13
Diciembre
2016
Colombia | Sociedad | ENTREVISTA

“No se debe usar el proceso de paz con otros fines”

María Isabel Rueda | El Tiempo
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Jorge Enrique Robledo | Foto: concejomanizales.gov.co

En una larga entrevista concedida a El Tiempo, el senador Robledo habla sobre la perspectiva de participación del Polo Democrático Alternativo en un gobierno de transición tal como fue propuesto por la ex guerrilla de las Farc.
-¿Queda cerrada la puerta para que el Polo haga parte del gobierno de transición de las Farc?
-Hasta donde se sabe, el gobierno de transición será para continuar con las políticas de la Unidad Nacional de Juan Manuel Santos, y con sus mismos partidos, más otros, incluida la organización que creen las Farc.

Luego su programa de gobierno será del mismo corte neoliberal del actual de Santos, más los acuerdos de La Habana, y esos acuerdos, que respaldamos como manera de superar esa lucha armada, no resuelven los demás problemas de los colombianos y para los que el programa del Polo tiene propuestas contrarias a las del santismo.

-¿De manera que el Polo no estará en una eventual gran unidad de izquierda con las Farc?
-Nos parece bien que se desarmen, que se reintegren a la vida civil y que se les brinden todas las garantías en su nueva vida. De otro lado, cuando el Polo se creó dijimos sí a la paz negociada, pero no a la lucha armada, una gran diferencia. Teníamos y tenemos diferencias en muchos órdenes. Cada vez los veo más en un proyecto político diferente.

-¿Cuál es el debate principal dentro del Polo?
-Es uno solo: ¿se va a usar el proceso de paz como pretexto para volvernos santistas? ¿Vamos a permitir que Santos use su poder para cooptar al Polo?

La gran mayoría del Polo seguirá defendiendo su independencia, su autonomía frente a gobiernos tan malos como este y sus semejantes, que recuerdo que fue el gran valor que Carlos Gaviria siempre dijo que el Polo, bajo ninguna condición, podía perder.

No me iría hacia allá por mis convicciones, pero tampoco por razones prácticas. Si el Polo diera ese paso, cosa que no va a suceder, se autodestruye.

-Tengo que reconocer que en las múltiples entrevistas que los dos hemos hecho, usted ha sido totalmente coherente con su rechazo a la lucha armada. Pero parecería que esta es una buena oportunidad para que se aglutinen las fuerzas de izquierda en ese gobierno de transición que plantean las Farc. Pero ya parece claro que el Polo no va a estar ahí…
-Como se ha planteado, el gobierno de transición incluiría los acuerdos de La Habana, y en eso no tenemos problema.

Pero ningún presidente de 2018 podrá tener como único programa dichos acuerdos, porque los demás problemas de la vida nacional seguirán ahí: educación, desempleo, pobreza, corrupción, asuntos que no tocan los acuerdos.
De manera que ese gobierno de transición también incluiría el programa neoliberal de la Unidad Nacional, de Santos, que el Polo no comparte.

-¿Comparten totalmente los acuerdos de La Habana?
-El Polo respalda los acuerdos de La Habana, aunque haya cosas que no compartamos, como la forma de asignación de las curules de las Farc, cuyo número no objetamos.

La forma como se darán esas curules amenaza la permanencia en el Congreso de fuerzas como el Polo, el partido Verde, Mira, Mais, Así, Progresistas y todos los sectores minoritarios que hacemos política desafiando los grandes poderes.

Esas curules deben ser adicionales al número que hoy existe. No pueden ser restando de las actuales. Ese desacuerdo se le expresó a Santos oportunamente, y creemos que lo democrático es que nadie se oponga a esta petición. Pero agrego que respaldamos el proceso de paz y que cualquiera que sea el gobierno de 2018 deberá cumplir con los acuerdos.

-¿Es una ironía política que las Farc entren a la arena política por la puerta de la Unidad Nacional y del gobierno de Santos?
-Parece que sus análisis los conducen hacia allá. Nuestros análisis son distintos. Consisten en que en el programa del Polo, la solución negociada del conflicto armado es una pieza muy importante que hemos defendido con toda coherencia, pero los demás asuntos del país también.

De manera que nadie nos puede pedir que engavetemos el programa del Polo uno, dos o tres gobiernos y que mientras tanto se aplacen los demás problemas nacionales, porque tenemos un compromiso con nuestra gente y nuestros programas.

Mi idea es que la unidad que hay que hacer debe incluir a los polistas, claro, y a las fuerzas políticas alternativas, en torno a coincidencias programáticas, pero sobre todo debe unir a los colombianos, los sin partido y los ciudadanos de todos los orígenes políticos: liberales, conservadores, de “la U”, de Cambio Radical, del Centro Democrático, pero insisto en que es con los ciudadanos, no con personajes como Germán Vargas Lleras o Humberto de la Calle o el candidato del Centro Democrático.

Que defienda a los sectores populares, como es obvio, pero también a las clases medias y a la economía empresarial. Este no es para acabar con la propiedad privada.

Si Santos no se hubiera tirado el concepto de unidad nacional, eso sería. Estoy proponiendo una convergencia nacional para que ganen todos los colombianos y no sigan los mismos con las mismas.

-¿Le gusta cómo va a quedar la reforma tributaria?
-Para nada. Es la más retardataria de la historia. Después de los ajustes no perdió su naturaleza regresiva.

-¿En qué sentido?
-Le va a producir ingresos al fisco por unos 8 billones de pesos por el IVA y el impuesto a los combustibles. Pero al mismo tiempo va a reducir el impuesto de renta a las más grandes empresas, a las transnacionales, en 1,2 billones. Más regresiva no puede ser.

A los sectores populares y a la clase media, durísimo. Y a los más poderosos del mundo, en un país que tiene una desigualdad social extrema, les disminuirán los impuestos. Eso no se le ocurre sino a Juan Manuel Santos.

-Pero no es tan cierto: van a gravar los dividendos y con eso reimplantarán la doble tributación…
-Las cifras prueban que el impuesto a los dividendos será de menor cuantía y que no cambia lo regresivo de la reforma.

-¿Pero no nos dicen que las empresas se están trasteando del país, que los ricos están sacando la plata? ¿Cómo entonces atraemos nueva inversión?
-Son cosas que hay que mirar: los impuestos no pueden hacer inviable la economía, por supuesto que no, pero aquí hay mucha retórica.

Las exenciones que les han dado en los últimos años a las mayores empresas, entre 2004 y 2014, son de 100 billones de pesos. Y la evasión es monstruosa. Eso amerita una discusión franca.

Exageran y dicen cosas que no son ciertas para sacar una conclusión inaceptable, con un agravante: si están tan interesados en el desarrollo nacional, pues no le saquen la plata del bolsillo a la gente, restándole su capacidad de compra.

-Aunque no es nueva su posición, sí llama profundamente la atención que usted haya sido uno de los grandes opositores al impuesto sobre las gaseosas…
-Porque también es regresivo, porque grava el consumo. Con el pretexto de la obesidad, lo que pretendían era sacarles a los pobres y a la clase media un billón de pesos del bolsillo.

Es tan regresivo que le voy a leer lo que dijo Alejando Gaviria en El Espectador hace ocho días: “El impuesto a las gaseosas sí es regresivo en un sentido preciso. Porcentualmente afecta más a los pobres que a los ricos”.

Cierro comillas. Él sabe que eso es así.

Y después saca la hojita de parra para taparse y hace el oso, cuando dice: “Pero más regresiva puede ser la diabetes”. Eso no es serio. El primer truco para confundir sobre impuestos es que no lo ponen a uno a debatir sobre quién lo paga, sino en qué se gasta.

Y claro, siempre en el gasto habrá una causa presentable como noble. Afortunadamente se hundió. Yo creo que el azúcar en exceso hace daño, como otros alimentos, pero ese problema no se resuelve de esta manera.

(La Rel reproduce algunos pasajes de esta entrevista).