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Coronavirus: la militarización de las crisis

Hay que remontarse a los períodos del nazismo y del estalinismo, casi un siglo atrás, para encontrar ejemplos de control de población tan extenso e intenso como los que suceden en estos días en China con la excusa del coronavirus. Un gigantesco panóptico militar y sanitario, que confina a la población a vivir encerrada y bajo permanente vigilancia.

Las imágenes que nos llegan sobre la vida cotidiana en amplias zonas de China, no sólo en la ciudad de Wuhan y la provincia de Hubei, donde viven 60 millones, dan la impresión de un enorme campo de concentración a cielo abierto por la imposición de cuarentena a todos sus habitantes.

Ciudades desiertas donde sólo transita el personal de seguridad y de salud (). Se toma la temperatura a todas las personas a la entrada a los supermercados, centros comerciales y conjuntos residenciales. Si hay miembros de la familia en cuarentena, un sólo miembro tiene derecho a salir cada dos días para comprar víveres ().

En algunas ciudades quienes no usen máscaras pueden terminar en la cárcel. Se alienta la utilización de guantes desechables y lápices para presionar los botones del ascensor. Las ciudades de China parecen lugares fantasmas, al punto que en Wuhan casi no encuentras personas en las calles (https://bbc.in/37KPKT3).

Es necesario insistir en que el miedo está circulando a mayor velocidad que el coronavirus y que en contra de lo que se hace creer, el principal asesino en la historia de la humanidad fue y es la desnutrición, como destaca una imprescindible entrevista en el portal Comune-info ().

Lo habitual en la historia ha sido poner en cuarentena a personas infectadas, pero nunca se ha aislado de este modo a millones de personas sanas. El médico y académico del Instituto de Salud Global de la University College London, Vageesh Jain, se pregunta: ¿Se justifica una respuesta tan drástica? ¿Qué pasa con los derechos de las personas sanas? ().

Según la OMS, cada infectado de coronavirus puede contagiar a dos más, mientras el enfermo de sarampión contagia de 12 a 18 personas. Por eso Jain asegura que más de 99.9 por ciento de los habitantes de la provincia de Hubei no están contagiados y que la gran mayoría de la población atrapada en la región no se encuentra mal y es poco probable que se infecte.

El boletín 142 del Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP) reflexiona: China desencadenó un plan de acción de emergencia de magnitud sin precedentes después de sólo 40 muertes en una población de 1.2 mil millones de personas, sabiendo que la gripe mata a 3 mil personas en Francia cada año. En 2019 la gripe mató a 40 mil personas en Estados Unidos (). El sarampión mata 100 mil personas cada año y la influenza (gripe) medio millón en el mundo.

El LEAP sostiene que estamos ante un nuevo modelo social de gestión de crisis, que cuenta con el visto bueno de Occidente. Italia siguió ese camino al aislar 10 pueblos con 50 mil habitantes, cuando había sólo 16 personas con coronavirus ().

China ejerce un sofisticado control de la población, desde la video-vigilancia con 400 millones de cámaras en las calles hasta el sistema de puntos de crédito social que regula el comportamiento de los ciudadanos. Ahora el control se multiplica, incluyendo la vigilancia territorial con brigadas de vecinos voluntarios en cada barrio.

Quisiera entrar en varias consideraciones, no desde el punto de vista sanitario sino del que deja el manejo de esta epidemia a los movimientos antisistémicos.

La primera, es que siendo China el futuro hegemón global, las prácticas del Estado hacia la población revelan el tipo de sociedad que las élites desean construir y proponen al mundo. Las formas de control que ejerce China son sumamente útiles a las clases dominantes de todo el planeta para mantener a raya a los debajo, en periodos como de hondas convulsiones económicas, sociales y políticas, de crisis terminal del capitalismo.

La segunda, es que las élites están usando la epidemia como laboratorio de ingeniería social, con la finalidad de estrechar el cerco sobre la población con una doble malla, a escala macro y micro, combinando un control minucioso a escala local con otro general y extenso como la censura en Internet y la video-vigilancia.

Considero que estamos ante un ensayo que se aplicará en situaciones críticas, como desastres naturales, tsunamis y terremotos; pero sobre todo ante las grandes convulsiones sociales capaces de provocar crisis políticas devastadoras para los de arriba. En suma, ellos se preparan frente a eventuales desafíos a su dominación.

La tercera, es que los pueblos aún no sabemos cómo vamos a enfrentar estos potentes mecanismos de control de grandes poblaciones, que se combinan con la militarización de las sociedades ante revueltas y levantamientos, como está sucediendo en Ecuador ().


Raúl Zibechi | La Jornada