La información surge de un estudio de The Carbon Majors una organización sin fines de lucro. Las cifras son más alarmantes si se toman a nivel de algunos países, por ejemplo, en España son solamente 10 las empresas que producen el 70% de todo el CO2 generado de forma directa por las instalaciones industriales del país.
La lógica indica que, por su reducido número, estas empresas resultarían muy fáciles de controlar, lo que evidencia la existencia de una política tendiente a privilegiar y proteger a este puñado de empresas. Resulta inconcebible que permitamos pasivamente que el afán de lucro de un centenar de empresas nos esté llevando, inexorablemente, al fin de la vida en el planeta.
Llamamos gas de efecto invernadero a un gas atmosférico que absorbe y emite radiación dentro del rango infrarrojo. Este fenómeno se está acentuando por la emisión de ciertos gases, como el dióxido de carbono (CO2) y el metano debido a la “actividad económica humana”. Estos gases evitan que la energía del sol recibida por la tierra vuelva inmediatamente al espacio, produciendo un efecto similar al que ocurre en un invernadero.
Hemos entrecomillado “actividad económica humana” porque es la manera en que aparece en la prensa y otras publicaciones. Sin embargo, esta denominación es falaz y tendenciosa, ya que la actividad económica humana como tal, no existe.
Lo que existe es una humanidad dividida en clases y una de ellas es la que detenta el capital convirtiéndose en la mayor responsable del incremento de la emisión de gases de efecto invernadero y sus consecuencias negativas sobre el cambio climático y la biodiversidad(2). Por lo tanto el efecto invernadero y la crisis ambiental son, en su mayor parte, producto del sistema capitalista.
Cuando acuerdos nacionales o internacionales presionan para modificar los esquemas actuales de producción y tecnología, provocan un giro en la orientación de las ganancias(3). Lo que motiva que los grandes capitalistas protesten y presionen y que los que gobiernan para ellos se apresuren en obedecerles.
Así ocurrió con el Acuerdo de Río (1992) y con el Protocolo de Kioto (2002) rechazados por los Estados Unidos con el argumento del entonces presidente Bush que “en cuanto a la biodiversidad, es importante proteger nuestros derechos, nuestros derechos económicos”.
Por su parte, Donald Trump acaba de retirar a su país del Acuerdo de París contra el cambio climático, sus argumentos fueron: “No vamos a perder empleos. Por la gente de este país salimos del Acuerdo. Estoy dispuesto a renegociar otro favorable para Estados Unidos, pero que sea justo para sus trabajadores, contribuyentes y empresas”. ¿A cuál de estos tres sectores piensa el lector que priorizará y beneficiará?
Frente al cambio climático, en lugar de adoptar las medidas políticas que la situación impone, se lo aborda en términos de cotizaciones en Bolsa, de créditos de emisión y de pólizas de seguro para quienes no puedan adquirir esos créditos cuando les hagan falta.
Desde 1992 se vienen movilizando grandes sumas de dinero de las Naciones Unidas para enfrentar el cambio climático. Fondos que son administrados por el Banco Mundial, pese a que son conocidas las críticas que el mismo ha recibido por impulsar proyectos contaminantes o porque esos fondos terminan beneficiando a las grandes transnacionales.
Aseverando más adelante que, “Como resultado, se busca corregir los efectos de la producción capitalista por la vía técnica; esto es, poniendo filtros aquí y allá, estableciendo cuotas o impuestos en otros casos, etc. Sin discutir aquí la eficiencia de tales medidas técnicas, es evidente que ninguna de ellas afecta la forma social capitalista de producción”.
Mientras no se acepte que la forma capitalista de producción es la principal causante, entre otros males, del cambio climático, estaremos atacando los efectos y no la causa. Mientras tanto, la situación ha llegado a tal estado de gravedad que ya se habla del conflicto capital-vida(4).
La tendencia a la producción ilimitada es resultado directo de una organización económica que responde a la producción de ganancia y no a la satisfacción de las necesidades directas.
En consecuencia, resultan inútiles las críticas a la producción ilimitada y al consumismo si no se establece al mismo tiempo la crítica a la organización capitalista de la sociedad humana.
Mientras a fines de 2014, los refugiados políticos en el mundo eran 12 millones, los desplazados por consecuencias del cambio climático eran 25 millones.
Según los cálculos de ACNUR (la agencia de la ONU para los Refugiados), en los próximos 50 años entre 250 y 1.000 millones de personas se verán obligadas a abandonar sus hogares y trasladarse a otra región de su país o incluso a otro Estado si no se frena el cambio climático.
Además, nada se dice que al mismo tiempo que el Harvey, fenómenos similares estaban ocurriendo en otras partes del mundo. Algunos ejemplos: Al menos seis personas murieron tras el paso de la tormenta Lidia en Los Cabos (México) que dejó 4.200 personas desplazadas. Las inundaciones en India, Bangladesh y Nepal que han dejado 1.200 muertos y millones de desplazados, también han sido ignoradas por los medios informativos de nuestro continente. Parecería que pretenden convencernos que lo que no aparece en televisión no existe.
Según un estudio realizado por investigadores del MIT y de la Universidad Loyola Marymount, el calor puede convertir al Sudeste asiático una región inhabitable antes de 2100.
Un estudio realizado por investigadores estadounidenses y mexicanos muestra que el número de especies de vertebrados disminuye a un ritmo sólo comparable al desaparecimiento de los dinosaurios hace más de 60 millones de años. Hablan de la “sexta extinción en masa” y analizan las “consecuencias catastróficas” de esa “defaunación“ para los ecosistemas, la economía y la sociedad en general.
De acuerdo a un artículo de Science Advances, el derretimiento de los casquetes polares en Groenlandia –región donde el calentamiento ocurre dos veces más rápido que en el resto del mundo– se acelerará en los próximos años y si el hielo desaparece completamente, el nivel del océano subirá siete metros.
Confirmando esta tesis, recientemente un buque gasero atravesó el pasaje Nordeste, generalmente bloqueado por bancos de hielo sin ayuda de un rompehielos, haciendo realidad el sueño de unir el Atlántico con el Pacífico a través del Estrecho de Bering.
cambio climático?
Recién cuando sistemas como el esclavismo y el feudalismo entraron en crisis fueron reemplazados por otros. El capitalismo, sistema hegemónico en el mundo, hace décadas que se encuentra sumido en una profunda crisis, de la cual el cambio climático es apenas una muestra.
Pese a ser una crisis que ha llevado a la especie humana al borde de la catástrofe global, la humanidad, encandilada por el consumismo, se resigna a sufrir los males renunciando a cualquier intento de reemplazar el sistema que los provoca.
Partiendo de la base que solo no tiene fuerzas suficientes para derrotar al capitalismo, ¿cómo puede contribuir el movimiento sindical es esa lucha? Sin intentar agotarlas, veamos algunas posibilidades.
- Debemos convencernos y convencer que la lucha ambiental debe ser considerada como una lucha de clases global entre el trabajo y el capital. Estas opciones posiblemente nos lleven a revisar nuestra estructura y organización clásicas.
- Construir un frente unitario con las demás organizaciones y movimientos que se ocupan de los temas climáticos y ambientales, teniendo en cuenta que muchas veces los mismos son vistos como una amenaza al empleo.
- Frente a la crisis de representación política que experimenta un mundo, donde la extrema derecha se perfila como una amenaza real, el movimiento sindical debe hacer oír su voz reivindicando la necesidad de poner en el centro a la vida, las personas y la naturaleza, en vez del lucro y los mercados.
- Enfrentar la opinión arraigada en nuestras propias filas y en la sociedad en general, de que cambiar el actual estado de cosas es imposible, tan imposible que ni siquiera podemos imaginar el fin del capitalismo. Por lo tanto, estamos obligados a imaginar otra forma de organización social. El anticapitalismo no puede limitarse a la denuncia de la injusticia, es necesario elaborar y construir una alternativa.
1- Según una reciente investigación periodística Exxon conocía desde años atrás las consecuencias del cambio climático, pero las ocultó al gran público. Un revelador artículo sobre el tema puede verse en http://www.lamarea.com/2017/08/28/geoffrey-supran-exxon-reconoce-cambio-climatico-apuesta-modelo-incompatible/
2- Guillermo Foladori, Los límites del desarrollo sostenible. Banda Oriental.
3- ¿Sustentabilidad? Desacuerdos sobre el desarrollo sustentable. Naína Pierri y Guillermo Foladori (Editores).
4- Ver Gonzalo Fernández, LA QUE SE AVECINA: UN CAPITALISMO (AÚN) MÁS SALVAJE, en el Dossier nº 26 de Economistas sin Fronteras http://ecosfron.org/portfolio/dossieres-esf-no-26-repensando-nuestro-modelo-de-sociedad-y-de-economia/
5- El refugiado ambiental o climático no existe legalmente. Un refugiado como tal es alguien que tiene “temores fundados de ser perseguido por razones de raza, religión, nacionalidad, o pertenencia a un grupo social en particular o a una opinión política, y que está fuera del país de su nacionalidad”. Como esta definición no incluye a aquellos desplazados por razones ambientales, los millones de personas que se desplazan por razones climáticas se encuentran ante un vacío legal, político y social que, hasta la fecha, ningún gobierno ni organismo internacional sabe –o quiere– afrontar.
6- Al que días más tarde sucedió el huracán Irma que afectó fuertemente Cuba y Florida (Estados Unidos).