19
Julio
2017
Con Gisele Adão y Eduardo Granado, sindicalistas y militantes LGTBI
“Vivir se hace una lucha”
En Brasilia, Daniel Gatti
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Gisele Adão y Eduardo Granado | Foto: Nelson Godoy
Las suyas estuvieron sin dudas entre las intervenciones más emotivas producidas durante la tercera reunión del Comité Latinoamericano de la Mujer de la UITA (Clamu) que se llevó a cabo entre el 12 y 13 de junio en Brasilia: Gisele Adão y Eduardo Granado, representantes del colectivo LGTBI y dirigentes del Sindicato de Trabajadores de la Alimentación de Criciúma y Región (SINTIACR), hablaron del cotidiano de un gay, una lesbiana o un transexual en el mundo sindical y en la vida ciudadana.
“La primera violencia que la mayoría de los LGTBI sufrimos se da en el ámbito doméstico. Padres que golpean a sus hijos por el hecho de ser homosexuales, o que los echan de la casa. Muchos intentan el suicidio debido a ese rechazo, y algunos lo logran; otros terminan viviendo en la calle o como agregados en casa de alguien. Esa es la realidad que vivimos la mayoría de los LGTBI”, coincidieron ambos en el encuentro.
Era la primera vez que el Clamu incorporaba en sus reuniones a representantes y militantes de este colectivo.
“Es muy importante lo que está haciendo la UITA. No todas las centrales sindicales tienen una política de apertura como la que se ve acá”, dijo Gisele a La Rel, y recordó cómo a mediados de 2016, en la ciudad de Forquilinha, en el Estado de Santa Catarina, la Regional contribuyó a la organización del Primer Encuentro de la Diversidad de Género en nuestro sindicato, y luego reincidió, en junio último con una actividad de planificación estratégica.
“El año pasado pudimos plantear claramente lo que nos pasa en nuestros lugares de trabajo. Es menos dramático, acaso, que lo que nos sucede en nuestras familias, pero la base es la misma: los chistes, a veces los insultos, el menosprecio, la agresión verbal y gestual. Son cosas que están cambiando a cuentagotas, poquito a poco. La única manera de ir avanzando es ampliar el radio, organizarnos, llegar a más gente”.
Para la segunda edición, hace apenas un mes, el SINTIACR contó también con el respaldo de otro sindicato, el de Servidores Públicos, y de la Universidad. El público respondió: el local estaba colmado de trabajadoras y trabajadores convocados por los sindicatos integrados a la central CUT en la región.
“Muchos pensaron que no podríamos lograrlo, pero lo hicimos”, dijo Eduardo a La Rel.
“De nada nos sirve encerrarnos en un gueto y quedarnos lamentando sobre nuestra suerte. Nuestro principal desafío es llevar esta problemática a toda la sociedad”, destacó Gisele durante la reunión del Clamu.
Impulsar en cada sindicato la creación de un “núcleo LGTBI” con apoyo jurídico y de psicólogos, realizar reuniones mensuales entre sindicalistas y representantes del colectivo, intentar “concientizar a los poderes públicos” para que realicen campañas de combate a la discriminación de género, trasladar el tema al sistema educativo fueron algunas de las propuestas surgidas de esa reunión.
Era la primera vez que el Clamu incorporaba en sus reuniones a representantes y militantes de este colectivo.
“Es muy importante lo que está haciendo la UITA. No todas las centrales sindicales tienen una política de apertura como la que se ve acá”, dijo Gisele a La Rel, y recordó cómo a mediados de 2016, en la ciudad de Forquilinha, en el Estado de Santa Catarina, la Regional contribuyó a la organización del Primer Encuentro de la Diversidad de Género en nuestro sindicato, y luego reincidió, en junio último con una actividad de planificación estratégica.
“El año pasado pudimos plantear claramente lo que nos pasa en nuestros lugares de trabajo. Es menos dramático, acaso, que lo que nos sucede en nuestras familias, pero la base es la misma: los chistes, a veces los insultos, el menosprecio, la agresión verbal y gestual. Son cosas que están cambiando a cuentagotas, poquito a poco. La única manera de ir avanzando es ampliar el radio, organizarnos, llegar a más gente”.
Para la segunda edición, hace apenas un mes, el SINTIACR contó también con el respaldo de otro sindicato, el de Servidores Públicos, y de la Universidad. El público respondió: el local estaba colmado de trabajadoras y trabajadores convocados por los sindicatos integrados a la central CUT en la región.
“Muchos pensaron que no podríamos lograrlo, pero lo hicimos”, dijo Eduardo a La Rel.
“De nada nos sirve encerrarnos en un gueto y quedarnos lamentando sobre nuestra suerte. Nuestro principal desafío es llevar esta problemática a toda la sociedad”, destacó Gisele durante la reunión del Clamu.
Impulsar en cada sindicato la creación de un “núcleo LGTBI” con apoyo jurídico y de psicólogos, realizar reuniones mensuales entre sindicalistas y representantes del colectivo, intentar “concientizar a los poderes públicos” para que realicen campañas de combate a la discriminación de género, trasladar el tema al sistema educativo fueron algunas de las propuestas surgidas de esa reunión.
Un muerto cada 28 horas
El exterminio cotidiano
La situación del colectivo LGTBI en Brasil es tremenda. El total de asesinatos y agresiones por el simple hecho de ser gay, lesbiana, transexual, travesti, bisexual, intersexual es de los más altos a nivel mundial.
Según estimaciones citadas por Sandra Luis Martins, integrante de la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales de Brasil (ANTRA)*, cada 28 horas muere en el país de forma violenta un integrante del colectivo. En 2016 el total de víctimas llegó a 343, el año anterior habían sido 315.
Obviamente, es más que probable que la mayoría de los victimarios hayan sido “trabajadores”.
“Es una lucha de todos los días, en la familia, en el sindicato. Nos discriminan incluso a la hora en que se nos pagan los sueldos: por ser lesbiana yo cobro menos que alguien que realiza mi misma tarea. ¿Por qué? ¿Acaso yo no pago impuestos y la cuota sindical como todo el resto?”, dice Gisele Adão a La Rel.
“No pedimos un tratamiento particular, una gracia especial. Sólo lo justo, lo que nos compete. La discriminación es la forma en que esta sociedad súper machista se planta ante lo que no es ‘como debe ser’.
¿Soy diferente porque beso a otra mujer en la boca? ¿Porque me visto de forma distinta a lo que lo hacen ‘normalmente’ las mujeres? ¿Dónde está la ‘normalidad? ¿Quién la establece, con qué criterios?
Estamos muriendo por esta causa. Golpeamos las puertas a los sindicatos para que nos abran las puertas. Los sindicatos siempre atendieron a las minorías. ¿A nosotros no? Por ahí queríamos comenzar”, recuerda Eduardo.
Gisele concluye afirmando que romper con la hipocresía fue el primer paso que ellos dieron y que le reclaman al resto, incluso a quienes los rechazan.
“No pretendemos imponernos, hacer que nuestras pautas sean las del conjunto. Al contrario. Mostrarse como se es, como persona, como ciudadano, es lo que queremos para nosotros y para todos. Ser naturales.
Nos asocian con el carnaval, la fiesta, las drogas, las orgías. Y eso porque no tienen idea de cómo vivimos. Nada que ver con ese estereotipo, todo lo contrario incluso.
Pocos días de fiesta tenemos, y muchos días de lucha. Vivir se hace una lucha. Ese es nuestro cotidiano”.
Según estimaciones citadas por Sandra Luis Martins, integrante de la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales de Brasil (ANTRA)*, cada 28 horas muere en el país de forma violenta un integrante del colectivo. En 2016 el total de víctimas llegó a 343, el año anterior habían sido 315.
Obviamente, es más que probable que la mayoría de los victimarios hayan sido “trabajadores”.
“Es una lucha de todos los días, en la familia, en el sindicato. Nos discriminan incluso a la hora en que se nos pagan los sueldos: por ser lesbiana yo cobro menos que alguien que realiza mi misma tarea. ¿Por qué? ¿Acaso yo no pago impuestos y la cuota sindical como todo el resto?”, dice Gisele Adão a La Rel.
“No pedimos un tratamiento particular, una gracia especial. Sólo lo justo, lo que nos compete. La discriminación es la forma en que esta sociedad súper machista se planta ante lo que no es ‘como debe ser’.
¿Soy diferente porque beso a otra mujer en la boca? ¿Porque me visto de forma distinta a lo que lo hacen ‘normalmente’ las mujeres? ¿Dónde está la ‘normalidad? ¿Quién la establece, con qué criterios?
Estamos muriendo por esta causa. Golpeamos las puertas a los sindicatos para que nos abran las puertas. Los sindicatos siempre atendieron a las minorías. ¿A nosotros no? Por ahí queríamos comenzar”, recuerda Eduardo.
Gisele concluye afirmando que romper con la hipocresía fue el primer paso que ellos dieron y que le reclaman al resto, incluso a quienes los rechazan.
“No pretendemos imponernos, hacer que nuestras pautas sean las del conjunto. Al contrario. Mostrarse como se es, como persona, como ciudadano, es lo que queremos para nosotros y para todos. Ser naturales.
Nos asocian con el carnaval, la fiesta, las drogas, las orgías. Y eso porque no tienen idea de cómo vivimos. Nada que ver con ese estereotipo, todo lo contrario incluso.
Pocos días de fiesta tenemos, y muchos días de lucha. Vivir se hace una lucha. Ese es nuestro cotidiano”.
*Entrevista de Gerardo Iglesias en La Rel, 13 de junio de 2017.