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La lucha del sindicato de Norteña
Con Eduardo Alza

“No dejo de emocionarme”

Eduardo Alza | Foto: Gerardo Iglesias

“La vida supera los recuerdos, pero ellos permiten trascender y re
pensar la Historia, nuestra historia. Ellos dan fuerza, nos enfrentan
a experiencias intensas vividas en la lucha. Acumulan vivencias sociales,
políticas, humanas».
(Ana Maria Araújo)

Eduardo Alza era aún muy joven cuando AmBev desembarcó en Uruguay y procedió al cierre de la cervecería. Ahora trabaja en la maltería gracias a la lucha intensa, con aristas innovadoras, que desarrolló oportunamente el Sindicato. Memorias que pretendemos rescatar.

Estamos en Paysandú, a unos 400 km de Montevideo, en la sede sindical del SOEN. Afuera, la mañana gris y fría anuncia el invierno que se avecina. Rodeamos al monitor de la computadora como si fuese un fogón, y los recuerdos no tardan en crepitar quemando al olvido.

El sindicato conserva los registros fotográficos y videos de las jornadas más significativas desarrolladas en 2003 en la defensa de los puestos de trabajo en Norteña, cuando el país estaba sumido en una crisis profunda “en la cual todo dejó de funcionar” y el desempleo era masivo.

En la rueda está Eduardo Alza, quien asumió en 2017 la presidencia del Sindicato. “Hasta ese entonces el presidente era el compañero Roque Apecetche, que se jubiló, y yo, que era el vicepresidente, conté con el consenso de la directiva que promocionaba gente nueva y desde entonces aquí estoy”, relata Eduardo, que ahora tiene 33 años.

“Yo era muy joven –agrega–, pero recuerdo que Paysandú estaba convulsionado por el cierre de Norteña. Todo el mundo hablaba de ello, y tengo en la memoria alguna de las manifestaciones que se realizaron. Quién iba a decir que años después estaría trabajando en Norteña, donde cumplí 12 años de labor en la maltería”.

La Cervecería y Maltería Paysandú (CYMPAY) fue adquirida en 2000 por AmBev en 46 millones de dólares. El 10 de febrero de 2003 se anunció al sindicato la decisión de cerrar la fábrica y trasladar su producción a las otras dos plantas de la empresa, una en el departamento de Lavalleja y la otra en Montevideo. El SOEN decidió entonces endurecer su lucha.

«Debo confesarte que me emocioné y no dejo de emocionarme viendo cómo ustedes recordaban a tanta gente que participó en las diferentes actividades realizadas en Montevideo y aquí en Paysandú”, dice Eduardo.

“Me emocionó también verlos tan jóvenes en los videos (sonrisas), y no tengo dudas que debemos mantener viva nuestra historia para que los jóvenes nos apropiemos de ella».

En eso coincidimos con Eduardo: también nosotros nos emocionamos y celebramos aquella capacidad de generar acciones, montar tribunas, tejer alianzas. En la campaña se avanzó con medidas clásicas de presión, pero la improvisación estratégica no registró anclas.

Allí radica, inequívocamente, la genialidad del sindicato: ser imprevisible, absolutamente imprevisible para las fuerzas contrarias.