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La violencia interiorizada

Esa terrible normalidad

Hace unos días, la ministra de la Mujer, la familia y los Derechos Humanos de Brasil, Damares Alves declaró: “a las niñas pobres las violan porque no llevan ropa interior”.

La primera reacción al leer esto fue pensar que era algo sacado de contexto.

Fui entonces a buscar más sobre el tema y para mi sorpresa total, los videos donde aparece la ministra de la moral y las buenas costumbres (así debió llamarse ese ministerio) afirma exactamente eso.

Dijo textualmente Damares Alves: “Los especialistas nos han dicho que las niñas allí (en la isla de Marajó) sufren abusos porque no llevan bombacha y no usan bombacha porque son pobres. Vamos a llevar una fábrica de bombachas a Marajó que genere empleo y a las chicas les salgan más baratas las prendas. Estamos buscando, así que si alguien tiene una fábrica de bombachas y quiere colaborar con nosotros, que venga”.

Viniendo de una integrante del gabinete de Jair Bolsonaro, no es de sorprender la soltura al largar semejantes disparates, ni el tono en que lo dice, colindante con el de una persona demente.

Pero entonces recuerdo que hace unos días leí una nota de 2017 sobre unas fiestas universitarias en España donde los estudiantes llevaban camisetas con consignas sexistas del tipo: “Hoy follo, mañana juicio”, “Si magisterio fuera fácil, se llamaría como tu novia”, entre otras. Algunos estudiantes, entre ellos chicas las defendían como una broma, por supuesto normal.

Ambos casos, salvando las diferencias continentales y culturales, esconden el mismo origen: la naturalización de los diferentes tipos de violencia hacia las mujeres, las niñas, las adolescentes.

Culpables de ser agredidas

La ministra brasileña directamente convirtió a las niñas en responsables de que las violen.

Una concepción ampliamente arraigada en la sociedad, según la cual las mujeres víctimas de violencia sexual se lo han buscado por andar con ropa provocativa, o por ir a fiestas o por andar solas a horas tardías y un sinfín de frases de este estilo.

La mujer siempre es la culpable. De que la violen, de que le peguen, de que la acosen.

Lo terrible de estos casos es que a pesar de que se ha avanzado en políticas de género, y que el movimiento feminista ha tomado la iniciativa de movilizarse masivamente contra la violencia hacia las mujeres, en la práctica, en la cotidianeidad la violencia continúa.

Declaraciones como la de Damares Alves, las consignas sexistas de las camisetas de los universitarios españoles, demuestran por qué los porcentajes de femicidios, violaciones, violaciones en grupo, acoso y discriminación son tan elevados.

El patriarcado político y la cultura de la violación social son los que hacen que el machismo focalice la ira, la insatisfacción, la violencia… hacia las mujeres.

Infelizmente, ese orden patriarcal muchas veces está representado por mujeres como Damares, como las universitarias y sus camisetas.