Foto: Gerardo Iglesias
Hace 25 años que trabaja en el apoyo y atención de mujeres víctimas de trata y 20 que está al frente del Centro Humanitario de Apoyo a la Mujer (CHAME), en su país Brasil. Jaqueline Leite es una mujer de voz dulce pero que transmite una fortaleza y seguridad propias de quien ha estado tantos años dando batalla por salvaguardar los derechos de mujeres, niños y trabajadores migrantes, víctimas de la trata de personas.
En diálogo con La Rel, la activista afirmó que en relación al tema lo que se está viendo es un fenómeno de precarización del pensamiento que se extiende a las relaciones humanas y en particular a las relaciones laborales.
“La ONU ha instituido un día para la reflexión sobre este tema que afecta a millones de personas en el mundo, a partir de la firma del Protocolo de Palermo que visa el combate de tres grande delitos: el tráfico de drogas, el tráfico de armas y la trata de personas”, explicó Jaqueline.
Pero las Naciones Unidas ven a la trata de personas meramente como un crimen transnacional, tanto que lo iguala al tráfico de drogas y de armas; lo que conduce a una desatención a las víctimas de este delito.
«Organizaciones de derechos humanos como el CHAME están tratando de cambiar ese estado de cosas”, dice.
Este es el primer año que se celebra el Día contra la Trata de Personas. Se estima que 2,5 millones de personas están atrapadas en las redes de la esclavitud moderna.
Hombres, mujeres y niños caen en las manos de traficantes tanto en su propio país como en el extranjero. Todos los países están afectados por la trata, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas. Tres de cada cuatro víctimas son mujeres o niñas.
Lamentablemente el fenómeno de trata de personas se extiende a lo largo y ancho del planeta y además de la explotación sexual, las víctimas son explotadas laboralmente, la cara menos visible y quizá la más tolerada de este crimen.
“Nuestra lucha -dice Jaqueline-se ha enfocado en cambiar la percepción que se tiene actualmente sobre la tráta de personas, haciendo hincapié en la violación de derechos que sufren las personas víctimas de la trata y no solo en atrapar al traficante. Es necesario ver a la víctima en su totalidad de ser humano”, enfatiza.
El tráfico enmascarado
Mientras los Estados no creen leyes que garanticen los derechos de las personas como seres humanos y como trabajadores va a ser muy difícil avanzar, observa Jaqueline.
“La situación es muy precaria todavía. El contexto político, económico y social del mundo actual permite que los traficantes tengan el campo hecho orégano para engañar a las personas; van adaptando las formas de reclutamiento y ampliando las formas de trabajo, antes era para prostitución ahora se extiende al trabajo doméstico, al trabajo en los transatlánticos y hasta los frigoríficos”, señala.
Lo que se está dando es una precarización del trabajo que se manifiesta en el desplazamiento de la mano de obra.
“Las personas migran en busca de trabajo o de un lugar mejor, muchas veces huyendo del hambre y la violencia en sus países de origen, pero en la mayoría de los casos se encuentran con una oferta laboral precaria que por su propia condición precariza sus derechos como persona y como trabajador y este fenómeno se ha convertido en un círculo vicioso”, apunta.
Por otra parte la activista pone como ejemplo de un tráfico enmascarado la situación de los trabajadores migrantes en Brasil. La mayoría haitianos y senegaleses contratados por los frigoríficos para realizar las tareas que los trabajadores locales ya no aceptan hacer.
«La lógica del empresario es ganar más y más sin importar de quién se trate y lo peor de todo es que esta es una forma de tráfico enmascarado, porque la persona salió de su país por su propia voluntad, aceptó el empleo por su propia voluntad, y se deja esclavizar porque de donde vino la cosa está aún peor”, manifestó.
Finalizando la entrevista Jaqueline Leite recuerda, como recordándose a sí misma que la lucha debe continuar.
“Hace 25 años que trabajo con personas víctimas de la trata de personas, lo que implica que sean víctimas de todo tipo de abusos, a veces me gustaría vender zapatos -confiesa- pero siempre hay algo o alguien que no me deja claudicar”.
Ilustración: Allan Mcdonalds (Rel-UITA)