-El movimiento de mujeres ha tenido diferentes momentos desde que en 2006 el entonces presidente Felipe Calderón militarizara la estrategia de combate al delito.
-Sí, desde entonces ha habido por lo menos 120 mil personas ejecutadas cuyos vínculos con el crimen organizado no fueron probados. También hubo entre 26 y 30 mil desaparecidos.
En este contexto fue que empezó a ser más visible el aumento de la violencia de género.
Hace unos veinte años, el caso de mujeres asesinadas y desaparecidas estaba acotado a regiones específicas, como Ciudad Juárez. A partir de la estrategia de militarización se extendieron a todo el país, incluso a Ciudad de México.
Ahora no hay lugar en el país donde las mujeres nos podamos sentir seguras.
Esto está relacionado con la débil respuesta institucional. Siempre en los casos de mujeres desaparecidas aparece la costumbre de minimizar el tema, lo cual retrasa la respuesta inmediata y surgen estereotipos de género tan trillados como que ‘seguro que esta se escapó con el novio’, o ‘seguro que se fue de fiesta a escondidas’.
Por otra parte, el clima generalizado de violencia genera un aumento de las agresiones en la familia, en la pareja, o por las ex parejas. El ambiente se vuelve más proclive a que un hombre que cree que está en su derecho de tomar venganza lo haga.
-¿Qué respuesta han dado los gobiernos locales ante este aumento de la violencia hacia las mujeres?
-Muchos estados se resisten o se han resistido a decretar una alerta sobre la violencia de género. Sucedió incluso en Ciudad de México, hasta que la presión de las marchas de finales del año llevó a que la alerta fuera decretada.
Y ahora debemos enfrentar lecciones sobre cómo tenemos que protestar: sin pintar, sin romper nada, sin quemar nada, como un claro mandato de irnos restringiendo el accionar de las mujeres.
¿Acaso los trabajadores no han arrancado sus derechos a lo largo de la historia haciendo huelgas o tomas de calles o de fábricas? ¿Por qué son legítimas estas formas de lucha si eres trabajador y no si eres mujer?
Este es un punto en el que el movimiento de mujeres necesita el apoyo del movimiento sindical.
-¿Y cuál ha sido la posición de instituciones como el poder judicial o la policía?
-Detrás de estas lecciones sobre cómo comportarnos subyace el no querer revisar el comportamiento de los hombres en sus diversos roles en la sociedad. Los hombres en general no se quieren revisar y menos cuando tienen poder y son gobernantes, jueces, policías.
Hay muchos casos de mujeres que ya habían denunciado su situación, el sistema formal de justicia no las protegió y fueron asesinadas. Es muy chocante cuando luego vienen con el discurso o la reprimenda.
La movilización colectiva para obtener derechos es legítima porque se cuestionan privilegios. Nosotras estamos cuestionando la respuesta de las instituciones y el poder dentro del hogar, y las sutiles formas de violencia ejercidas por los hombres.
Lastimosamente, en pleno siglo XXI, todavía en México estamos formulando demandas que deberían haber sido satisfechas en el siglo pasado.
Las mujeres mayoritariamente siguen dependiendo de sus esposos por circunstancias sociales, económicas y culturales y aún nos está costando avanzar en nuestra independencia, y eso es grave.