“Es lo que sucede habitualmente en las crisis: sacan a luz las fragilidades de una sociedad”, señala un informe sobre la brecha de acceso al teletrabajo en Francia publicado el 18 de marzo por el portal Médiapart.
Citando la edición 2019 del estudio anual del Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos (INSEE) “La economía y la sociedad en la era digital”, el portal señala que el acceso al teletrabajo es “globalmente marginal” en el país, y además está muy desigualmente repartido.
Un 11 por ciento de los funcionarios de mayor rango recurren a él regularmente al menos un día a la semana, pero apenas lo hacen el 0,2 por ciento de los obreros.
Hay también grandes disparidades por sectores económicos.
“El teletrabajo regulado por un convenio colectivo a nivel de empresa es más frecuente en el sector de los servicios, sobre todo en el de la información y la comunicación, poco en el comercio y muy poco en el de la construcción, donde los acuerdos colectivos en la materia son casi inexistentes”. Lo mismo que en el sector agrícola.
Pero además existe en Francia un avanzado “iletrismo digital”.
De acuerdo a otro estudio del INSEE mencionado por Médiapart, “12 por ciento de los individuos de más de 15 años no tienen ningún acceso a Internet en su domicilio”, mientras que 15 por ciento del total de la población francesa no utilizó jamás Internet el año pasado.
“Obtener información en Internet es fundamental en la sociedad actual. Sin embargo, 24 por ciento de la población parece incapaz de hacerlo”, afirma el instituto de estadísticas.
La fractura es también territorial, con “zonas grises” en que la conexión a Internet es muy dificultosa o simplemente inexistente, destaca por su lado otro documento, este del Defensor de los Derechos de los ciudadanos, una suerte de ombudsman.
“En las comunas de menos de mil habitantes, más de un tercio de la población no tiene acceso de calidad a Internet, lo que representa alrededor del 75 por ciento del total de comunas de Francia y 15 por ciento de la población”.
En esas localidades, tres cuartas partes de las comunas del país, la posibilidad del teletrabajo sería entonces casi nula.
Se trata de un dato que da cuenta de una “realidad fuertemente discriminadora para sectores de la población que se encuentran entre los más frágiles”, dice ese documento.
Médiapart concluye: por más que el gobierno y las cámaras empresariales convoquen a pasarse con armas y bagajes al teletrabajo, “Francia no está preparada para ello”.
Y agrega: esa es la realidad -¿inesperada?- de muchos otros países desarrollados.