Elena Villanueva y Mariela Jara, entrañables amigas de la Red de la Mujer Rural del Centro Feminista Flora Tristán, me reciben en su oficina donde el lambriz de madera, un café “destilado gota a gota”, su cordialidad y voluntad de contar sus experiencias, dan abrigo a una tarde gélida en Lima.
En ese ambiente, distendido y afable, analizan los alcances de la Escuela Agroecológica de Mujeres Productoras Rurales, que llevan adelante desde hace varios años con relevante entusiasmo y genuina entrega.