El movimiento apunta a lograr que en las maquilas el salario mínimo sea equivalente al que ganan los obreros y obreras del resto del país: 280 pesos (15 dólares) diarios, en vez de los 88, 120 o 140 que perciben actualmente en función de las distintas categorías.
Las movilizaciones sindicales en el área remontan a 2015, cuando comenzó a organizarse el personal de la empresa Lexmark, al que se sumaron jornaleros de Tijuana y Baja California.
Al año siguiente, se agregaron los trabajadores de EATON, ADC y otras importantes empresas de maquila tecnológica.
Pero las movilizaciones tuvieron eco recién cuando llegaron periodistas de todo el mundo para cubrir la visita del papa Francisco, en febrero de 2016, cuenta Susana, que hoy dedica la mayor parte de su tiempo “al activismo social y a actividades completamente gratuitas, asesorías, concientización”.
Hasta entonces, la prensa local silenciaba los reclamos e intentos organizativos de los trabajadores y trabajadoras de la zona.
Ciudad Juárez, dice, está poblada por “cadenas de miseria” que llevan a que la gente acepte trabajar en condiciones indignas.
Para formar sindicatos, el personal de las empresas, cuya mano de obra es sobre todo femenina, debió vencer el miedo al despido y a ser incluido en listas negras, lo que equivale a quedar al margen del mercado laboral.
Lo primero que el movimiento intentó fue registrar sindicatos independientes de los gremios amarillos que operan como extensión de las oficinas de recursos humanos de las empresas.
“Aún los sindicatos oficiales tienen muy poca presencia. A lo sumo en 10 de los 19 parques industriales para la transformación y exportación que existen en la zona hay sindicatos”, dice Prieto a La Rel.
“El estado de Chihuahua es como un paraíso para los inversionistas. Las autoridades les prometen que no habrá sindicatos y que duplicarán y hasta triplicarán la ganancia que obtienen en otras regiones del país”.
“Nosotros decimos que no es que la maquila esté en México, sino que México está en la maquila”, apunta la abogada.
En la frontera norte, en Ciudad Juárez, solo el 10 por ciento de la población es nativa.
“El resto es migración que ha venido de todo el país a buscar fuentes de empleo, pues somos el segundo lugar más industrializado de México. Tenemos también entre los obreros y las obreras muchos migrantes de Centroamérica, que llegaron buscando el ‘sueño americano’ pero se quedaron aquí ante lo complicado que se ha vuelto cruzar a Estados Unidos”, dice Susana.
“Se nos vende que la industria maquiladora vino a quitarnos el hambre, y no es cierto. Ciudad Juárez es el municipio número 32 con el salario más bajo sobre más de 2.400 y el noveno más pobre del país”.
“Solo quienes laboran en los trabajos más pesados alcanzan 140 pesos (7,6 dólares), como en la costura automotriz, termina dejando deshabilitadas a las obreras de sus extremidades”, denuncia la activista.
No sólo se pagan salarios de hambre en las maquilas. También se discrimina a los trabajadores: no se los contrata, por ejemplo, si son obsesos, padecen de hipertensión, altos niveles de azúcar en sangre o si tienen dos o tres hijos, porque no les es funcional a las empresas.
Tras dos asambleas con masiva participación, una en enero y otra en febrero, quedó conformado en Ciudad Juárez un Comité de Huelga Ciudadano, integrado por trabajadores y trabajadoras, estudiantes, profesionales.
“Nuestro objetivo es negociar el aumento al salario con las dos asociaciones de maquiladores”, señaló la activista.
“Tenemos que sacar el chip de la cabeza de la gente de que si el gobierno no decreta aumentos no se podrá aumentar el salario. Debemos vencer el pánico”, agregó.
La próxima asamblea tendrá lugar el 24 de marzo, y los promotores de la huelga preparan una gran movilización para el 1 de mayo en reclamo de una jornada laboral de 8 horas en las maquilas, donde se labora hasta 12 horas diarias.
Aunque rechaza el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, al que considera la base del modelo maquilador, Prieto admite que la exigencia de los gobiernos de Canadá y Estados Unidos de que en México se aumenten los salarios es positiva.
“Claro, a ellos también les conviene que los mexicanos tengamos dinerito y que podamos comprarles sus productos. No es porque los mexicanos les importemos un rábano”, reflexiona la abogada.