Se llama Sébastien Crozier, y es presidente del sindicato CFE-CGC y alto funcionario de Orange, el nombre que tomó la ex empresa estatal France Telecom después de ser privatizada.
El miércoles 29 prestó testimonio ante los jueces que están examinando cómo entre 2006 y 2010 decenas de asalariados de la gigante francesa de las telecomunicaciones decidieron terminar con su vida porque ya no podían soportar más las condiciones laborales que le imponían en la compañía.
“Lo único que les importaba a los directivos de la empresa era el dinero”, y hacían todo con tal de reducir el déficit que una década atrás tenía la compañía, aunque ello los llevara a acosar a sus funcionarios “disfuncionales” (por demasiado viejos, por resistirse a cambios o a mayor carga laboral, por protestones) hasta enloquecerlos con tal de que se fueran.
Crozier, que hoy integra el consejo de administración de Orange en representación de los asalariados, sabe de qué habla porque dirigió varias de las filiales de la compañía y se resistió a esas prácticas.
Se negó, por ejemplo, a cumplir con la orden que le dio la dirección de echar a una quinta parte de sus colaboradores.
Los integrantes de la dirección intermedia de France Telecom, denunció Crozier, eran remunerados en función del número de “disfuncionales” que lograban echar o forzar a la renuncia.
“Impusieron una gran violencia social”, por medio de campañas de desestabilización que desataron un “mecanismo infernal”, con el fin de “llevar a gran parte del personal a irse”, dijo.
La meta era suprimir 22.000 puestos de trabajo, y lo lograron.
Actuaron con método, en función de una línea precisa de la que dejaron constancia en documentos escritos en una jerga que incluía conceptos de “management” made in USA en la que se hablaba de “entrepreneurs”, de “low performers” (por los trabajadores de bajo rendimiento a los que había que echar), de “push e-mails”, por los correos electrónicos enviados a esos asalariados en el marco de las campañas de acoso.
Durante el juicio, algunos directivos admitieron haber recurrido a técnicas de presión, de esas “que aplican todas las empresas”. Pero no más que eso.
Si algunos funcionarios se suicidaron, sugirieron sus abogados, habrá sido porque eran débiles de carácter o porque tenían problemas personales.
Que hubiera habido auto-eliminaciones en cadena les resultaba casual, producto de simples coincidencias.
El portal Médiapart cuenta, en su edición del jueves 30, que un abogado, que defiende al ex presidente de la empresa Didier Lombard, se permitió provocar al psiquiatra Michel Debout, autor en 2002 del primer informe francés sobre acoso laboral y testigo la defensa de los denunciantes en este juicio.
“Tengo una pregunta para formularle al señor Debout, pero no quisiera que se sintiera acosado o que después de responderla se suicide”, ironizó el abogado.
Crozier relató cómo en privado los directivos bromeaban acerca de la “moda de suicidios” que se había desatado en la compañía y mostraban una total indiferencia ante los casos que se sucedían semana a semana.
Uno de los que más repercusión pública tuvo fue el de una joven de 32 años que se lanzó desde el quinto piso de un local de la empresa en 2009. La filial, que empleaba a 400 personas, la dirigía el propio Crozier y fue él el único funcionario de cierto rango que asistió a la mujer cuando estaba moribunda.
“La dirección nacional no envió a nadie, sólo a una encargada de prensa” para que intentara calmar a los periodistas. “Ni siquiera fueron a su entierro. Era “descartable”.
El sindicato que dirige Crozier, la CGC, que aglutina al personal subordinado que ocupa funciones de dirección, estuvo en el origen, en 2007, junto al sindicato obrero Sud Solidaires, de la creación del Observatorio del Estrés y de la Movilidad Laborales.
Apenas esa instancia se puso en funcionamiento, cientos de funcionarios de France Telecom acudieron a prestar testimonio sobre su situación de opresión laboral. El primer informe del organismo reunió 3.000 declaraciones en ese sentido, que reflejaban “el enorme pánico que sentían ante la brutal reestructuración emprendida por la dirección”.
El acceso al sitio electrónico del Observatorio desde las computadoras disponibles en la empresa estaba prohibido.