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2020, el año de más asesinatos de defensores
de la tierra y el ambiente
Un récord que siempre cae
El año pasado fue el más letal en el mundo para los defensores de la tierra y el ambiente. 2019 había sido más letal que 2018 y 2018 que 2017… De los 227 asesinatos cometidos en 2020, el doble que en 2013, 226 tuvieron lugar en el llamado Sur global, y en buena parte de ellos estuvieron involucradas empresas.
Daniel Gatti
Foto: Gerardo Iglesias
La región más afectada fue América Latina y más del 50 por ciento de este tipo de ataques se concentraron en apenas tres países, dos de ellos latinoamericanos (Colombia y México) y otro asiático (Filipinas).
México fue el país donde estos crímenes aumentaron en mayor proporción (67 por ciento más en 2020 que el año anterior, llegando a un total de 30), Colombia el que más homicidios registró (65), y Nicaragua, con 12 asesinatos, el más letal en relación a su población.
Todos estos datos surgen del último informe de la ONG Global Witness, que año a año, desde 2012, lleva la cuenta de las muertes de ambientalistas, dirigentes sociales, población indígena y afro que pelea por el derecho a la tierra y la defensa de los recursos naturales.
La asociación apunta que muy probablemente haya un subregistro y que estos números sean un mínimo.
Los ataques no se limitan obviamente a los asesinatos. Hay también otras formas de amedrentamiento, que van desde la “simple” amenaza hasta la violencia sexual, y aquí también las cifras no paran de crecer.
Los indígenas están sobrerepresentados en los ataques en relación a su peso demográfico: solo son el 5 por ciento de la población rural, pero pusieron más de un tercio de los asesinados.
Cinco de las siete masacres de defensores de la tierra y el ambiente ocurridas en 2020 tuvieron como víctimas a indígenas, sobre todo en América Latina, pero también en Filipinas, donde se registró la mayor matanza colectiva, de 17 tumandok que se oponían a un proyecto de mega represa.
Una de cada diez personas asesinadas fueron mujeres. El número puede parecer relativamente bajo, pero a ellas los agresores les reservan un tratamiento especial: la violencia sexual, incluidas violaciones.
Global Witness apunta igualmente que de los 24 países latinoamericanos y caribeños que en 2018 firmaron en Escazú, Costa Rica, un acuerdo que consagra el derecho el acceso a la información y a la justicia en materia ambiental, solo 12 lo han ratificado y entre ellos se encuentran los países de la región con mayor número de homicidios, como Colombia y Brasil.
En cerca del 30 por ciento del total de casos los ataques están relacionados con la explotación de recursos (mineros, forestales, agrarios, hidrográficos) y en su enorme mayoría aparecen por detrás grandes empresas, por lo general transnacionales, que contratan a esbirros.
El sector forestal fue, en 2020, el más mortífero, con 23 asesinatos, seguido de la agroindustria y la minería, con 17 casos cada uno, pero son estos dos últimos rubros los que desde 2015 abarcan la mayor parte de los ataques mortales (30 por ciento del total).
Las desigualdades entre Norte global y Sur global también se ven en este plano: salvo en un caso, todos los homicidios se produjeron en América Latina, Asia, África.
Los países ricos son los que más impulsan las actividades extractivas, los que más contribuyen al calentamiento de la tierra, pero los que más lo sufren son los más pobres, a través de grandes transnacionales originarias en su mayor parte del Norte global que en el Sur encuentran niveles de libertad para operar que no tienen en casa.
“En muchos países ricos en recursos naturales y biodiversidad crítica para el clima, las empresas operan con casi total impunidad. Pueblos enteros son arrasados, se arrojan desechos a los ríos y los accionistas obtienen ganancias sin pagar el precio por la búsqueda de un crecimiento económico insostenible”, dice el documento.
Pueden llegar a caer los ejecutores de los asesinatos. A veces sucede. Casi nunca ocurre que caigan los mandantes.
Y apunta que “mientras se acaparen más tierras y se talen más bosques para priorizar las ganancias a corto plazo, tanto la crisis climática como los ataques contra personas defensoras se agravarán”.