La ciencia agronómica convencional parece estar convencida de que la solución a los ataques de ataques de plagas y enfermedades se halla siempre, en última instancia, en alguna sustancia tóxica a la que elegantemente llama “producto fitosanitario”. Al mismo tiempo, insiste en pretender ignorar que las sustancias tóxicas que utiliza no solo son mortales para las plagas que combaten sino también para una enorme diversidad de otras especies, incluyendo a la nuestra.
Para agravar el problema, dicha lógica no se restringe al ámbito de producción estrictamente agrícola, sino que se extiende por gran parte de la cadena alimentaria, incluyendo el transporte y almacenamientos de granos. Es así que distintas sustancias tóxicas son utilizadas, tanto en camiones como en silos para proteger los granos del posible ataque de animales, insectos y hongos, afectando a transportistas, trabajadores y población aledaña.
En ese contexto, es interesante destacar que un pequeño grupo de investigadores, con muy escasos recursos, han podido hallar una forma novedosa, libre de agrotóxicos, para proteger al arroz y otros granos almacenados del ataque de insectos y enfermedades.
La noticia, divulgada en marzo de 2011, cuenta que en 2006, Maria Otilia Carvalho, una investigadora portuguesa, se planteó la meta de reducir las pérdidas de granos de arroz almacenados sin recurrir a pesticidas tóxicos.
Los granos del arroz cosechado están constantemente bajo la amenaza de insectos y hongos plaga. Para evitar su acción, los productores, acopiadores y vendedores tratan al arroz con sustancias químicas, lo que deja residuos en los granos, que pueden afectar la salud de trabajadores y consumidores.
Carvalho era una de varios científicos dispersos alrededor del mundo que estaban trabajando en métodos alternativos y ecológicos para proteger al arroz almacenado. Por sí solos, ninguno de esos métodos podía competir en efectividad con las sustancias químicas, pero Carvalho pensó que reuniéndolos en un “sistema integrado de manejo de plagas” podría llevar a la solución buscada.
El enfoque integrado consiste en tres tecnologías: trampas electrónicas para insectos (que permiten estimar el número de insectos en los silos de almacenamiento), la aireación o refrigeración de los silos para retrasar el desarrollo de insectos, y una “atmósfera modificada” con el uso de dióxido de carbono o gas nitrógeno, para frenar el desarrollo de plagas. Y el método puede ser utilizado también para otros granos, no sólo de arroz.
«Hemos diseñado una nueva forma de manejar las plagas empleando tecnologías que son sustentables, amigables con el medio ambiente y fáciles de usar», dice Carvalho, quien agrega; «Hicimos esto para proteger la calidad del arroz, evitando el uso de sustancias químicas contaminantes que dejan residuos en el arroz – algo que ha sido común hasta ahora»
Cuando el equipo de Carvalho puso a prueba el sistema integrado, encontraron que la cantidad de arroz que tenía que ser desechado como resultado del ataque de hongos e insectos se redujo en más del 95 por ciento. No sólo se echó a perder menos arroz, sino que además los consumidores manifestaron su satisfacción por un producto sin productos químicos.
RAP-AL Uruguay
Red de Acción en Plaguicidas en América Latina
5 de mayo de 2011