22
Abril
2016
Contra la globalización neoliberal, la globalización de la indignación
Para que el miedo cambie de bando
En Montevideo, Daniel Gatti
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Foto: librered.net
El 15 de mayo próximo, movimientos sociales de España recordarán en las calles que cinco años atrás protagonizaban una de las movilizaciones más imponentes de las últimas décadas en Europa; entre los manifestantes habrá representantes de La Nuit Debout, un movimiento que irrumpió hace varias semanas en Francia y que noche tras noche expresa en las plazas la misma indignación que inspiraba a los españoles.
“Dicen que surgimos de la nada, pero en realidad somos una de las expresiones del hartazgo a que ha llegado una franja de la población ante las políticas aplicadas desde el gobierno del supuestamente socialista François Hollande”, explicaba un joven ocupante de la parisina Place de la République cuando le preguntaban por el origen de La Nuit Debout (La Noche en Pie).
El movimiento nació a fines de febrero pasado, cuando tras la proyección de una película, Merci Patron (Gracias patrón) que denuncia los atropellos cometidos por Bernard Arnault, uno de los mayores empresarios y multimillonarios franceses, un grupo de jóvenes decidió que había que “responder de alguna manera”.
“Nos preguntamos cómo hacer para darles miedo y decidimos que lo mejor era sumarnos a una marcha sindical prevista para el 31 de marzo contra la reforma laboral neoliberal promovida por Hollande, pero no quedarnos allí”, explicó al diario digital español Público Arthur, un estudiante de ciencias políticas que estuvo entre los primeros animadores de La Nuit Debout.
Las manifestaciones obreras fueron gigantescas en toda Francia, y esa misma noche del 31 de marzo los jóvenes que se sumaron a ellas en París sin ser ellos mismos trabajadores resolvieron que había que “llevar la resistencia social a la plaza pública”.
Fue así que ocuparon la céntrica y simbólica Plaza de la República.
“Era una noche de frío y lluvia, pero desde el principio fuimos cientos, y luego miles”, y así todas las noches desde ese 31 de marzo tomado como inicio de “un nuevo calendario” que marcaría el comienzo de una nueva época: “al 31 le siguió el 32, luego el 33 de marzo, vamos por el 50”, dijo Artur a mediados de abril.
Montaron carpas, se organizaron en comisiones, organizaron debates “sobre todo lo que te puedas imaginar de actualidad política y social”… y sufrieron la represión.
Varios fueron los intentos de desalojo, a menudo violentos, de parte de la policía. Los jóvenes se iban y luego volvían.
“Ellos apuestan a que la cosa se vaya pudriendo, a que la gente se canse. Nosotros a mantenernos”, apunta Arthur.
El movimiento nació a fines de febrero pasado, cuando tras la proyección de una película, Merci Patron (Gracias patrón) que denuncia los atropellos cometidos por Bernard Arnault, uno de los mayores empresarios y multimillonarios franceses, un grupo de jóvenes decidió que había que “responder de alguna manera”.
“Nos preguntamos cómo hacer para darles miedo y decidimos que lo mejor era sumarnos a una marcha sindical prevista para el 31 de marzo contra la reforma laboral neoliberal promovida por Hollande, pero no quedarnos allí”, explicó al diario digital español Público Arthur, un estudiante de ciencias políticas que estuvo entre los primeros animadores de La Nuit Debout.
Las manifestaciones obreras fueron gigantescas en toda Francia, y esa misma noche del 31 de marzo los jóvenes que se sumaron a ellas en París sin ser ellos mismos trabajadores resolvieron que había que “llevar la resistencia social a la plaza pública”.
Fue así que ocuparon la céntrica y simbólica Plaza de la República.
“Era una noche de frío y lluvia, pero desde el principio fuimos cientos, y luego miles”, y así todas las noches desde ese 31 de marzo tomado como inicio de “un nuevo calendario” que marcaría el comienzo de una nueva época: “al 31 le siguió el 32, luego el 33 de marzo, vamos por el 50”, dijo Artur a mediados de abril.
Montaron carpas, se organizaron en comisiones, organizaron debates “sobre todo lo que te puedas imaginar de actualidad política y social”… y sufrieron la represión.
Varios fueron los intentos de desalojo, a menudo violentos, de parte de la policía. Los jóvenes se iban y luego volvían.
“Ellos apuestan a que la cosa se vaya pudriendo, a que la gente se canse. Nosotros a mantenernos”, apunta Arthur.
“Lucho, ergo soy”
El abajo que se mueve
Con el movimiento del 15-M español tienen muchos puntos de contacto (“la voluntad de cambio, el demostrar que sí se puede plantear algo distinto, la resistencia, la actitud libertaria, el hecho de no tener líderes ni portavoces, el funcionamiento en asambleas”), pero también diferencias.
Una de ellas es que aceptan que grupos políticos y centrales sindicales participen en las acampadas y en los debates, aunque los miren con cierta desconfianza.
“En España se ponía el acento en el ‘No nos representan’ para marcar una distancia con todos los partidos instituidos. Acá solo rechazamos a los fascistas. La nuestra es también una movilización vacía, en el sentido de que debe ser llenada de contenido, pero las organizaciones políticas son bienvenidas si comparten nuestro espíritu”.
Hay sin embargo entre los “veteranos” del 15 M español y los flamantes movilizados franceses muchos vasos comunicantes.
A varios de los animadores de las jornadas ibéricas se los ve en las plazas francesas (no sólo en París), asesorando al comité Convergencia de las Luchas, una suerte de coordinadora de Nuit Debout.
Emma, barcelonesa experta en comunicación y redes que fue parte del 15 M en su ciudad, dice que fue contactada por “varios colectivos franceses”.
"Me di cuenta de que esto era algo nuevo, un movimiento que venía desde abajo, de personas muy distintas”, pero también que tenía una estructura bastante débil, comentó.
Ella y otros españoles colaboraron en el montaje de redes de comunicación, fundamentalmente en el llamado “Media Center” de Nuit Debout, instalado a pocas cuadras de la plaza de la República.
“Esto se ha expandido a una velocidad brutal. Ya es un monstruo que no controla nadie”, dice otro veterano del 15-M.
Una de ellas es que aceptan que grupos políticos y centrales sindicales participen en las acampadas y en los debates, aunque los miren con cierta desconfianza.
“En España se ponía el acento en el ‘No nos representan’ para marcar una distancia con todos los partidos instituidos. Acá solo rechazamos a los fascistas. La nuestra es también una movilización vacía, en el sentido de que debe ser llenada de contenido, pero las organizaciones políticas son bienvenidas si comparten nuestro espíritu”.
Hay sin embargo entre los “veteranos” del 15 M español y los flamantes movilizados franceses muchos vasos comunicantes.
A varios de los animadores de las jornadas ibéricas se los ve en las plazas francesas (no sólo en París), asesorando al comité Convergencia de las Luchas, una suerte de coordinadora de Nuit Debout.
Emma, barcelonesa experta en comunicación y redes que fue parte del 15 M en su ciudad, dice que fue contactada por “varios colectivos franceses”.
"Me di cuenta de que esto era algo nuevo, un movimiento que venía desde abajo, de personas muy distintas”, pero también que tenía una estructura bastante débil, comentó.
Ella y otros españoles colaboraron en el montaje de redes de comunicación, fundamentalmente en el llamado “Media Center” de Nuit Debout, instalado a pocas cuadras de la plaza de la República.
“Esto se ha expandido a una velocidad brutal. Ya es un monstruo que no controla nadie”, dice otro veterano del 15-M.
Internacionalización
“Lo que pasa acá se explica por lo que pasa allá”
“Nos enseñamos los unos a los otros. Los franceses a los españoles y los españoles a los franceses. Aquí estamos utilizando la inteligencia colectiva”, observa a su vez Noemie, integrante de la comisión internacional del movimiento.
“Nuestras luchas son similares a las que se dan en el conjunto de Europa, pero también en América Latina. Los latinoamericanos tienen mucho que comunicarnos sobre su resistencia al neoliberalismo de tantos años.
En Europa estuvimos dormidos durante mucho tiempo”, dice un integrante del colectivo Convergencia de las Luchas. “No se puede explicar lo que pasa acá sin analizar lo que pasa en otros lados”, apunta.
Ya ha habido réplicas en menor escala de Nuit Debout en Roma, Berlín, Bruselas, Ámsterdam, incluso en Estambul.
Selim Smaoui, un sociólogo de origen árabe que hoy vive Francia pero que también lo hizo en España y fue parte de las jornadas ibéricas de hace cinco años, dice que es clave para este movimiento “pensarse con cabeza internacional”, como formando parte de una corriente de fondo de crítica al capitalismo todavía sin contornos definidos.
Algo similar sostiene Francois Ruffin, el cineasta que dirigió Merci patrón, la película que se considera el puntapié inicial simbólico de Nuit Debout.
El filme, por momentos sarcástico, muestra cómo Bernard Arnault, uno de los principales accionistas del grupo LVMH de prendas y artículos de lujo y cuarta fortuna mundial según la revista Forbes, desmantela una fábrica instalada en un pueblito de Francia para reinstalarla en un país tercermundista en el que paga salarios miserables y produce a bajísimos costos artículos que luego vende a precio de oro en Europa o Estados Unidos.
“Quisimos mostrar cómo tienen lugar, en lo cotidiano, las famosas ‘deslocalizaciones’ de fábricas, y cómo la gente se organiza para resistirlas desde el sentimiento de clase que se genera no sólo entre los trabajadores de la usina sino en todos los habitantes”, apunta un periodista de la revista Fakir, dirigida por Ruffin y que fue parte del equipo que rodó la película.
“No es raro que esa fábrica que cierra sea la única fuente laboral grande de un pueblo, que se convierte a su vez en pueblo fantasma. Se da en todos lados, es un modus operandi cada vez más utilizado por las transnacionales”, agrega.
Los periodistas de Fakir cuentan que algunos de los trabajadores de la localidad en que filmaron se sumaron a las manifestaciones obreras del 31 de marzo. Y a Ruffin no le sorprendería que pudieran congeniar con “los jóvenes de las plazas”.
Son muy distintos, pero tienen intereses en común, y eso es lo importante, afirma el cineasta.
Más del 25 por ciento de los jóvenes franceses están desempleados, y entre los que tienen un trabajo la precariedad es la norma.
Por lo pronto, Convergencia de las Luchas participará en las concentraciones sindicales del próximo 1 de mayo.
“Nuestras luchas son similares a las que se dan en el conjunto de Europa, pero también en América Latina. Los latinoamericanos tienen mucho que comunicarnos sobre su resistencia al neoliberalismo de tantos años.
En Europa estuvimos dormidos durante mucho tiempo”, dice un integrante del colectivo Convergencia de las Luchas. “No se puede explicar lo que pasa acá sin analizar lo que pasa en otros lados”, apunta.
Ya ha habido réplicas en menor escala de Nuit Debout en Roma, Berlín, Bruselas, Ámsterdam, incluso en Estambul.
Selim Smaoui, un sociólogo de origen árabe que hoy vive Francia pero que también lo hizo en España y fue parte de las jornadas ibéricas de hace cinco años, dice que es clave para este movimiento “pensarse con cabeza internacional”, como formando parte de una corriente de fondo de crítica al capitalismo todavía sin contornos definidos.
Algo similar sostiene Francois Ruffin, el cineasta que dirigió Merci patrón, la película que se considera el puntapié inicial simbólico de Nuit Debout.
El filme, por momentos sarcástico, muestra cómo Bernard Arnault, uno de los principales accionistas del grupo LVMH de prendas y artículos de lujo y cuarta fortuna mundial según la revista Forbes, desmantela una fábrica instalada en un pueblito de Francia para reinstalarla en un país tercermundista en el que paga salarios miserables y produce a bajísimos costos artículos que luego vende a precio de oro en Europa o Estados Unidos.
“Quisimos mostrar cómo tienen lugar, en lo cotidiano, las famosas ‘deslocalizaciones’ de fábricas, y cómo la gente se organiza para resistirlas desde el sentimiento de clase que se genera no sólo entre los trabajadores de la usina sino en todos los habitantes”, apunta un periodista de la revista Fakir, dirigida por Ruffin y que fue parte del equipo que rodó la película.
“No es raro que esa fábrica que cierra sea la única fuente laboral grande de un pueblo, que se convierte a su vez en pueblo fantasma. Se da en todos lados, es un modus operandi cada vez más utilizado por las transnacionales”, agrega.
Los periodistas de Fakir cuentan que algunos de los trabajadores de la localidad en que filmaron se sumaron a las manifestaciones obreras del 31 de marzo. Y a Ruffin no le sorprendería que pudieran congeniar con “los jóvenes de las plazas”.
Son muy distintos, pero tienen intereses en común, y eso es lo importante, afirma el cineasta.
Más del 25 por ciento de los jóvenes franceses están desempleados, y entre los que tienen un trabajo la precariedad es la norma.
Por lo pronto, Convergencia de las Luchas participará en las concentraciones sindicales del próximo 1 de mayo.
¿Como en el 68?
Veremos…
“Queremos que se dé una conjunción como la que en cierta manera se dio en mayo del 68, cuando las revueltas juveniles se conjuntaron con grandes marchas obreras”, dice uno de los integrantes del colectivo.
El joven sueña con una “huelga general” como la que le dijeron sus mayores que se produjo en el 68 “y que cambió tantas cosas”, y participa de hecho en una comisión “huelga general” de Nuit Debout.
El economista Frederic Lordon, una de las figuras intelectuales del movimiento, llamó en abril a “movilizarse en pos de una huelga general”, para la que, dijo, las condiciones están reunidas en Francia.
Gerd-Rainer Horn, profesor de historia política en la Facultad de Ciencias políticas, no cree que ese sea aún el caso, pero tampoco lo descarta.
“Nadie anticipó lo que ocurrió en mayo del 68. Las cosas ocurrieron rápido y de forma espontánea”, escribió en el diario Le Monde. A Nuit Debout y a la indignación española tampoco nadie las previó.
Arthur, el estudiante de ciencias políticas que habló con los españoles de Público, cree que en algún momento las cosas van a estallar por su propio peso.
“Hay una minoría de privilegiados que nos hablan de Francia y de patria y ni siquiera pagan sus impuestos acá. Esa gente genera desempleo, genera pobreza, genera precariedad y nos están robando nuestras riquezas”, dice.
Lo triste, agrega, es que esos privilegiados tienen entre sus principales defensores a gobernantes como Hollande, que se definía como socialista.
“Ya sabíamos que iba a hacer como la derecha. Pero lo ha hecho peor”. En muchos aspectos, por ejemplo la actitud ante los refugiados o la política en materia de seguridad, “está aplicando el programa de la extrema derecha del Frente Nacional”, y en otros, como la reforma laboral, se maneja con recetas que no serían ajenas a ningún neoliberal de los más rancios.
“Falta todavía conjuntar realmente las luchas que se están dando en toda Francia, en toda Europa, de manera desperdigada. Aquí nos falta conectarnos con la gente de las periferias, coordinar con los trabajadores”, constata un militante de Convergencia de las Luchas.
“Nuit Debout es aún un movimiento urbano, de jóvenes de clase media, pero en la medida en que lo veamos podemos actuar y corregirlo. Es cuestión de tiempo y de voluntad”, se ilusiona.
El joven sueña con una “huelga general” como la que le dijeron sus mayores que se produjo en el 68 “y que cambió tantas cosas”, y participa de hecho en una comisión “huelga general” de Nuit Debout.
El economista Frederic Lordon, una de las figuras intelectuales del movimiento, llamó en abril a “movilizarse en pos de una huelga general”, para la que, dijo, las condiciones están reunidas en Francia.
Gerd-Rainer Horn, profesor de historia política en la Facultad de Ciencias políticas, no cree que ese sea aún el caso, pero tampoco lo descarta.
“Nadie anticipó lo que ocurrió en mayo del 68. Las cosas ocurrieron rápido y de forma espontánea”, escribió en el diario Le Monde. A Nuit Debout y a la indignación española tampoco nadie las previó.
Arthur, el estudiante de ciencias políticas que habló con los españoles de Público, cree que en algún momento las cosas van a estallar por su propio peso.
“Hay una minoría de privilegiados que nos hablan de Francia y de patria y ni siquiera pagan sus impuestos acá. Esa gente genera desempleo, genera pobreza, genera precariedad y nos están robando nuestras riquezas”, dice.
Lo triste, agrega, es que esos privilegiados tienen entre sus principales defensores a gobernantes como Hollande, que se definía como socialista.
“Ya sabíamos que iba a hacer como la derecha. Pero lo ha hecho peor”. En muchos aspectos, por ejemplo la actitud ante los refugiados o la política en materia de seguridad, “está aplicando el programa de la extrema derecha del Frente Nacional”, y en otros, como la reforma laboral, se maneja con recetas que no serían ajenas a ningún neoliberal de los más rancios.
“Falta todavía conjuntar realmente las luchas que se están dando en toda Francia, en toda Europa, de manera desperdigada. Aquí nos falta conectarnos con la gente de las periferias, coordinar con los trabajadores”, constata un militante de Convergencia de las Luchas.
“Nuit Debout es aún un movimiento urbano, de jóvenes de clase media, pero en la medida en que lo veamos podemos actuar y corregirlo. Es cuestión de tiempo y de voluntad”, se ilusiona.