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Con Laura Díaz

Un reclamo universal

Integrante de la dirección del Sindicato de la Industria del Hielo y Mercados Particulares Frutihortícolas de la República Argentina (STIHMPRA), Díaz quedó maravillada por la convocatoria y el nivel de organización de la Marcha de las Margaridas.

“Es la primera vez que yo vengo a Brasil a una marcha de esta gran magnitud, y realmente quedé impactada por lo que he presenciado. Y es la primera vez que veo a un grupo de indígenas marchando y reclamando sus necesidades”, dijo a La Rel.

También me pareció sumamente importante el acompañamiento que pudimos darles a esas mujeres. Estar con ellas fue alucinante, motivador, algo inigualable, nunca visto por mí y creo que nunca visto en ningún otro país”, afirmó emocionada.

-Más de 50 mil mujeres marchando y en ese orden impresionaba…
-La verdad es que no sé cuántas mujeres había, pero la explanada se veía fascinante.

Todas luchando por el mismo propósito, la igualdad y equidad de género, fue maravilloso.

Hay que aguantarse también caminar todo esto al rayo del sol. Mucha gente no estaba en condiciones y lo hizo igual. Había desde niñas a mamás amamantando, adolescentes y de nuestra edad, que somos un poquito más grandes, y mujeres mucho mayores que se bancaron caminar unas cuatro horas.

-Y reclamando sus derechos de la manera que lo hacían.
-No bajando los brazos, luchando mucho, mostrando tanta garra e indignación pero con música, con alegría y también con mucha organización, un trabajo previo que llevó dos años y que no se hace en muchos países.

Después de la marcha, la limpieza que quedó en el lugar impresionaba. Como impresionó el acampe: miles y miles acampando, comida para todas, agua, fruta, sanitarios.

-Una muy buena experiencia entonces.
-Me llevo una gran experiencia de diálogo. Vimos que los problemas que tenemos acá son básicamente los mismos que tienen las mujeres en otros países, más allá de diferencias entre regiones

Había mujeres africanas de la UITA con las que no pudimos conversar mucho por problemas de lengua, pero comprendimos que el reclamo de ser escuchadas, de no ser humilladas o maltratadas, de acceder al cargo y al trabajo que nos corresponde atraviesa los países.


En Brasilia, Nelson Godoy