Criminalización de la lucha por la tierra. Fue amenazado y sufrió un atentado en el cual le efectuaron tres disparos
Con Udo Wahlbrink
La prisión nos hizo más fuertes
Criminalización de la lucha por la tierra
Udo Wahlbrink es presidente del Sindicato de Trabajadores Rurales de Vilhena, Rondonia. Fue amenazado, sufrió un atentado en el cual le efectuaron tres disparos. Como la justicia y la Policía no lo protegían decidió portar un arma, y ésta fue la excusa para apresarlo y torturarlo durante meses. Lo entrevistamos en el marco del Seminario Internacional sobre la Violencia en el Campo, en marzo pasado.
-¿Cuál es tu evaluación de esta actividad?
– Ese Seminario ha sido un retrato de nuestra realidad, no solo nacional sino también internacional. Aquí en Brasil, en algunos estados se viven situaciones propias de la dictadura militar[1] que padeció este país. Pero además, al escuchar los informes de Guatemala y de Colombia, donde los asesinados por participar en la actividad sindical se cuentan por miles, vemos que la violencia allí es todavía peor que aquí.
Son países que precisan avanzar democráticamente para que estas aberraciones cometidas contra los ciudadanos cesen por completo. Para eso es muy necesario el apoyo internacional, el respaldo de la UITA y de la CONTAG. Si nosotros logramos dar visibilidad a esos escenarios de gran violencia, si podemos quitar el manto de silencio que pesa sobre ellos, se avanzará. Debemos mejorar la comunicación y multiplicar experiencias como este Seminario, ya que son instancias fundamentales para construir puentes de solidaridad.
-Recuérdame, ¿estuviste 8 meses preso…?
-Ocho meses y diez días.
-No fue fácil…
-Cuando se dice que las personas que luchan por la reforma agraria están siendo criminalizadas, tú sabes bien qué es eso, ¿verdad? Bueno, yo sufrí eso en mi propia piel y fuÍ criminalizado. Acusado de crímenes que no cometí.
Atentaron contra mi vida, porque me golpearon en la cabeza durante varios días; enfermé en la prisión, pero me negaron medicación; dormí en el piso sin colchón durante varios días; recibí una alimentación en mal estado y perdí unos 20 quilos. Mi familia me traía medicación pero no me la entregaban.
Al final, pude recibir unas pastillas de Dipirona, un analgésico para el dolor, pero demoraron 20 días en llegar hasta mis manos. Son situaciones muy críticas. Fue mucho terror.
-¿Y qué sientes ahora?
-Se debe mantener la cabeza muy fuerte, muy centrada, para no responder con violencia a tanta violencia. Y ese sentimiento también lo debe experimentar todo el movimiento, porque ése no es el camino. Nuestra propuesta, a pesar de los golpes recibidos, es luchar por la dignidad y por la tierra con firmeza, pero sin responder a esa violencia.
-Recibiste mucho respaldo y solidaridad, ¿fue importante para ti?
-Yo sentí esa solidaridad. Cuando no lograba ver una salida, me sentía criminalizado, acusado, sin chance de ser liberado por la justicia estadual, sentí el apoyo de los movimientos sociales del estado, sentí el apoyo de la CONTAG, de la CUT, tanto estadual como nacional.
Cuando fui preso, Alessandra (da Costa Lunas, vicepresidenta de la CONTAG) denunció mi caso en la UITA y así tomó trascendencia internacional. Eso fue muy importante. Gracias a todo ese apoyo uno no se siente solo.
-¿La prisión te cambió en algo?
-Me hizo más fuerte. Hoy sé muy bien que nunca voy a dejar la lucha. Si lo hiciera dejaría de llamarme Udo. En lugar de debilitarme, la prisión me fortaleció y también al movimiento. Y aquí continuamos, dando batalla.
Foto: Gerardo Iglesias