Es el caso de la región Cusco han confluido las voluntades y experiencia del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, que tiene varios años de trabajo en la zona en favor de los derechos de las mujeres rurales, de la organización Diakonía que lleva una apuesta por justicia climática, y de las instituciones de la sociedad civil y públicas locales identificadas con el objetivo de impulsar políticas climáticas con enfoque de género.
Sin embargo, el desafío tiene una perspectiva nacional a fin de consolidar el proceso de participación de las mujeres en el Comité Nacional de Mujeres y Cambio Climático (CONAMUCC), espacio instalado este año y donde organizaciones de diferentes regiones confluyen con el objetivo de aportar una agenda climática y de género ante la Comisión Nacional sobre Cambio Climático, en el marco de la legislación vigente.
En ese horizonte, Denisse Chávez, oficial de género de Diakonía, sostuvo que es un pendiente promover que en las diferentes regiones el cuerpo de funcionarios se informe y comprenda los problemas que viven las mujeres de sus territorios en relación al cambio climático.
En ese aspecto alertó sobre el hecho de que en muchas regiones no se cuenta con la instancia rectora sobre cambio climático que permita definir las políticas de corto y mediano plazo alienadas a la ley vigente y su reglamento, ni con presupuesto. “Esa es una barrera para desarrollar políticas regionales climáticas que, además, tengan en cuenta el impacto diferenciado por género”, indicó.
Por su parte Katherine Pozo, del Programa de Desarrollo Rural de Flora Tristán en Cusco, destacó el esfuerzo de articulación de diversas instituciones para aportar justamente a los vacíos existentes en el abordaje del cambio climático desde las instancias regionales.
Explicó que Cusco fue la primera región en contar con una estrategia regional de cambio climático y un Consejo Regional multisectorial que viabiliza las iniciativas y propuestas para las políticas climáticas en la región, y que en la actualidad se encuentran asumiendo el desafío de impulsar que estas incorporen el enfoque de género.
“Desde Flora Tristán hemos contribuido a la formación del grupo Mujeres Rurales Cambio Climático y Agricultura (MURCCA), que nos permite incidir más articuladamente en la necesidad de transversalizar el enfoque de género en la formulación de políticas climáticas. Estamos seguras que en ese proceso iremos contribuyendo también al CONAMUCC”, afirmó.
En esa misma línea, Denisse Chávez valoró la incorporación de las organizaciones de regiones en el CONAMUCC pues contribuye a sostener la incidencia en la Comisión Nacional sobre Cambio Climático, donde las mujeres participarán con voz y voto en las decisiones que se adopten respecto al cambio climático.
Katherine Pozo coincidió con esa postura y valoró que desde las regiones y los espacios de articulación como MURCCA, se pueda recuperar las voces y experiencias de las mujeres de los distintos territorios, quienes tienen una experiencia propia en su resistencia y procesos de adaptación al cambio climático, que muchas veces es desconocida por las autoridades.
“Nosotras tenemos un trabajo sostenido con mujeres productoras ecológicas de zonas altoandinas y de valle y vemos como están siendo afectados por el cambio climático.
Pero ellas tienen también iniciativas de respuesta que necesitan ser fortalecidas desde el Estado con políticas específicas que contemplen el abordaje climático y el cierre de brechas de género”, puntualizó.