04
Mayo
2016
Tudo o que você quis saber sobre os TLC e sempre lhe ocultaram
Pasen y vean
“Mentem e riem de nós. Acham que somos idiotas”
En Montevideo, Daniel Gatti
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Foto: entorno-empresarial.com
La organización ecologista Greenpeace reveló este lunes partes sustanciales del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) que están negociando en secreto Europa y Estados Unidos. Quedan en evidencia algunas de las leoninas pretensiones norteamericanas y las mentiras de los responsables europeos.
Hasta ahora, en Europa las cláusulas del acuerdo –y no todas– sólo podían ser leídas durante un tiempo limitado en cuartos aislados, rodeados de extremas condiciones de seguridad, por europarlamentarios y ciertos altos funcionarios que se comprometían por escrito a no divulgarlas públicamente.
La rama holandesa de Greenpeace logró hacerse de 13 de los 17 capítulos que ya habrían sido consensuados entre los negociadores y decidió ponerlos a disposición del público en un espacio con mesas y sillas simbólicamente rodeado de paredes de cristal que montó en la céntrica Puerta de Brandeburgo de Berlín.
Los textos filtrados permiten por un lado apreciar las diferencias existentes entre Washington y Bruselas pero también, y fundamentalmente, el sentido de este y otros acuerdos de libre comercio que se están discutiendo actualmente en el mundo (entre ellos el TISA, en el que están involucrados varios países latinoamericanos) y a quiénes benefician.
“Leyendo la letra grande y la letra chica del TTIP uno comprende por qué el secreto: no presenta ninguna ventaja para los pueblos; al contrario, contiene cláusulas que van en favor únicamente de las grandes transnacionales”, había dicho tiempo atrás la eurodiputada española Marina Albiol luego de haber consumido sus pocos minutos de consulta del acuerdo.
Lo mismo dijeron el domingo responsables de Greenpeace cuando anunciaron la filtración de estos documentos.
Tratados como el TTIP, subraya la filial española del grupo en su página web, son mucho más que simples acuerdos de libre comercio.
“Son un nuevo modelo de gobierno transatlántico que camina en dirección contraria a la de los objetivos de instituciones internacionales y la ciudadanía de conseguir un desarrollo sostenible, de cumplir los compromisos internacionales en materia de lucha contra el cambio climático y de mantener altos estándares ambientales y de protección del consumidor”, afirma.
Greenpeace constata que los textos divulgados no presentan por ejemplo mención alguna al “principio de precaución” que los negociadores europeos dijeron que iban a imponer en el acuerdo.
En lo relativo a la gestión de sustancias peligrosas, para la cual además europeos y estadounidenses se manejan con distintos criterios, incluye, por el contrario, un principio “basado en el riesgo” defendido tradicionalmente por Estados Unidos y que excluye de hecho la adopción de medidas preventivas.
“Si esto queda en firme, los europeos terminarán alineándose con Estados Unidos, abandonando toda la legislación protectora que tanto costó imponer y quedando a la merced de las transnacionales y sus reglas”, dijo un dirigente de la central sindical Comisiones Obreras.
La rama holandesa de Greenpeace logró hacerse de 13 de los 17 capítulos que ya habrían sido consensuados entre los negociadores y decidió ponerlos a disposición del público en un espacio con mesas y sillas simbólicamente rodeado de paredes de cristal que montó en la céntrica Puerta de Brandeburgo de Berlín.
Los textos filtrados permiten por un lado apreciar las diferencias existentes entre Washington y Bruselas pero también, y fundamentalmente, el sentido de este y otros acuerdos de libre comercio que se están discutiendo actualmente en el mundo (entre ellos el TISA, en el que están involucrados varios países latinoamericanos) y a quiénes benefician.
“Leyendo la letra grande y la letra chica del TTIP uno comprende por qué el secreto: no presenta ninguna ventaja para los pueblos; al contrario, contiene cláusulas que van en favor únicamente de las grandes transnacionales”, había dicho tiempo atrás la eurodiputada española Marina Albiol luego de haber consumido sus pocos minutos de consulta del acuerdo.
Lo mismo dijeron el domingo responsables de Greenpeace cuando anunciaron la filtración de estos documentos.
Tratados como el TTIP, subraya la filial española del grupo en su página web, son mucho más que simples acuerdos de libre comercio.
“Son un nuevo modelo de gobierno transatlántico que camina en dirección contraria a la de los objetivos de instituciones internacionales y la ciudadanía de conseguir un desarrollo sostenible, de cumplir los compromisos internacionales en materia de lucha contra el cambio climático y de mantener altos estándares ambientales y de protección del consumidor”, afirma.
Greenpeace constata que los textos divulgados no presentan por ejemplo mención alguna al “principio de precaución” que los negociadores europeos dijeron que iban a imponer en el acuerdo.
En lo relativo a la gestión de sustancias peligrosas, para la cual además europeos y estadounidenses se manejan con distintos criterios, incluye, por el contrario, un principio “basado en el riesgo” defendido tradicionalmente por Estados Unidos y que excluye de hecho la adopción de medidas preventivas.
“Si esto queda en firme, los europeos terminarán alineándose con Estados Unidos, abandonando toda la legislación protectora que tanto costó imponer y quedando a la merced de las transnacionales y sus reglas”, dijo un dirigente de la central sindical Comisiones Obreras.
Te digo una cosa y negocio la otra
¿Precaución? No, gracias
Greenpeace destaca el doble lenguaje de las autoridades europeas y norteamericanas, que tanto vienen cacareando sobre la necesidad de tomar medidas para combatir el cambio climático y terminan decidiendo parches que apenas tapan unos pocos de los agujeros por los que se cuelan enormes “agresiones al medio ambiente y a los derechos de las sociedades”.
“En los documentos filtrados queda claro que este acuerdo es una amenaza para la protección del medio ambiente y de los consumidores. Además, muestran sin rubor que ambas delegaciones han mantenido y mantienen constantes consultas con los lobbies que representan a las grandes corporaciones”, dice el grupo.
Los derechos –de acceso e incidencia en el contenido de lo negociado– negados a las organizaciones de la sociedad civil les han sido en cambio fácilmente otorgados a los representantes de grandes corporaciones industriales y organizaciones patronales.
De hecho, nada tuvieron que hacer para que les fueran otorgados. Han participado, gracias a su poder de lobby en las instituciones europeas, en multitud de “rondas de consulta”.
Apenas conocidas las filtraciones, la comisaria de Comercio de la Comisión Europea, Cecilia Malmström, dijo que “de ninguna manera” la UE cederá en la defensa de sus estándares ambientales. Lo mismo aseguraron autoridades francesas y alemanas, las dos principales potencias regionales.
“Nos mienten, se ríen de nosotros, nos toman por tontos”, responde Greenpeace. “Pero ahora los ciudadanos europeos y de Estados Unidos conocen quiénes y cómo quieren atropellar nuestros derechos y nuestra democracia”.
El objetivo inmediato de las organizaciones sociales es organizar la resistencia para impedir que el TTIP sea adoptado antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre, una meta que se ha fijado para su mayor lustre el presidente Barack Obama y que los europeos le acordaron en la recién finalizada décimo tercera ronda de negociaciones.
“En los documentos filtrados queda claro que este acuerdo es una amenaza para la protección del medio ambiente y de los consumidores. Además, muestran sin rubor que ambas delegaciones han mantenido y mantienen constantes consultas con los lobbies que representan a las grandes corporaciones”, dice el grupo.
Los derechos –de acceso e incidencia en el contenido de lo negociado– negados a las organizaciones de la sociedad civil les han sido en cambio fácilmente otorgados a los representantes de grandes corporaciones industriales y organizaciones patronales.
De hecho, nada tuvieron que hacer para que les fueran otorgados. Han participado, gracias a su poder de lobby en las instituciones europeas, en multitud de “rondas de consulta”.
Apenas conocidas las filtraciones, la comisaria de Comercio de la Comisión Europea, Cecilia Malmström, dijo que “de ninguna manera” la UE cederá en la defensa de sus estándares ambientales. Lo mismo aseguraron autoridades francesas y alemanas, las dos principales potencias regionales.
“Nos mienten, se ríen de nosotros, nos toman por tontos”, responde Greenpeace. “Pero ahora los ciudadanos europeos y de Estados Unidos conocen quiénes y cómo quieren atropellar nuestros derechos y nuestra democracia”.
El objetivo inmediato de las organizaciones sociales es organizar la resistencia para impedir que el TTIP sea adoptado antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre, una meta que se ha fijado para su mayor lustre el presidente Barack Obama y que los europeos le acordaron en la recién finalizada décimo tercera ronda de negociaciones.
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Foto: es.makemefeed.com