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Los repartidores, esos esenciales tan despreciados

El orgullo de existir

Considerados entre los trabajadores esenciales durante la pandemia, los repartidores de plataformas digitales están sometidos en todo el mundo a una precariedad extrema y a la sobreexplotación, especialmente en el Sur global. En México una investigación arroja luz sobre esta situación.

Daniel Gatti


Imagen: Allan McDonald

Un estudio del Consejo Económico, Social y Ambiental de Ciudad de México ratifica algunas de las cosas que ya se sabían o se presumían sobre la situación del personal de las plataformas: se los sobreexplota, cobran poco, carecen de seguridad social y prestaciones, están sujetos a accidentes más que la media de los trabajadores.

La investigación desmiente en cambio algunos lugares comunes: los adolescentes y menores de 25 años no son los más numerosos en el sector, y muchos tienen un buen nivel educativo.

De acuerdo a este diagnóstico, la mayoría de los trabajadores y las trabajadoras de reparto de las plataformas tienen entre 26 y 40 años y la mitad han alcanzado como mínimo un nivel de bachillerato (13 por ciento han terminado una carrera universitaria).

Vayan a pie, en bicicleta o motorizados, a todos y todas se los súper explota: no superan los 2.242 pesos semanales de ingresos (105 dólares), hacen jornadas de por lo menos nueve horas diarias de lunes a domingo, no tienen seguros ni prestaciones sociales, y en caso de accidente deben arreglárselas por su cuenta.

De hecho, 42 por ciento han sufrido algún tipo de accidente, que en 27 por ciento de los casos requirieron hospitalización, pero menos de uno de cada tres accede a cobertura médica, y por una actividad diferente al reparto en plataformas.

También se ven expuestos regularmente a asaltos y a agresiones sexuales en plena calle, que muy a menudo quedan sin castigo.

A la mala de dios

El estudio recoge casos como el de Víctor, un joven que perdió una pierna al ser atropellado por una ambulancia mientras repartía comida en una moto.

Ni la empresa para la que trabajaba ni los conductores de la ambulancia asumieron responsabilidad alguna en el accidente.

Víctor volvió a trabajar seis meses después, pero con una prótesis y repartiendo a pie, lo que le reporta ingresos bastante inferiores, aunque se cansa bastante más que antes (camina en promedio unos 50 kilómetros por día) y hace jornadas más largas.

La flexibilidad horaria y una paga superior a trabajos formales de igual (baja) calificación son los factores mayores de atracción de esta actividad. Y por supuesto la abundante oferta.

Si plataformas como UberEats o Rappi ya habían crecido mucho en los años de la era pre Covid (comenzaron a operar a mediados de la década pasada), la pandemia las hizo explotar.

Cinco de cada diez trabajadores y trabajadoras interrogados para esta investigación ven a su actual empleo como permanente, o en todo caso de largo aliento.

La tasa de sindicalización en el sector, como en toda la “nueva economía” surgida de las plataformas digitales, es extremadamente baja, pero han aparecido algunas organizaciones de defensa de estos precarios, como Ni un Repartidor Menos.

Según consignó esta semana el diario La Jornada, el “Consejo recomendó incluir el tema en la agenda pública e impulsar iniciativas de reformas a la Ley Federal del Trabajo para su regulación, así como construir alternativas de protección a los repartidores, como acceso a la seguridad social y al sistema de pensiones”.