16
Febrero
2016
Syngenta pasaría a manos chinas
Monsanto, en caída
En Montevideo, Daniel Gatti

Foto: es.finance.yahoo.com
Últimamente a Monsanto las cosas no le ruedan nada bien: a la creciente resistencia mundial a algunos de sus productos estrella hay que agregarle su fracaso en anexar a su competidora Syngenta, que le puede ser birlada nada menos que por una empresa estatal china.
La megaempresa surgida en los comienzos mismos del siglo XX y que creció hasta convertirse en símbolo de la producción transgénica y sus venenos asociados, viene perdiendo terreno aceleradamente.
El 2015 fue terrible para la transnacional basada en el estado de Misuri. En marzo, una institución dependiente de la Organización Mundial de la Salud declaró cancerígeno para humanos al glifosato, el principio activo del Roundup, el herbicida comercializado por Monsanto para tratar sus cultivos transgénicos.
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ratificaba así estudios científicos que iban en la misma dirección y avalaba la experiencia sufrida en carne propia por decenas de miles de trabajadores agrícolas y poblaciones fumigados con ese producto.
Monsanto sintió los efectos de la decisión de la IARC, que dio alas a la campaña internacional de boicot al consumo de los llamados “alimentos biotecnológicos” y llegó además en un muy mal momento debido a la caída de los precios de productos como el maíz y la soja.
Muchos fueron los productores que decidieron dejar de comprar los paquetes de semillas transgénicas y agrotóxicos vendidos por la transnacional.
Consecuencia de todos esos factores, en 2015 las acciones de la transnacional cayeron en la bolsa, luego de haber aumentado 65 por ciento entre 2009 y 2014.
Las fabulosas ganancias de años anteriores se fueron achicando, y, como siempre, fueron los trabajadores los que pagaron los costos: a fines de 2015 Monsanto anunció el despido de unos 2.500 empleados y otros mil marcharon a la calle el pasado mes de enero.
En total, un 16 por ciento de la mano de obra de la transnacional fue borrada de un plumazo.
El 2015 fue terrible para la transnacional basada en el estado de Misuri. En marzo, una institución dependiente de la Organización Mundial de la Salud declaró cancerígeno para humanos al glifosato, el principio activo del Roundup, el herbicida comercializado por Monsanto para tratar sus cultivos transgénicos.
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ratificaba así estudios científicos que iban en la misma dirección y avalaba la experiencia sufrida en carne propia por decenas de miles de trabajadores agrícolas y poblaciones fumigados con ese producto.
Monsanto sintió los efectos de la decisión de la IARC, que dio alas a la campaña internacional de boicot al consumo de los llamados “alimentos biotecnológicos” y llegó además en un muy mal momento debido a la caída de los precios de productos como el maíz y la soja.
Muchos fueron los productores que decidieron dejar de comprar los paquetes de semillas transgénicas y agrotóxicos vendidos por la transnacional.
Consecuencia de todos esos factores, en 2015 las acciones de la transnacional cayeron en la bolsa, luego de haber aumentado 65 por ciento entre 2009 y 2014.
Las fabulosas ganancias de años anteriores se fueron achicando, y, como siempre, fueron los trabajadores los que pagaron los costos: a fines de 2015 Monsanto anunció el despido de unos 2.500 empleados y otros mil marcharon a la calle el pasado mes de enero.
En total, un 16 por ciento de la mano de obra de la transnacional fue borrada de un plumazo.
Y ahora lo de Syngenta.
Durante mucho tiempo Monsanto intentó hacerse de la empresa suiza, uno de sus principales competidores en el agronegocio. Nunca pudo.
La última vez que lo intentó fue a fines del año pasado: ofreció 46.000 millones de dólares por la compra, pero los suizos dijeron que eran pocos.
Pero fue en realidad la oposición de las autoridades reguladoras y antimonopólicas europeas la causa principal del fracaso, porque este mes de febrero Syngenta anunció que aceptaba una oferta de ChemChina por 43.000 millones.

Ilustración: Rel-UITA