16
Junio
2015
Con el expresidente Hipólito Mejía
Un político de la mata
Entre mangos y tribunas
En Santo Domingo, Gerardo Iglesias
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Formado como agrónomo en el Instituto Politécnico Loyola de San Cristóbal, de los padres jesuitas, expresidente de la República (2000-2004), exministro de Agricultura, amigo entrañable de José Francisco Peña Gómez –el máximo líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD)–, Mejía es un hombre campechano, poseedor de un seductor carisma. Un caudillo, un espécimen en extinción en el escenario de la política global, tan deslucida y desfigurada.
No es un hombre de poses, de protocolo, ni de cuidar palabras para definir situaciones escandalosas. Sus asesores acabaron desistiendo en su afán de que midiera sus palabras.
Hipólito Mejía, antes que en la política tiene sus raíces en la tierra y en la gente ligada a ella. Ahí está la clave de su sencillez y de su extraordinaria empatía con el pueblo.
-Además de las cuestiones políticas su otra pasión es la agricultura, más precisamente los frutos tropicales…
-Desde hace más de una década vengo dedicándome seriamente a una producción agrícola que contemple el impacto ambiental y el no uso de agrotóxicos, tanto para la exportación como para el consumo interno de los dominicanos.
Producir limpio, producir alimentos orgánicos, es el gran desafío.
-Cuentan que usted dispone de la mayor diversidad de matas de mango del mundo…
-Algunas, sí (sonrisas). Tengo una pequeña finca dedicada a la producción de frutas tropicales donde hay mucho mango.
Pero mira, tú sabes bien que el banano es la fruta tropical por excelencia, pero con la globalización del turismo la gente ha venido probando otros frutos y demandando su comercialización para otras latitudes.
El níspero criollo, la granada, el mango, son frutos que ahora llegan a regiones como Asia y Oriente Medio, así que vengo apostando a la producción de estos frutos e invirtiendo en ello, sabedor de que este proyecto será además muy bueno para el país.
-¿Cómo administra los tiempos entre la agricultura y la política?
-Y a jugar dominó también (sonrisas).
Hablando en serio, yo trabajo desde los 8 años porque provengo de una familia de campesinos.
Soy un campesino de esos que lleva el campo en su corazón. Supongo que el trabajar tan duro desde pequeño, hace posible que pueda conciliar ambas actividades.
Pertenezco a la sexta generación de productores de tabaco venidos de Canarias, España, y mantuvimos esta tradición de tabacaleros aquí en Dominicana por muchos años, hasta que me dediqué a otros cultivos, fui dirigente agrario y luego entré de lleno a la política partidaria.
-Así que conoce muy bien las dificultades del campo…
-Soy un hombre que ha sabido sortear las dificultades desde muy pequeño.
Para ir a la escuela tenía que recorrer 20 kms por día, primero lo hacía a lomo de un burrito y más adelante en una bicicleta. Seis de esos 20 kms eran de lodo puro, lo que me convirtió en un experto en esquiar (sonrisas), solo que en vez de nieve esquiaba sobre barro.
Luego trabajé para una compañía transnacional y en esa oportunidad fue que conocí América Latina y el Caribe y caí casi que por fuerza gravitacional en la política, pero me he dedicado a todo lo que hago con alma, vida y corazón. Soy un trabajador y me gusta serlo.
-Ese vínculo tan fuerte con la tierra y el campesinado, ¿explica su gran arraigo entre la gente de pueblo?
-Creo que eso es genético, desde niño he sido así. Siempre digo lo que pienso y esta característica de mi personalidad muchas veces me ha ayudado y otras tantas perjudicado, ya que en política decir verdades no siempre es conveniente.
¿Pero sabes algo? no pienso cambiar, no voy a renunciar a decir verdades…
-Sus asesores no pudieron con tal genio…
-No, se cansaron en el intento…
Hipólito Mejía, antes que en la política tiene sus raíces en la tierra y en la gente ligada a ella. Ahí está la clave de su sencillez y de su extraordinaria empatía con el pueblo.
-Además de las cuestiones políticas su otra pasión es la agricultura, más precisamente los frutos tropicales…
-Desde hace más de una década vengo dedicándome seriamente a una producción agrícola que contemple el impacto ambiental y el no uso de agrotóxicos, tanto para la exportación como para el consumo interno de los dominicanos.
Producir limpio, producir alimentos orgánicos, es el gran desafío.
-Cuentan que usted dispone de la mayor diversidad de matas de mango del mundo…
-Algunas, sí (sonrisas). Tengo una pequeña finca dedicada a la producción de frutas tropicales donde hay mucho mango.
Pero mira, tú sabes bien que el banano es la fruta tropical por excelencia, pero con la globalización del turismo la gente ha venido probando otros frutos y demandando su comercialización para otras latitudes.
El níspero criollo, la granada, el mango, son frutos que ahora llegan a regiones como Asia y Oriente Medio, así que vengo apostando a la producción de estos frutos e invirtiendo en ello, sabedor de que este proyecto será además muy bueno para el país.
-¿Cómo administra los tiempos entre la agricultura y la política?
-Y a jugar dominó también (sonrisas).
Hablando en serio, yo trabajo desde los 8 años porque provengo de una familia de campesinos.
Soy un campesino de esos que lleva el campo en su corazón. Supongo que el trabajar tan duro desde pequeño, hace posible que pueda conciliar ambas actividades.
Pertenezco a la sexta generación de productores de tabaco venidos de Canarias, España, y mantuvimos esta tradición de tabacaleros aquí en Dominicana por muchos años, hasta que me dediqué a otros cultivos, fui dirigente agrario y luego entré de lleno a la política partidaria.
-Así que conoce muy bien las dificultades del campo…
-Soy un hombre que ha sabido sortear las dificultades desde muy pequeño.
Para ir a la escuela tenía que recorrer 20 kms por día, primero lo hacía a lomo de un burrito y más adelante en una bicicleta. Seis de esos 20 kms eran de lodo puro, lo que me convirtió en un experto en esquiar (sonrisas), solo que en vez de nieve esquiaba sobre barro.
Luego trabajé para una compañía transnacional y en esa oportunidad fue que conocí América Latina y el Caribe y caí casi que por fuerza gravitacional en la política, pero me he dedicado a todo lo que hago con alma, vida y corazón. Soy un trabajador y me gusta serlo.
-Ese vínculo tan fuerte con la tierra y el campesinado, ¿explica su gran arraigo entre la gente de pueblo?
-Creo que eso es genético, desde niño he sido así. Siempre digo lo que pienso y esta característica de mi personalidad muchas veces me ha ayudado y otras tantas perjudicado, ya que en política decir verdades no siempre es conveniente.
¿Pero sabes algo? no pienso cambiar, no voy a renunciar a decir verdades…
-Sus asesores no pudieron con tal genio…
-No, se cansaron en el intento…
La corrupción y la impunidad
Una alimentando a la otra
-¿Cuáles son las principales dificultades que enfrenta el país?
-República Dominicana tiene muchos problemas, estamos en una etapa de aparentar lo que no somos, con una deuda externa que es eterna, impagable, que hipoteca el futuro de nuestros hijos y nietos.
Somos un país con un alto índice de pobreza, marginalidad, desnutrición y un sinfín de problemas sociales que tú bien conoces y podría ser bien diferente.
Por otro lado, hay mucha corrupción. Y hay mucha corrupción porque hay mucha impunidad. Aquí se propicia el robo y se premia a los ladrones.
Por otro lado, la educación y la salud han sido y continúan siendo problemas graves de nuestro pueblo, pero han tenido algunos indicios de mejoría, debido al cabildeo y la presión que la oposición ha desarrollado, pero todavía falta tomar conciencia sobre el tema aunque el presupuesto destinado para el período, debo admitirlo, es razonable.
-República Dominicana tiene muchos problemas, estamos en una etapa de aparentar lo que no somos, con una deuda externa que es eterna, impagable, que hipoteca el futuro de nuestros hijos y nietos.
Somos un país con un alto índice de pobreza, marginalidad, desnutrición y un sinfín de problemas sociales que tú bien conoces y podría ser bien diferente.
Por otro lado, hay mucha corrupción. Y hay mucha corrupción porque hay mucha impunidad. Aquí se propicia el robo y se premia a los ladrones.
Por otro lado, la educación y la salud han sido y continúan siendo problemas graves de nuestro pueblo, pero han tenido algunos indicios de mejoría, debido al cabildeo y la presión que la oposición ha desarrollado, pero todavía falta tomar conciencia sobre el tema aunque el presupuesto destinado para el período, debo admitirlo, es razonable.
José Francisco Peña Gómez
Un destino forjado a fuerza de voluntad
-¿Cuál es el legado que dejó Francisco Peña Gómez, su amigo y compañero?
-Tuve la suerte de conocerlo de niño, cuando él daba clases en un colegio al lado de donde yo estudiaba, y los caminos de la política nos volvieron a reunir.
No he visto nunca a un hombre más humano que Peña Gómez. Nunca conocí a un político de la calidad humana y con la inteligencia de este hombre, un fuera de serie.
-Un hombre que supo ir más allá a pesar de tanta adversidad.
-Definitivamente. Negro, hijo de haitianos, criado en la miseria y la marginalidad, llegó a ser un gran líder, mundialmente conocido.
No tenía prejuicios, y era asombrosamente honrado. Un amante y un defensor acérrimo de la democracia.
De él tengo recuerdos inolvidables, un ser tan noble de quien lamento muchísimo la pérdida aunque no hay Cristo que pueda sacar del imaginario colectivo de este país a la figura de José Francisco Peña Gómez.
Como forma de homenajear a este hombre que nos dejó este magnífico legado hemos creado un instituto que lleva su nombre y se dedica a formar y entrenar en ciencias políticas. Espero que esta obra me sobrepase en el tiempo.
-Tuve la suerte de conocerlo de niño, cuando él daba clases en un colegio al lado de donde yo estudiaba, y los caminos de la política nos volvieron a reunir.
No he visto nunca a un hombre más humano que Peña Gómez. Nunca conocí a un político de la calidad humana y con la inteligencia de este hombre, un fuera de serie.
-Un hombre que supo ir más allá a pesar de tanta adversidad.
-Definitivamente. Negro, hijo de haitianos, criado en la miseria y la marginalidad, llegó a ser un gran líder, mundialmente conocido.
No tenía prejuicios, y era asombrosamente honrado. Un amante y un defensor acérrimo de la democracia.
De él tengo recuerdos inolvidables, un ser tan noble de quien lamento muchísimo la pérdida aunque no hay Cristo que pueda sacar del imaginario colectivo de este país a la figura de José Francisco Peña Gómez.
Como forma de homenajear a este hombre que nos dejó este magnífico legado hemos creado un instituto que lleva su nombre y se dedica a formar y entrenar en ciencias políticas. Espero que esta obra me sobrepase en el tiempo.
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Bernabel Matos, Faruck Miguel, Hipólito Mejía y Gerardo Iglesias | Fotos: Giorgio Trucchi