Violencia contra la Mujer
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En la actualidad ya se puede visibilizar que las mujeres, niñas y adolescentes están muriendo a causa de otro ser humano, en su mayoría hombres.
¿Qué es lo que hace particular la violencia hacia las mujeres? En primer lugar la horrible e impune naturalidad con la cual a lo largo de la historia se practica esa violencia.
Todos y todas escuchamos en algún momento, o fuimos testigos visuales, de los “problemas de pareja” de alguien…, y también escuchamos las terribles frases, dirigidas a sancionar a una mujer: “algo habrá hecho” o “por algo será que su marido le pega…”.
Las organizaciones feministas, los sindicatos y hasta algunas iglesias, están tratando de comunicar que la violencia contra las mujeres no es normal, que no es natural, y sobre todo, que no es un hecho privado que sucede de la puerta de la casa hacia adentro.
Desgraciadamente, las mujeres están muriendo víctimas de un asesino que puede estar en su propia casa, que puede ser el padre de sus hijos/as, y que se acuesta a su lado cada noche. El lugar más inseguro para las mujeres, niñas y adolescentes es su lugar de residencia.
Por suerte, y gracias a la insistencia e incansable lucha de hombres y mujeres conscientes del derecho a vivir una vida sin violencia, se ha reconocido que existen múltiples formas de violencia: física, psicológica, sexual, económica, social y política.
Con todo este recorrido se ha alcanzado la posibilidad de sancionar y penalizar el peor flagelo padecido por las mujeres, el feminicidio, definido con sencillez como el asesinato de una mujer por el hecho de serlo.
El feminicidio está acompañado de la indiferencia de los Estados. Decimos indiferencia porque no es aceptable que sus números vayan en aumento.
En Uruguay, un país de menos de 3,5 millones de habitantes, 26 mujeres han sido asesinadas en lo que va de 2015.
En otros países de América Latina, las mujeres, por factores económicos y sociales, están siendo víctimas de redes de trata de personas, y apareciendo asesinadas precedidas de vejámenes.
Los estados están poniendo a disposición de la población múltiples mecanismos de denuncia, espacios de contención para apoyar a las víctimas; pero todavía hacen falta medidas que sean efectivas y comuniquen que la violencia hacia las mujeres es un delito, reprobado por toda la sociedad.
Los agresores son personas que necesitan una atención especializada, encaminada a cambiar los patrones machistas de comportamiento, con el objetivo de reeducarles para que puedan tener vidas de pareja sanas, amar a sus hijas, hermanas, madres y amigas sin pensar que son propiedad de ellos; y para que ellos mismos puedan ser libres de las condicionantes sociales que les empujan a creer que deben ejercer poder con violencia.
Cada 25 de noviembre se recuerda que tres mujeres valientes y transgresoras fueron asesinadas por un dictador, por un hombre, que intentó con ello callar el derecho a la igualdad y a la libertad.
Cuando pensamos en Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, debemos recordar de una fecha para reflexionar y accionar para alcanzar soluciones eficientes y para que en un futuro cercano podamos dar lectura a estadísticas en descenso en referencia a mujeres violentadas.
La violencia contra las mujeres nos compete a todos y todas, los derechos humanos de las humanas deben existir en todos los espacios públicos y privados; las mujeres, niñas y adolescentes tienen los mismos derechos que los hombres a caminar cuando quieran y donde quieran sin temor.