Mauricio Delagneau Escobar tiene 36 años. Durante más de una década ha trabajado en la planta de producción de Compañía Centroamericana de Productos Lácteos (Prolacsa), propiedad de Nestlé. Entró sano y ahora sufre de múltiples enfermedades osteomusculares. Asegura que está siendo presionado por la transnacional suiza para que renuncie a cambio de una compensación económica y el pago de sus prestaciones.
-¿Cuándo comenzaste a trabajar en Nestlé?
-Tengo más de 11 años trabajando en Prolacsa-Nestlé como ayudante de producción. He hecho de todo.
A partir del 2009 comencé a sufrir de dolores en la columna y en 2013 los doctores me diagnosticaron varias hernias discales, tanto en la zona lumbar como en la cervical.
A raíz de esta situación, los médicos realizaron recomendaciones y restricciones laborales, entre otras, no realizar trabajo nocturno ni horas extra, no levantar más de 10 kilos de peso, alternar trabajar de pie y sentado, evitar doblar el torso.
-¿Qué pasó después?
-Al comienzo la empresa cumplió con las restricciones, pero a partir del 2014 me pasaron a una de las líneas de café, obligándome a mantener la misma posición durante toda la jornada laboral.
Me mantuvieron así por un año y tres meses y esto me generó una fuerte tendinitis del bíceps. El dolor era insoportable. De nada sirvió pedir al supervisor que me rotaran de puesto de trabajo.
Meses más tarde este problema se agudizó y se convirtió en tendinitis del manguito rotador.
El médico especialista me mandó a reposo por 10 días y finalmente decidieron comenzar a rotarme de puesto, pero el daño ya estaba hecho.
Yo les reclamé. Les dije que no soy una máquina y que lo que me estaba pasando era culpa de la empresa.
-Después Nestlé quiso negociar para que las personas enfermas se fueran…
-Así es. Ofrecían dinero a cambio de que renunciáramos al trabajo. En mi caso fue la propia gerente de Prolacsa, Evelyn Brugaletta, quien me hizo la propuesta para que me fuera, sugiriéndome que con este dinero podía abrir una pequeña venta y así sobrevivir.
-¿Y tú aceptaste?
-Una semana después le dije que no. La oferta era muy baja. Además, yo sabía perfectamente que con todas estas enfermedades nadie más me iba a dar un trabajo.
Esta decisión desató la reacción de la empresa.
-¿Qué ocurrió?
-Fue una persecución laboral, aplicándome sanciones injustas e inmotivadas, basadas en una interpretación antojadiza del reglamento interno y del convenio colectivo.
El objetivo siempre es el mismo: echarme de la empresa.
Aprovecharon de un permiso que solicité para asistir a una consulta médica, y me descontaron el salario correspondiente a una hora y media de ausencia injustificada.
Además, el gerente de recursos humanos, Ervin Hernández, me acusó de haberle faltado al respeto -lo cual es totalmente falso- y me sancionó con 15 días de suspensión sin goce de salario. En el memorando se me avisa que una segunda falta grave conllevaría mi despido inmediato por justa causa.
Durante estos 15 días traté de entrar a la empresa para retirar mi caja de leche y hacer una compra en la tienda que está adentro del recinto, pero se me negó la entrada.
Me trataron como que fuera un delincuente.
-¿Qué piensas hacer ahora?
-Con el apoyo del sindicato, que siempre me ha acompañado en estos meses, recurrimos ante la delegación departamental del Ministerio del Trabajo, pero el primer fallo fue a favor de la empresa.
Ya apelamos la resolución y estamos esperando el fallo de las autoridades centrales. Pido que me paguen los 15 días de salario y que quiten el memorando.
El objetivo de Prolacsa sigue siendo sacarme de la empresa, pero yo no pienso irme.
Soy joven, pero estoy enfermo. ¿Cómo voy a sobrevivir si me quedo sin trabajo?