22
Junio
2017
Con Luiz Cláudio Cunha
Una generación castrada y otra ciega
Una generación castrada y otra ciega
Brasil en el fondo del pozo
En Montevideo, Gerardo Iglesias
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Luiz Cláudio Cunha
El pasado martes 20 se realizó en Montevideo el lanzamiento del libro “Operación Cóndor. El secuestro de los uruguayos” de Luiz Cláudio Cunha. En esa ocasión La Rel conversó con este periodista gaúcho, nacido en Caxias do Sul, que además de hablar de su obra, analizó la coyuntura política de su país.
-¿Qué sentiste al terminar el libro y luego esta edición en español?
-Tengo la sensación de haber concluido una tarea. Primero fueron los reportajes que se publicaron en la revista Veja en 1978 y 1979 y luego me llevó 30 años terminar este libro que finalmente fue publicado en 2008. La edición del libro en español era un sueño que no lograba concretarse.
Recorrí varias editoriales aquí en Montevideo para ver si editaban el libro pero no había interés, ya fuera porque el tema no gustaba, o no era rentable económicamente o porque era muy onerosa la edición. Esa etapa me generó mucha frustración.
Pero felizmente estaba en mi camino Jair Krischke, un hombre con una conciencia política extremadamente acentuada, muy aguda y que jamás bajó los brazos ante este desafío.
Un buen día Jair me llamó por teléfono y me dijo: “Luiz Cláudio, tengo la solución para tu libro. La fundación Rosa Luxemburgo de Berlín va a asumir la traducción y edición en español”.
A partir de ese momento la Fundación se contactó con el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) de Montevideo y se comenzó la tarea que tornó posible realizar este sueño, mío y de Universindo Rodríguez,* que infelizmente no pudo estar para ver concluido este trabajo tan uruguayo y tan importante para los uruguayos.
Universindo era un hombre con una gran conciencia y compromiso político y sabía que esta historia debía ser contada a sus compatriotas en su idioma.
Tengo como consuelo que realizando este sueño cumplimos con el sueño de varios uruguayos y eso me alegra profundamente, esta era la versión que yo quería ver y aquí está.
En este libro está la voz de mis hermanos uruguayos que padecieron esa dictadura tan brutal, que se dio paralelamente a la brasileña, a la argentina, a la chilena y a la paraguaya.
Todas las fronteras nos unieron en el dolor y la violencia que sufrimos por ese entonces y nos hermanó más que nunca.
-¿Cuál es tu sensación y tu análisis cuando en las manifestaciones sociales en Brasil piden el regreso de los militares?
-Afortunadamente se trata de una minoría insignificante, son jóvenes ignorantes e inconsecuentes, desinformados, que escucharon por ahí que el regreso de los militares solucionaría las cosas y salen a realizar ese llamado desde su ignorancia sobre una etapa de la historia reciente.
Todos los que vivimos y padecimos las dictaduras sabemos que no queremos eso nunca más.
Esas proclamas, más que de gente malintencionada, vienen de aquellos que ignoran lo que se vivió.
En Brasil durante los años de la dictadura la prensa no podía hablar de nada vinculado a los militares, mucho menos denunciar sus robos, porque se robó mucho durante esos tiempos.
Cuando te vienen con el discurso imbécil de que “vuelvan los militares para terminar con la corrupción” están diciendo algo completamente ridículo.
Los militares, además de haber robado mucho dinero, robaron lo más primordial, el poder del pueblo, y eso es algo completamente inmoral.
-¿Crees que se perdió una gran oportunidad de investigar y profundizar en la indagatoria sobre lo sucedido durante la dictadura brasileña en los gobiernos del PT?
-Ni Lula da Silva ni Dilma Rousseff durante sus gobiernos -14 años de poder- enfrentaron la cuestión crucial de la impunidad de los criminales de lesa humanidad.
Rousseff tuvo el gran mérito de convocar la conformación de la Comisión de la Verdad, de la cual participé aportando a la investigación de la Operación Cóndor.
Me fui de ese organismo un año después, por divergencias políticas con las personas que conducían las investigaciones, pero a pesar de ello esta Comisión realizó un trabajo muy importante.
Después de dos años logró responsabilizar a los cinco generales presidentes del ciclo de la dictadura: Castelo Branco, Médici, Costa e Silva, Geisel y Figueredo y a más de 300 agentes torturadores, policías, civiles y militares.
Lo que sucedió fue que su informe se entregó al gobierno y nada pasó. Se investigó, se descubrieron nombres, se detallaron casos y no hubo consecuencias, porque Brasil tiene un miedo endémico de tratar el tema de la dictadura.
Y los militares de ahora asumen una solidaridad corporativa con sus colegas dictadores, con conductas y crímenes que deberían condenar ya que no tienen nada que ver con ellos.
Por otro lado la clase política brasileña está tan inmersa en un círculo de corrupción que no le da para tratar temas como los crímenes que se cometieron durante la dictadura.
Soy muy pesimista en este tema. Brasil no tomó el ejemplo de Uruguay, que mandó a la cárcel a dos expresidentes de la dictadura, Juan María Bordaberry y Gregorio Álvarez, un civil y un militar. En mi país, en 21 años los dictadores ni siquiera fueron denunciados.
-Tengo la sensación de haber concluido una tarea. Primero fueron los reportajes que se publicaron en la revista Veja en 1978 y 1979 y luego me llevó 30 años terminar este libro que finalmente fue publicado en 2008. La edición del libro en español era un sueño que no lograba concretarse.
Recorrí varias editoriales aquí en Montevideo para ver si editaban el libro pero no había interés, ya fuera porque el tema no gustaba, o no era rentable económicamente o porque era muy onerosa la edición. Esa etapa me generó mucha frustración.
Pero felizmente estaba en mi camino Jair Krischke, un hombre con una conciencia política extremadamente acentuada, muy aguda y que jamás bajó los brazos ante este desafío.
Un buen día Jair me llamó por teléfono y me dijo: “Luiz Cláudio, tengo la solución para tu libro. La fundación Rosa Luxemburgo de Berlín va a asumir la traducción y edición en español”.
A partir de ese momento la Fundación se contactó con el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) de Montevideo y se comenzó la tarea que tornó posible realizar este sueño, mío y de Universindo Rodríguez,* que infelizmente no pudo estar para ver concluido este trabajo tan uruguayo y tan importante para los uruguayos.
Universindo era un hombre con una gran conciencia y compromiso político y sabía que esta historia debía ser contada a sus compatriotas en su idioma.
Tengo como consuelo que realizando este sueño cumplimos con el sueño de varios uruguayos y eso me alegra profundamente, esta era la versión que yo quería ver y aquí está.
En este libro está la voz de mis hermanos uruguayos que padecieron esa dictadura tan brutal, que se dio paralelamente a la brasileña, a la argentina, a la chilena y a la paraguaya.
Todas las fronteras nos unieron en el dolor y la violencia que sufrimos por ese entonces y nos hermanó más que nunca.
-¿Cuál es tu sensación y tu análisis cuando en las manifestaciones sociales en Brasil piden el regreso de los militares?
-Afortunadamente se trata de una minoría insignificante, son jóvenes ignorantes e inconsecuentes, desinformados, que escucharon por ahí que el regreso de los militares solucionaría las cosas y salen a realizar ese llamado desde su ignorancia sobre una etapa de la historia reciente.
Todos los que vivimos y padecimos las dictaduras sabemos que no queremos eso nunca más.
Esas proclamas, más que de gente malintencionada, vienen de aquellos que ignoran lo que se vivió.
En Brasil durante los años de la dictadura la prensa no podía hablar de nada vinculado a los militares, mucho menos denunciar sus robos, porque se robó mucho durante esos tiempos.
Cuando te vienen con el discurso imbécil de que “vuelvan los militares para terminar con la corrupción” están diciendo algo completamente ridículo.
Los militares, además de haber robado mucho dinero, robaron lo más primordial, el poder del pueblo, y eso es algo completamente inmoral.
-¿Crees que se perdió una gran oportunidad de investigar y profundizar en la indagatoria sobre lo sucedido durante la dictadura brasileña en los gobiernos del PT?
-Ni Lula da Silva ni Dilma Rousseff durante sus gobiernos -14 años de poder- enfrentaron la cuestión crucial de la impunidad de los criminales de lesa humanidad.
Rousseff tuvo el gran mérito de convocar la conformación de la Comisión de la Verdad, de la cual participé aportando a la investigación de la Operación Cóndor.
Me fui de ese organismo un año después, por divergencias políticas con las personas que conducían las investigaciones, pero a pesar de ello esta Comisión realizó un trabajo muy importante.
Después de dos años logró responsabilizar a los cinco generales presidentes del ciclo de la dictadura: Castelo Branco, Médici, Costa e Silva, Geisel y Figueredo y a más de 300 agentes torturadores, policías, civiles y militares.
Lo que sucedió fue que su informe se entregó al gobierno y nada pasó. Se investigó, se descubrieron nombres, se detallaron casos y no hubo consecuencias, porque Brasil tiene un miedo endémico de tratar el tema de la dictadura.
Y los militares de ahora asumen una solidaridad corporativa con sus colegas dictadores, con conductas y crímenes que deberían condenar ya que no tienen nada que ver con ellos.
Por otro lado la clase política brasileña está tan inmersa en un círculo de corrupción que no le da para tratar temas como los crímenes que se cometieron durante la dictadura.
Soy muy pesimista en este tema. Brasil no tomó el ejemplo de Uruguay, que mandó a la cárcel a dos expresidentes de la dictadura, Juan María Bordaberry y Gregorio Álvarez, un civil y un militar. En mi país, en 21 años los dictadores ni siquiera fueron denunciados.
Un país sin alternativas
Nadie por aquí, nadie por allá
Brasil es un país cínico, hipócrita, finge que tuvo una dictadura limpia, moderada, prácticamente un modelo de dictadura. Pero en realidad fue tremendamente dañina para el país, intervino miles de sindicatos, exilió a miles de militantes políticos, destituyó más de 4.000 parlamentarios, persiguió, mató y orquestó secuestros en el marco de la Operación Cóndor.
Castró a toda una generación de gente muy creativa que pudo haber dado otros rumbos al país.
Tuvimos en cambio militares sumisos y líderes poco politizados. Tanto, que hoy la izquierda es la derecha y la derecha es ultra y están hasta el cuello de denuncias de corrupción.
No se escapa nadie, izquierda y derecha están implicadas en todo tipo de tramas criminales. Todos involucrados con la transnacional de la corrupción, la compañía Odebrecht, que compró leyes y políticos de norte a sur de América Latina. Una vergüenza, estamos en el fondo del pozo y lo peor es que no le vemos una salida.
El país ya tuvo dos procesos de destitución y nos encaminamos a un tercero. ¿Qué clase de elite política es esta que es bajada del poder debido a denuncias de corrupción?
-Pero la sociedad está anestesiada…
-Sí porque estamos en shock. Miramos a nuestro alrededor a ver si encontramos algún político que pueda sacarnos de esta y no vemos a nadie.
Lo que hay que hacer es borrar y empezar de nuevo, refundar la clase política, pero eso lleva mucho tiempo.
Todos los días descubrimos una corruptela nueva que involucra a nuevos actores políticos y eso viene desmantelando las esperanzas de los brasileños y brasileñas. Este es un drama existencial. En 1964 la clase política fue derrotada militarme, ahora la clase política fue derrotada moralmente.
Descubrimos que el Estado fue privatizado, Odebrecht, OAS, JBS, y toda esa pandilla que compró al país y a sus gobernantes.
¿Cómo vamos a dar vuelta esta historia? Es la pregunta que nos hacemos todos los días y para la que todavía no tenemos respuesta.
Castró a toda una generación de gente muy creativa que pudo haber dado otros rumbos al país.
Tuvimos en cambio militares sumisos y líderes poco politizados. Tanto, que hoy la izquierda es la derecha y la derecha es ultra y están hasta el cuello de denuncias de corrupción.
No se escapa nadie, izquierda y derecha están implicadas en todo tipo de tramas criminales. Todos involucrados con la transnacional de la corrupción, la compañía Odebrecht, que compró leyes y políticos de norte a sur de América Latina. Una vergüenza, estamos en el fondo del pozo y lo peor es que no le vemos una salida.
El país ya tuvo dos procesos de destitución y nos encaminamos a un tercero. ¿Qué clase de elite política es esta que es bajada del poder debido a denuncias de corrupción?
-Pero la sociedad está anestesiada…
-Sí porque estamos en shock. Miramos a nuestro alrededor a ver si encontramos algún político que pueda sacarnos de esta y no vemos a nadie.
Lo que hay que hacer es borrar y empezar de nuevo, refundar la clase política, pero eso lleva mucho tiempo.
Todos los días descubrimos una corruptela nueva que involucra a nuevos actores políticos y eso viene desmantelando las esperanzas de los brasileños y brasileñas. Este es un drama existencial. En 1964 la clase política fue derrotada militarme, ahora la clase política fue derrotada moralmente.
Descubrimos que el Estado fue privatizado, Odebrecht, OAS, JBS, y toda esa pandilla que compró al país y a sus gobernantes.
¿Cómo vamos a dar vuelta esta historia? Es la pregunta que nos hacemos todos los días y para la que todavía no tenemos respuesta.
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Fotos: Gerardo Iglesias
*Universindo Rodríguez, militante uruguayo exiliado en Brasil, fue secuestrado en Porto Alegre junto a su compañera de entonces, Lilián Celiberti, y los dos hijos de ésta, Camila y Francesco, menores de edad, por servicios de inteligencia y militares de ambos países, en el marco del Plan Cóndor. Cunha, con sus investigaciones periodísticas en Veja, y Jair Krischke, con sus denuncias internacionales, logró desmantelar la operación y salvarles la vida.