Siempre solícito, atento, guerrero de sonrisa fácil: salsero de la mata.
¿Cuántos quilómetros habrá recorrido en su carrito con Las Floras?
¿Cuánto cariño dio y cuánto cariño recibió? Si era imposible no quererlo.
Una vez nos fuimos con la tribu de Las Floras a bailar en la casa de un familiar suyo. Llegamos y para nuestra sorpresa el lugar era pequeño, tan pequeño que cuando salimos Lucho dijo: “fue la primera vez que bailé Salsa en un ascensor”.
El amor que tenemos por ti no conoce dimensiones y siempre estarás presente, cuando Las Floras anden por un caminito subiendo loma, en una manifestación, en un Salsódromo, cuando escuchemos a Rubén Blades tu ídolo.
No puedo hacerme la idea que te has ido, si te siento más cerca que nunca.
Mucha luz en tu viaje, querido amigo y hermano del alma.