Brasil | FRIGORÍFICOS | NR36

MPT condena nuevamente a BRF

Aves y trabajadores descuartizados por igual

Brasil Foods (BRF), resultado de la fusión en 2009 entre Sadia y Perdigão, es hoy la mayor exportadora de pollos del mundo. Pero hay otros números que muestran las miserias y contradicciones de esta transnacional que dice valorar su capital humano pero lo extenúa en jornadas de trabajo masacrantes.
Imagen: Rel UITA

En la página web de BRF se pueden leer cosas como esta: “Con un capital humano bastante diversificado, priorizamos la valorización y la capacitación de nuestra mano de obra, de forma de garantir la satisfacción profesional y el bienestar de nuestros colaboradores, como así también la construcción de un ambiente de trabajo marcado por la cultura de la Salud y la Seguridad dentro y fuera de la organización».

Suena bonito, pero indudablemente entre la «filosofía» y el accionar cotidiano de esta compañía hay una brecha ancha y profunda.

Tal es así que sólo entre febrero y setiembre pasados el Ministerio Público de Trabajo (MPT) de Brasil condenó a BRF en cinco oportunidades, aplicándole multas que ascendieron a unos 37 millones de reales (aproximadamente 16.818.000 dólares).

El 26 de setiembre último BRF fue sancionada en primera en instancia a pagar 10 millones de reales (aproximadamente 4.545.000 dólares) por irregularidades en su planta en Toledo, en el estado de Paraná.

Según el comunicado del MPT, “se trata de la primera sentencia en Brasil en limitar la cantidad de movimientos que un trabajador hace por minuto, con el objetivo de establecer un ritmo sin riesgos para la salud”.

Y agrega que esa medida “representa una de las decisiones judiciales más importantes en Brasil en el ámbito laboral, pues abre un importante precedente para la reducción del ritmo en todas las actividades en que la organización del trabajo se basa en el modelo fordista”, muy presente en los frigoríficos y procesadoras de carne.

Dada la situación observada en el frigorífico de Toledo, Marco Aurélio Estraiotto, procurador de trabajo, ordenó la instrumentación de tres medidas urgentes que beneficiarán a unos 8 mil trabajadores y trabajadoras: “reducción del ritmo de trabajo de acuerdo a las Normas Reguladoras número 36 y 17; la implementación de pausas de recuperación y la rotación eficaz de tareas”.

En la nota se anexa además que según una investigación realizada por el MPT del estado de Paraná, sólo en 2008, cada 3,88 días trabajados se registró un accidente o se constató una enfermedad profesional, algo que muy poco tiene que ver con el postulado de BRF y su supuesta aspiración de construir «un ambiente de trabajo marcado por la cultura de Salud y Seguridad«.

El frenesí de un gigante
Un ritmo masacrante de trabajo

La citada sentencia impone además que los empleados de BRF realicen un máximo de “30 acciones técnicas por minuto y la rotación eficaz de tareas a fin de prevenir el surgimiento de enfermedades por esfuerzos repetitivos y la sobrecarga de músculos y miembros”.

La pericia comprobó que trabajadores del sector de desosado de paletas de cerdo de la empresa “hacían 112 movimientos por minutos, distribuidos en 74 movimientos con la mano derecha y 38 con la mano izquierda”, casi cuatro veces más de lo tolerable.

También se constató que los trabajadores que laboran en el colgado de las aves vivas, en el inicio del proceso industrial, realizaban “60 acciones por minuto, o sea, un movimiento por segundo”.

BRF se vanagloria de tener una capacidad de faena diaria de 7 millones de aves, responder por más de 9 por ciento de las exportaciones mundiales de proteína animal y vender uno de cada cuatro pollos que se consumen en el mundo.

¿Cuántos trabajadores y trabajadoras terminan en el cesto con las plumas? Nadie lo sabe…

Ilustración: Allan McDonald