10
Agosto
2017
Brasil | Sociedad | OPINIÃO | REFORMAS

Golpe a la democracia

Artur Bueno Júnior
20170810 junior960

Artur Bueno Júnior | Foto: Gerardo Iglesias

La votación que garantizó la permanencia de Michel Temer en la Presidencia dice mucho sobre el carácter precario de la democracia brasileña.
Contra Temer había un audio en el que el presidente dialogaba con uno de los dueños de JBS, un empresario involucrado hasta el cuello en irregularidades y conocido por financiar a políticos corruptos, y mencionaba el nombre de un asesor que podría ayudar a negociar arreglos espurios, favores y encontrar medios para obstruir a la Justicia.

Ese asesor fue detenido tiempo después portando una maleta con 500 mil reales (160 mil dólares) en efectivo.

En el contexto de la Operación Lava Jato era de suponer que la denuncia de la Procuraduría General de la República fuera investigada. Las acusaciones eran terribles.

Nada de eso sucedió. Temer no contaba con el apoyo del pueblo, pero sí contó con el apoyo del Parlamento.

En realidad lo compró, promoviendo enmiendas parlamentarias que significaron la liberación de unos 4.000 mil millones de reales (1.300 millones de dólares), entre junio y julio, que los diputados comprados -en su mayoría acusados además de actos de corrupción- podrán utilizar en favor de una reelección en los comicios de 2018.

Muchos justificaron su decisión de enterrar las denuncias contra Temer por la necesidad de mantener  la estabilidad económica, como si eso se lograra barriendo la basura debajo de la alfombra, negando al país el restablecimiento de la ética. Como si la estabilidad económica fuese sinónimo de corrupción e impunidad.

Una verdadera inversión de valores.

Nuestro sistema representativo está muy alejado del pueblo y es muy vulnerable a los sobornos.  

Financiar enmiendas parlamentarias para evitar el juicio al jefe del Ejecutivo es otra de las caras de este monstruo.

De nada sirve acorralar a los políticos con un sinfín de denuncias si prospera el contubernio entre el Ejecutivo y el Legislativo.

Nadie más será condenado si aprende a jugar bien este juego.

La solución momentánea es marcar de cerca a los parlamentarios cuya postura no se condice con lo que esperaba el país.

En las próximas elecciones, necesitamos limpiar al Congreso de una mafia que aún no ha entendido que estos deben ser nuevos tiempos: tiempos de intolerancia hacia los corruptos y a la relación incestuosa entre los distintos poderes.

La ciudadanía necesita hacer valer mucho más su voto, eliminando de la política a aquellos que no la merecen.