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Con Gustavo González y Luis Puig

Historia de una “pueblada”

Finalmente, 135 artículos de una “ley ómnibus” llamada de Urgente Consideración (LUC), que consagra desigualdades, amenazas al derecho de huelga, impunidad policial, quedaron firmes tras la victoria del “No” a su derogación en el referéndum realizado en Uruguay el domingo 27. Pero la diferencia fue tan estrecha que los promotores de la derogación, que jugaron con todas las cartas en su contra, consideran que salieron fortalecidos.

Daniel Gatti

29 | 03 | 2022


Foto: Gerardo Iglesias

Hubo que esperar hasta muy entrada la noche del domingo para que el resultado de la consulta quedara claro: 49,9 por ciento se inclinó por el “No” a derogar 135 artículos de la LUC y 48,9 por ciento lo hizo por el “Sí”. Un solo punto de diferencia.

El voto en blanco (1,3 por ciento) jugaba en favor del “No”, en función de una argucia de la ley electoral de 1989 adoptada para trabar los mecanismos de democracia directa.

“Era la batalla de David contra Goliat”, dijo a La Rel Gustavo González, secretario general de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Viviendas por Ayuda Mutua (FUCVAM), un poderoso movimiento social que estuvo entre los pilares de la campaña en favor del “Sí”.

“Todo el aparato del Estado fue puesto al servicio del mantenimiento de la LUC, incluyendo la propia institución presidencial. Tuvieron a su favor a la gran mayoría de los medios de comunicación, a las cámaras empresariales y su dinero, recurrieron a las amenazas, al amedrentamiento…”.

Un sujeto colectivo

“La nuestra, en cambio, fue una campaña mucho más austera, como no podía ser de otra manera proviniendo como provino de los sectores populares. Nuestro protagonista principal fue un sujeto colectivo, y eso sin duda ha fortalecido al movimiento social, que necesitaba algo así”.

Luis Puig, ex integrante de la dirección de la central sindical PIT-CNT y ex diputado por el Frente Amplio (FA), dos organizaciones que promovían el “Si”, coincidió con González.

Quienes llevaron el paso fundamental de la campaña por el ‘Sí’ fueron los mismos que juntaron las firmas para que pudiera haber referéndum cuando nadie daba un peso porque se pudiera convocar: los militantes de a pie, los integrantes de las organizaciones sociales, la gente de los barrios”, dijo Puig a La Rel.

“Esos son los verdaderamente imprescindibles”, los identificó González.

“Hay que ver cómo estábamos hace año y medio, dos años, cuando FUCVAM, el PIT-CNT, los estudiantes universitarios, las organizaciones feministas dijimos que había que luchar por derogar una ley adoptada entre gallos y medias noches, casi sin discusión parlamentaria y sin consulta a los actores sociales. Ni la izquierda organizada estaba convencida”, dice el dirigente cooperativista.

Puig completa: “Había entonces un estado de apatía, de resignación, por la derrota política e ideológica que había significado el triunfo de la derecha en las elecciones de fines de 2019”.

“El gobierno se sentía con viento a favor para imponer una terapia de shock neoliberal y sacó esta ley con más de 400 artículos, algo nunca visto en Uruguay”.

La LUC es un programa político contenido en un solo texto que modifica más de 60 leyes anteriores y dispone, entre otras cosas, la limitación del derecho de huelga, un arsenal de leyes represivas, el refuerzo del control del poder político sobre la educación, facilita los desalojos, flexibiliza los controles sobre el movimiento de capitales, da carta blanca a la policía.

“Fue en definitiva la cobertura jurídica que encontró este gobierno para imponer su proyecto de transformación económica, social y política del país y enfrentar la resistencia que se le pudiera presentar”, afirma Puig.

A pulmón

Cuando desde el movimiento social se dijo que había que pararle la mano a esta ofensiva, el Frente Amplio dudó en sumarse.

Tras muchas discusiones con las organizaciones sociales, se consensuó la vía del referéndum contra 135 artículos de la LUC, considerados “los peores”.

La legislación uruguaya sobre los referendos es de las más restrictivas del mundo: impone lograr el apoyo en el plazo de un año del 25 por ciento del padrón electoral, lo que en Uruguay, donde hay poco más de 2.700.000 habilitados para votar, equivale a unas 670.000 personas.

“Es como si en Francia se exigieran unos 14 millones de voluntades. Un disparate”, comparó Puig.

La recolección de firmas comenzó en plena pandemia y las autoridades electorales no aceptaron prorrogar los plazos para la convocatoria de la consulta a pesar de la emergencia sanitaria.

Los medios de comunicación le hicieron el vacío a la campaña y desde el oficialismo se “bajó” la consigna de evitar los debates para que la iniciativa pasara lo más desapercibida posible.

A pesar de ello, las firmas conseguidas superaron ampliamente el número requerido: cerca de 800.000.

En dos tiempos

“Ese fue el primer tiempo de esta pueblada”, recuerda Gustavo González.

El segundo tiempo, el que culminó este domingo, “se jugó en las mismas condiciones desiguales: el presidente implicándose directamente en la defensa de la LUC −contra lo que dice la Constitución−, los medios acordando 5 veces más de tiempo de cobertura a los defensores del ‘No’ que a los del ‘Sí’, una desproporción abrumadora de publicidades en favor del ‘No’…”

Y las presiones. “En pueblitos del interior participar en la campaña del ‘Sí’ equivalía a poner en peligro el empleo: fueron decenas las denuncias que recibimos de compañeros y compañeras sobre patrones que amenazaban a empleados con despedirlos”, cuenta González.

Puig cree que el gobierno pensó que tenía muy fácil el partido. “Que bastaba con crear un ambiente de miedo, con marcar presencia en los medios de comunicación, para ganar esta batalla. Y le erró, como le había errado cuando creyó que nunca se juntarían las firmas”.

“La campaña de recolección sirvió para dar confianza a un movimiento popular que en 2020, comienzos de 2021 estaba muy atomizado. Había resistencia − contra los recortes salariales, a través del movimiento de ollas populares−, pero estaba muy, muy desperdigada”.

El movimiento en favor del referéndum amalgamó esa resistencia, le dio solidez. “Y eso se confirmó en estos últimos meses. Situarse a un solo punto por debajo en estas condiciones es muy, muy bueno”, resume el ex sindicalista.

Cortes

Lo que puso una vez más en evidencia el voto del domingo fue un país cortado políticamente en dos mitades casi equivalentes y claramente diferenciado generacional y territorialmente.

El “Sí” triunfó con holgura entre los electores menores de 35 años y en los departamentos más poblados y urbanizados del país: Montevideo, Canelones y Paysandú. Perdió en cambio por mucha distancia en las zonas rurales y entre las franjas etarias más avanzadas, de 65 años en adelante.

“Son datos esperanzadores. Tuvieron que cerrar anticipadamente el padrón electoral para dejar por fuera de la votación a nuevos electores, porque se dieron cuenta que en los jóvenes había un reservorio importante de votos por la derogación de la LUC”, dice González.

“Perdimos, es cierto. Pero por un margen tan pequeño… Ahora se vienen otras luchas importantes y tenemos una buena base para enfrentar otros proyectos regresivos”.

Combates y alianzas

Entre esas luchas a venir tanto González como Puig incluyen a la reforma de la seguridad social y de la ley de medios de comunicación.

“La reforma de la seguridad social es en realidad una reforma de los mecanismos de jubilaciones y pensiones. Tal como la están perfilando los expertos del gobierno va a hacer cargar el peso de la crisis de la previsión social sobre los trabajadores”, señala el ex dirigente del PIT-CNT.

“Se va a postergar la edad de jubilación, por ejemplo, y como la política de este gobierno apunta netamente a recortar salarios, la reforma tendrá un perfil muy negativo”.

La alianza entre los movimientos sociales que se dio en ocasión de este referéndum va a ser fundamental para poder enfrentar la reforma de la seguridad social, sostiene González. “Es una alianza estratégica que habrá que fortalecer y profundizar”, apunta.

Y dice que con los sectores políticos, como el Frente Amplio y otros, esa alianza es siempre puntual.

“Dependerá de lo que propongan. Habrá que estudiarlo muy bien. FUCVAM tuvo diferencias con la política de vivienda de los gobiernos del Frente Amplio. Habrá que ver qué dice ese partido con la reforma de la seguridad social. Y ahí se decidirá el camino de la alianza o no. No es imposible”.

Puig apuesta a que el Frente Amplio, la fuerza que él integra, “se dé cuenta de que la única manera de ser fiel a su historia es conectando con los movimientos sociales. Cuando lo olvidó, como en parte de los 15 años en que estuvo en el gobierno, entre 2005 y 2020, terminó pagándolo”.

El FA en el gobierno descuidó el trabajo político en el conjunto de la población. Aunque nunca lo explicitó, entendió que las transformaciones se hacían desde lo institucional, y eso produjo un distanciamiento con las organizaciones sociales”, dice.

Ambos dirigentes señalan que cuando llegue el momento de enfrentar el proyecto de reforma de la seguridad social habrá que repetir una de “las muy buenas cosas que tuvo la campaña para derogar la LUC: hacer entender a la gente cómo repercuten estas leyes en su vida cotidiana”.

“Con la LUC era muy difícil. Eran 135 artículos, pero se logró que mucha gente viera que todos estaban orientados en una misma dirección: la defensa de los intereses de los poderosos”, afirma Puig.

“Las luchas hay que darlas”

“Lo mismo puede pasar con la ley de medios, que apunta a reforzar aún más el poder del oligopolio que controla la prensa, las radios, las televisiones, un poder fáctico que tan útil les es a ellos. Es un tema oscuro, pero se tendrá que buscar la forma de aclararlo”.

También para FUCVAM la reforma de la ley de medios es un tema central. Y más aún lo es el de la reforma de la seguridad social.

“Explicar que esa reforma será desfavorable a los trabajadores podrá ser tal vez relativamente fácil, pero habrá que oponerse a un discurso dominante en todo el mundo según el cual los sistemas de previsión social son insostenibles y su modificación imprescindible”, dice González.

Pero el proceso que se vivió ahora demuestra que “nada está perdido de antemano y que las luchas hay que darlas, aun en las condiciones más difíciles. Se pierde y se gana. En todo caso ahora estamos en mucho mejor situación que antes”.