SOBERANÍA ALIMENTARIA

Importar alimentos, es traición a la patria

La frase más sonada en estos días
de movilización campesina

De Boyacá en los campos
Importar alimentos,
es traición a la patria

La frase más sonada en estos días de marchas, bloqueos, heridos, detenidos, forcejeos, físicos y verbales, fue: “Importar alimentos, es traición a la patria”, pronunciada por el obispo de Tunja, Luis Augusto Castro.

 
Los neoliberales -que se escandalizan con ella- seguramente desconocen otra similar de George Bush (padre), quien dijera: “¿Pueden ustedes imaginar un país que no fuera capaz de cultivar alimentos suficientes para alimentar su población? Sería una nación expuesta a presiones internaciones. Sería una nación vulnerable…”.
 
Lo que el libre comercio y la apertura produjeron en Colombia en 20 años en la seguridad alimentaria nacional ha sido un aumento descomunal de dicha vulnerabilidad.
 
En 1989, el agro colombiano suministraba el 90 por ciento de los bienes agropecuarios demandados por industrias y hogares, en 2006 ya se importaban cerca de 5 millones de toneladas. Con relación al consumo nacional, equivalían al 95 por ciento del trigo, al 100 por ciento de la cebada; al 75 por ciento del maíz; al 90 por ciento de la soya; al 90 por ciento del sorgo; al 33 por ciento del fríjol y al 100 por ciento de la lenteja, del garbanzo y de la arveja seca.
 
El área algodonera sembrada se redujo de más de 200 mil hectáreas a menos de 30 mil. Para los últimos años, el número de toneladas importadas de productos del ámbito agropecuario se ha duplicado, rodeando los 10 millones, y para 2013, con el TLC con Estados Unidos, puede superarlo, al crecer en el 81 por ciento las provenientes de ese país, tan sólo para el primer semestre.
 
Ante tal avalancha, estimulados por promesas oficiales, muchos agricultores, pequeños, medianos y grandes, se refugiaron en géneros presentados como “promisorios” en la globalización agrícola.
 
Las principales guaridas fueron el café, la panela y el cacao, fomentados en los programas de sustitución de cultivos de uso ilícito, la leche, la palma de aceite, las hortalizas, las frutas y la papa. Unos bienes tropicales y otros de más difícil transacción.
 
¿Cuál es la novedad?
Que las importaciones de tales productos también comenzaron a dispararse. En café, en los últimos años, sin contar contrabando, han oscilado ente 500 mil y un millón de sacos; en cacao, alcanzan cerca del 10 por ciento de la producción nacional y un porcentaje algo mayor en aceites de palma, lo que contribuye a que las compras externas totales de aceites y grasas de origen vegetal y animal ya sumen más de 600 millones de dólares; las de lácteos y huevos, entre 2011 y 2012, crecieron 144 por ciento, de casi 50 millones de dólares a cerca de 120.
 
Las de azúcar, sin contar, el ingreso de sustitutos como el jarabe de maíz, pasan de 300 mil toneladas, aproximadamente el 15 por ciento de la producción nacional, impactando toda la cadena del dulce, incluida la panela.
 
Con relación a la papa, hay una avalancha de producto procesado; entre 2010 y 2012, se ha duplicado hasta 20 mil toneladas, equivalentes a más de 200 mil de papa fresca, perdiéndose el mercado industrial con la competencia foránea.
 
Es un proceso que a campesinos, productores y empresarios rurales los ha acorralado a punta de importaciones y ya no queda renglón posible ni acceso fácil a recursos financieros para sostenerse. Esta es, además del alza exponencial de los costos de producción principalmente por insumos, fertilizantes y semillas, combustibles y energía, la explicación del estallido generalizado que en varias regiones causó movilizaciones ciudadanas multitudinarias.
 
Qué iba a imaginarse Núñez que la quinta estrofa del himno de Colombia iba a plasmarse -130 años después- en contemporáneos “soldados sin coraza”, quienes, independientemente de los resultados de las negociaciones, “ganaron la victoria”.
 
Sólo que -por ahora- “el genio de la gloria” tendrá que coronar a los “héroes invictos” con espigas extranjeras, las autóctonas desaparecieron de los campos de Boyacá.

 

IMG 1728-610

Foto: Rel-UITA | UNAC