforma de la Ley de Asocios Público Privados.
No impulsaron medidas que fortalecieran la organización de la clase trabajadora, más bien se dedicaron a mediatizarla solo a aquellos sindicatos alineados con el partido de gobierno que no fueran molestos para las buenas relaciones con los empresarios representantes del gran capital.
Muchos dirigentes del FMLN se convirtieron en empresarios con prácticas muy alejadas de la participación de los trabajadores en la gestión del capital.
El Frente siguió recurriendo a una retórica antiimperialista y anticolonial en sus actos públicos, pero en la práctica, con la excusa de aumentar la cooperación, hizo al país aún más dependiente de los capitales imperiales y coloniales.
No fue capaz siquiera de garantizar el financiamiento de los programas sociales que mostraba con orgullo.
Al no concretar una reforma fiscal para que los sectores de mayores ingresos pagaran más impuestos, los programas sociales que implementaron fueron financiados con deudas, es decir, pagados al final por los mismos pobres.
Aunque fueron positivos para muchos sectores, estos programas perdieron su capacidad de redistribución de la riqueza.
En el terreno ambiental, el FMLN continuó permitiendo la depredación, gracias a una gestión inerte.
Todo lo anterior sin mencionar la corrupción en que cayeron muchos de sus dirigentes, lo que fue la comidilla de los medios de comunicación en los últimos días: los sobresueldos de hasta 15 mil dólares mensuales para el presidente actual y para el propio candidato fueron solo algunos de los casos más sonados.
¿Quiénes son los verdaderos vencedores de la elección? No el presidente electo, al que ya lo están persiguiendo casos de corrupción durante su gestión como alcalde de la capital.
Los grandes triunfadores son grupos empresariales y de poder económico representados en dos partidos de derecha.
Hoy más que nunca se necesita una nueva izquierda, que ante todo tenga como primicia fundamental la coherencia entre el discurso y la práctica.